No toda Inglaterra está dominada por días de lluvia y niebla, existe un lugar donde es más que probable disfrutar del sol y el buen tiempo, concretamente en la península de Cornualles. Te contamos los lugares que no puedes perderte en una ruta de fin de semana para disfrutar de esta bonita costa. Looe. Corrían los años 30 cuando la Great Western Railway empezó a promocionar las virtudes casi mediterráneas de la costa inglesa de Cornualles –en inglés, Cornwall–. La publicidad de las líneas ferroviarias unida a un clima benigno, convirtieron esta esquina de Inglaterra en un destino popular entre los turistas británicos de la época, que la bautizaron como la Cornish Riviera. Ahora seremos nosotras las que hagamos nuestra ruta por Cornualles.
Qué ver en Cornualles Looe También en nuestros días, como ocurría entonces, los habitantes de otros puntos del país, hastiados de tanta lluvia y niebla, suelen acercarse hasta estas latitudes para gozar del sol y de temperaturas más suaves. Así, Looe , en la costa sur de la península, es uno de esos lugares que se llenan de turismo nacional cuando se acerca el fin de semana. Dividida en dos —East y West Looe— estas dos poblaciones gemelas forman el segundo puerto pesquero del condado.
El paseo junto al muelle nos ofrece un paisaje humano muy diverso: familias sentadas al sol, curtidos marineros y parejas de enamorados que se relajan bajo la atenta mirada de decenas de gaviotas siempre dispuestas a robar algo de comida. Ah, una curiosidad: estas aves inspiraron a la escritora Daphne du Maurier , para su novela Los Pájaros , obra que pasaría a la historia —también sucedió con sus novelas Rebeca y La posada de Jamaica — por la adaptación cinematográfica llevada a cabo por Alfred Hitchcock.
La vida transcurre tranquila en Looe. Polperro Siguiendo hacia el Oeste, a tan solo 6 kilómetros en coche, desde Looe se esconde Polperro , un pequeño pueblecito de pescadores discretamente resguardado bajo una colina. Sus cottages pintadas de blanco, sus estrechos callejones y un diminuto puerto pesquero se llenan durante el día con la llegada de visitantes que vienen en barco desde Looe y el paisaje parece dormirse a última hora de la tarde cuando se marchan los últimos turistas.
Es en este momento cuando mejor podemos apreciar la tranquila atmósfera que reinaba en la villa años atrás, cuando olvidada por el turismo, Polperro basaba su economía en la pesca de la sardina durante el día y en actividades comerciales menos lícitas por las noches. Junto al puerto —lo que son las cosas— la antigua fábrica de transformación de sardinas es hoy un museo dedicado al contrabando.
Polperro. Finis Terrae La siguiente parada, dirigiéndonos por la costa hacia el Oeste, es Fowey , una sosegada localidad costera que poco a poco también ha ido sucumbiendo a las libras esterlinas del turismo. Aquí vivió la escritora Daphne du Maurier y el nombre de su antigua residencia, Readymoney , bautiza también una de las playas de la población. Seguimos rumbo Sur y llegamos a Lizard , último núcleo urbano antes de Lizard’s Point , el punto más al sur de las islas británicas. El escenario es imponente: acantilados vertiginosos, el mar batiendo en las rocas y el silbido del viento como únicos compañeros.
Desde aquí la carretera, que discurre sinuosa entre campos de cultivo y una costa escarpada y salvaje, nos conduce a otro extremo del mapa británico: Land’s End , el punto más occidental de Inglaterra. Si tuviéramos muy buena vista (nivel superhéroe para ser exactos) desde aquí podríamos ver dos litorales que comparten con éste un pasado celta común: la costa bretona de un lado y la costa irlandesa del otro.
Bahía de Saint Ives. Retiro atlántico La próxima parada será en una de las localidades más turísticas de este rincón británico que es Cornwall: Saint Ives. Hasta bien entrado el siglo XIX, éste fue uno de los puertos sardineros más importantes de Inglaterra. Cuentan sus habitantes que en aquellos tiempos el hedor de las sardinas era tan fuerte que hasta el reloj de la iglesia dejó de funcionar. No se sabe si atraídos por el olor a sardinas o más probablemente por la increíble luz que baña esta parte de la costa, a partir de 1811, cuando William Turner visitó el lugar, comenzaron a llegar artistas con la idea de establecerse permanentemente en Saint Ives.
A principios del siglo XX, cuando la pesca de la sardina empezó su declive, Saint Ives era ya una ciudad de artistas y de bohemia. Aun hoy, si nos damos un paseo por las angostas calles de la localidad, veremos que no faltan las galerías de arte. Incluso la Tate Gallery londinense abrió aquí una sucursal como esperado reconocimiento a la permanente colonia artística instalada en este lugar.
Saint Michael, en la península de Cornualles, se convierte en una isla cuando sube la marea. Playas maravillosas Además de la deslumbrante luz que emiten los cuadros de St. Ives, otro aspecto llama nuestra atención: sus playas siempre cambiantes a merced de las mareas. Hay cuatro en la localidad: la del puerto (que solo se deja ver con marea baja), la de Porthwidden , la de Porthminster y la de Porthmeor , esta última, siempre teñida por el colorido que aportan los surfistas. A lo largo de esta costa norte de Cornwall se extienden también algunas de las mejores playas de Gran Bretaña. En ellas, además de surfistas y veraneantes en busca del sol, nos topamos con numerosos excursionistas que recorren la Southwest Coastal Path , una senda pegada a la línea del mar, antiguamente utilizada por los guardacostas que patrullaban el litoral en busca de contrabandistas.
Playa de Porthminster. CONSEJOS ETHERIA La cocina del mar En el estuario del río Camel descansa Padstow , un tranquilo puerto pesquero hogar de Rick Stein , uno de los mejores y más mediáticos chefs de Inglaterra. Famoso por sus programas en la BBC, Stein ha puesto Padstow en los mapas —se la conoce como “Padstein”— y son muchos los que se acercan hasta aquí para cenar en alguno de los muchos negocios que el cocinero tiene en la localidad.
Al margen de la buena cocina siempre centrada en las riquezas del mar que ofrece Stein, en Padstow, al igual que en cualquier otro lugar en Gran Bretaña, es de rigor probar el fish and chips acomodado en algún rincón soleado con vistas al puerto. Eso sí, hay que estar siempre alerta de la gula de las gaviotas.
Fish and chips, no es alta cocina pero hay que comerlo si vas a Inglaterra. Más información www.visitbritain.es
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