Ejemplos de auténtica sororidad, la historia de las mujeres de Brujas fluye más allá de sus canales. Artesanas, cuidadoras, aristócratas… conocerlas revela otra cara de la ciudad. Si buscas una ciudad para un fin de semana con amigas, Brujas lo tiene todo para que sea un éxito. Las brujenses prefieren las bicicletas a las escobas. ©KR Todavía hay quien llega a Brujas buscando hechiceras de verruga en cara y pócima en mano. La evolución fonética, la gran culpable de esta confusión lingüística, provocó que lo que los vikingos llamaron Bryggia (embarcadero ) en el siglo IX, derivara en la palabra ‘Brujas’ en castellano, asunto que suele desencadenar ciertos chistes entre los visitantes españoles. Ya lo advertimos: en este recorrido no hay brujas ni cuentos. Y aunque nadie vaya a comer perdices (al menos, en un principio), nada impide que se crucen en nuestro camino deliciosas onzas de chocolate belga, pintas de Brugse Zot —la cerveza brujense por antonomasia— o el Museo de las Patatas Fritas , que por algo las inventaron los belgas (ni caso a eso de french fries) . Pero antes de las cuestiones hedonistas, así son las mujeres que han escrito su historia.
Regalar una pieza encaje, la opción más clásica. © Visit Flanders Las encajeras Decenas de pequeñas y grandes tiendas de encaje brotan desde el corazón de la ciudad en el Markt , la gran plaza del Mercado. La imagen no es casual, los encajes abanderan uno de los mayores emblemas de Brujas. El escrupuloso trabajo manual de las artesanas tejedoras explica una de las razones del éxito textil de ‘la Silicon Valley de la Edad Media’, apodo que define el mejor momento de la historia de Brujas. Pertenecer a la Liga Hanseática (una fuerte asociación de ciudades comerciales del norte de Europa) y su excelente situación geográfica contribuyeron al éxito en el sector textil. A pesar de que el 25% de las mujeres se dedicaba en el siglo XV a este negocio, su existencia fue más importante en una visión de conjunto que por la significación individual de alguna de ellas.
No te pierdas… El Kantcentrum , ubicado en una antigua escuela de encajeras, es el centro de encaje de Brujas y contiene un museo donde se realizan demostraciones al público. Te sorprenderá la gran afición que existe por el encaje de bolillos entre los belgas más jóvenes.
El idílico entorno del beaterio de Brujas está protagonizado por canales, jardines y por el lago del Amor, siempre colmado de cisnes. ©KR Las beguinas y sus conventos laicos El oxímoron de ‘convento laico’ puede ayudarnos a comprender lo que fueron y son los beguinajes, un tipo de alojamientos solidarios muy comunes en Holanda y Bélgica, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A última hora, en el begijnhof (el beaterio ) de Brujas es posible encontrar a alguna de sus monjas paseando por los jardines de la comunidad, aunque actualmente ya no se traten de ‘monjas’ beguinas. Marcella Pattyn, la última de ellas, falleció en 2013 a los 92 años de edad.
Su principal peculiaridad reside en que a pesar de que vestían hábito realmente no eran monjas, sino mujeres espirituales que ejercían su labor por libre, sin pertenecer a ninguna orden religiosa y sin cumplir con los preceptos monásticos. Las beguinas aceptaban en sus conventos a mujeres —y sólo mujeres—. Les ofrecían techo, comida y atenciones mientras sus maridos se embarcaban en alguna cruzada, aunque también acogían a solteras y viudas. La libertad de las beguinas y su situación entre lo laico y lo religioso provocó ciertos recelos entre algunos sectores sociales, llegando a ser acusadas de herejía.
Los beaterios siguen activos y mantienen la misma filosofía que en el siglo XV.
Sepulcro gótico de María de Borgoña, en la iglesia de Nuestra Señora. ©KR La leyenda de María de Borgoña Los brujenses han creado su propio concepto para recordar el periodo de mayor prosperidad de la ciudad. La expresión ‘Vida Borgoñona ’ homenajea el esplendor que se vivió durante el gobierno de los duques de Borgoña en el siglo XV, pero este leitmotiv implica algo más: disfrutar de la buena vida y dejarse llevar por los placeres que nos ofrece Brujas —que no son pocos—.
Para buscar las huellas de quienes propiciaron esta expresión, en la iglesia de Nuestra Señora (siglo XIII), yace el imponente sepulcro dorado de María de Borgoña y el de su padre, Carlos I el Temerario . La joven condesa de Flandes murió a los veinticinco años de edad mientras practicaba cetrería —la caza con halcones era su deporte favorito—. Tras el mortal accidente a caballo, la ciudad de Brujas se sumió en un letargo que engrandeció su leyenda. Para colmo, a los pies de su tumba se descubrió en 1979 una sorprendente cajita de plomo que guardaba el corazón de su hijo, Felipe el Hermoso . El cofre original hoy se encuentra en el cercano palacio de Gruuthuse .
La iglesia de Nuestra Señora contiene la segunda torre de ladrillo más alta del mundo. (Izq.) La Vírgen con el Niño, de Miguel Ángel. (Dcha) ©KR No te pierdas… La escultura de mármol de la Virgen con el Niño, de Miguel Ángel , es la única obra que se mantuvo fuera de Italia durante la vida del artista y también se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora.
Casa de la Caridad de Meulenaere, en Brujas. ©KR Las cuidadoras de las Casas de la Caridad Para acercarse a estas apacibles viviendas encaladas conviene respetar el silencio que las rodea. Una calma mantenida desde el siglo XIV, cuando fueron construidas para cobijar a viudas y ancianos necesitados. En una sociedad tan religiosa como la de aquel momento, los comerciantes adinerados buscaban ganarse el cielo mediante acciones como ésta, creando las conocidas Casas de la Caridad.
Pero, por si acaso esto no fuera suficiente para redimir sus pecados con ‘el de arriba’, los donantes ordenaban esculpir su nombre con letras bien grandes para que toda la ciudad supiera quién había sido el benefactor de la obra caritativa. De las cuarenta y seis ‘Casas de Dios ’ que se dispersan por toda la ciudad, cuarenta y tres mantienen su labor original. Actualmente, su funcionamiento lo gestionan las instituciones públicas, pero tradicionalmente eran las mujeres las encargadas del cuidado de sus inquilinos.
No te pierdas… La casa de St. Jozef es una de las más céntricas. Dirígete a los jardines de la Godshuis De Meulenaere para encontrar un ambiente más acorde y alejado de los derroteros más turísticos.
Exterior gótico del Palacio de Gruuthuse. ©KR Tres razones para viajar a Brujas • Conocer el Palacio de Gruuthuse. Su interior recorre los siglos más brillantes de la ciudad (XV-XVI-XVII) a través de majestuosos tapices, vitrales, encajes y manuscritos. Quien fuera su dueño, el noble Luis de Gruuthuse , amasó su fortuna gracias a la venta del gruut —una mezcla de hierbas aromatizantes para la cerveza — y llegó a construir su propia capilla de madera con acceso exclusivo a la contigua iglesia de Nuestra Señora. Tras cinco años de remodelación, ya es posible acceder a este lujoso edificio gótico dedicado a las artes decorativas.
¿Por qué no probar una cerveza brujense para terminar el día? ©KR • Ir de compras y cervezas por Brujas. La discreta calle Hoogstraat nace desde el Burg para introducirnos en su pequeño mundo de coquetas boutiques de ropa y originales tiendas de artesanía. La herencia borgoñona se palpa en el ambiente de Langestraat y sus tiendas de segunda mano, mientras que la zona de Zilverpand ofrece un paseo más animado y concurrido. En Steenstraat sobreviven antiguas casas de gremios en los números 25, 38 y 40. Un vistazo hacia el suelo de Walplein nos descubrirá las tuberías subterráneas que distribuyen la cerveza hasta su central embotelladora, manteniendo así la producción en el mismo lugar que hace 160 años. Iniciamos así una pequeña ruta que nos llevará desde De Halve Maan , una cervecería familiar fundada en 1856, para debatirnos después entre las cientos de marcas y opciones cerveceras de Brugs Beertje y del afamado Café Vlissinghe , un local del año 1515.
Dukes Palace es el único hotel de Brujas con cinco estrellas. ©KR • Dormir como una duquesa Extraer la verdadera esencia de la ciudad implica pasar, al menos, una noche en ella. Observarás cómo los turistas de ida y vuelta desaparecen y podrás decirle ‘Yo te quiero más’. Y no solo porque en Brujas te hayas puesto romántica —que también—, sino porque realmente conserva demasiados atributos como para pasar tan poco tiempo conociéndola. Saber que Felipe III de Borgoña e Isabel de Portugal se construyeron un palacio en el mismo lugar en el que hoy se encuentra el hotel Dukes Palace , de estilo neogótico, nos da más razones para creer en su poder romántico y en ‘la vida borgoñona’.
Mires donde mires, en Brujas todo son postales. ©KR También te puede interesar 8 planes que no puedes perderte en Bruselas y Flandes
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