La reconocida cronista y escritora cubana Marta Rojas recibe a nuestra compañera Manena Munar en su casa para contarnos su trayectoria profesional y compartir recuerdos. No sólo ha cubierto guerras y conflictos políticos sino que sus libros son base de estudio para muchos historiadores.
Marta Rojas en su casa. © Manena Munar Esta es la historia de Marta Rojas, una mujer excepcional, y de como el azar juega todo tipo de pasadas, a veces maravillosas, como aquella que aconteció hace unos años en ese lugar único, decadente, bello y lleno de vida, en La Habana .
Sus librerías son para perderse en ellas, las históricas, las actuales, las infantiles, y sus precios son más que asequibles. Estando en una de ellas, sin saber por donde empezar, entró por la puerta una dama que parecía sentirse en casa. Sus rasgos eran mulatos y su sonrisa iluminaba las estanterías llenas de ejemplares de los que ella parecía estar muy al tanto. Venía con una bolsa de plástico en la mano, de esas tan comunes en Cuba, destinadas a albergar aquello que se encuentre ese día ¡Han llegado los huevos de Canadá! se escucha por la calle. ¡Hoy parece que hay leche! e incluso pescado en el mercado. Sus andares eran jóvenes a pesar de que, una vez entablada la conversación, confesó que rebasaba las nueve décadas, pues nació en 1928. Al ver una extranjera despistada, se acercó a preguntar si podía ayudar en algo.
Todo hay que decirlo, y es verdad que si la ciudad a veces adolece de lo necesario –víveres no hay muchos–, de libros no carece.
Libro ‘El Juicio del Moncada’, de Marta Rojas. ©M.M. Escritora y periodista Su forma de hablar, su sapiencia, hacían vislumbrar mucho más de lo que su dulce sonrisa dejaba entrever. La conversación versó sobre literatura y, al poco, Marta Rojas se presentó como una de las más famosas escritoras y periodistas de Cuba , amiga de Alejo Carpentier, cronista del Juicio del Moncada (a Fidel Castro), Jurado del Premio Cervantes… Las prisas por un vuelo que salía en pocas horas no permitió continuar con una conversación que quedó pendiente, no solo por las muchas preguntas, sino también por el placer de pasar más que unos breves momentos con una persona que irradiaba sabiduría y paz. Una vez más, el destino se puso a favor del encuentro aplazado y de vuelta a La Habana tuve el privilegio de visitar a Marta Rojas en su propia casa.
Barrio de El Vedado, en La Habana. ©M.M. Puertas adentro de la casa y la vida de Marta El edificio nombrado en honor al joven revolucionario Ñico López está en el selecto barrio de El Vedado , antigua zona de palacetes que aún guardan su prestancia, a la espera de una renovación que ya empezó en la Habana Vieja y que aún está por llegar. El telefonillo para llamar a casa de Marta tiene sus más y sus menos, pues solo un botón funciona, pero lo suficiente, pues al tocarlo las puertas se abren. Una vez en su casa, Marta hace los honores presentando los magníficos cuadros de pintores cubanos que llenan sus paredes y también las portadas de sus numerosos libros.
Las novelas de Marta Rojas Allí está colgado el original de la portada de ‘Santa Lujuria ‘, una novela transgresora y subversiva que desmonta la versión oficial sobre el linaje criollo. Juanto a la misma se encuentra el cuadro ‘Vasallo a Caballo’, de Santiago Armada, que firma “Chago”. También está presente ‘Inglesa por un año ’, que le valió el premio Carpentier de novela, uno de los más reñidos de las letras cubanas, y ‘Las Campanas de Juana la Loca’ , una deliciosa novela de Marta que versa sobre como Juana la Loca mandó forjar las campanas de la Habana. Frente a esta obra, un cuadro de Francisco Pradilla en el Museo del Prado, así como un ejemplar sobre la industria azucarera, que le animó a escribir ‘El Harén de Oviedo ’.
‘Santa Lujuria’, una obra de Marta Rojas. ©M.M. Su estudio refleja la historia de Cuba. Fotos de Fidel y del Ché descansan sobre su escritorio donde, tras volver del periódico Granma –a cuya redacción acude todos los días–, se sienta a escribir una novela tras otra, con una dicción soberbia y una forma tremendamente descriptiva de explicar la vida y la historia que le han valido numerosos premios y distinciones. Entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo José Martí , en reconocimiento a la obra de su vida; y el Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba.
El mismo Alejo Carpentier, su amigo, la definía como “Ágil y talentosa escritora, de profunda vocación periodística, mirada sagaz, estilo directo y preciso, don de mostrar muchas cosas en pocas palabras”.
Meciendo la vida Lo mejor de la noche llegó cuando Marta, sentada en su mecedora, comenzó sin necesidad apenas de preguntas –¡pues que mejor periodista que ella para saber lo que contar!– a explicar en breves trazos la historia de su colosal vida.
Fotografías de Marta Rojas. ©M.M. Nació en Santiago de Cuba. Su padre era sastre y su madre modista de alta costura. Su abuela, explica Marta, era de origen africano pero ya nació libre en el vientre , prebenda que marcaron los españoles a final de siglo. Tíos, primos, abuelos, todos vivían prácticamente juntos. Su abuelo de raíces españolas, Manuel Rodríguez, al que ella llamaba Mememel (Don Manuel) era pastelero y le daba mamoncillo que le encantaba, diciéndole “estas son las uvas de aquí”.
Desde niña le gustó leer y soñar. Sus sueños iban encaminados a la carrera de Medicina. Abría lagartijas, e incluso las muñecas que le traían los reyes magos para ver que tenían dentro.
Su lectura comenzó con Honorato de Balzac, seguido de Henry Barbouse y Curzio Malaparte. ‘El Quijote’, al que sigue idolatrando y repasando, lo leyó por primera vez durante el bachillerato. Finalmente, la vida y aquellos tiempos le empujaron a estudiar Periodismo en una Habana que estaba a punto de dar un vuelco total. De hecho, comenzó a estudiar en 1949 y terminó en el año 1953, en los inicios de la revolución.
Recuerdos de juventud Marta sentada en su mecedora, con ojos soñadores vuelve a los años de su niñez en Santiago de Cuba, una época que recuerda con cariño. Habla de sus amigos, del cambio que estaba por acontecer, y llega al momento de contar la circunstancia que cambiaría su vida y la lanzaría al mundo como la “Cronista del Moncada”. La joven Marta estudiaba Periodismo en La Habana, haciendo prácticas en la revista Bohemia, cuando viajó a su natal Santiago de Cuba para acudir a los carnavales y aprovechar la invitación del fotógrafo Panchito Cano para cubrir el carnaval santiagueño.
Marta Rojas mostrando sus libros. M.M. Una crónica crucial Estando en plena celebración de carnaval se escucharon unas detonaciones que pensaron venían de los fuegos artificiales de la festiva jornada, pero la realidad es que lo que parecían “voladores” eran tiros de los jóvenes revolucionarios al mando de Fidel Castro, atacando el cuartel de La Moncada. El carnaval dejó de existir para Panchito y la estudiante de periodismo de 23 años, Marta Rojas que, escondiéndose donde podían, sin respaldo alguno ni protección, cubrió con valentía el ataque y sus pormenores, crónica que en un principio fue censurada por la prensa.
Marta Rojas con Fidel Castro. ©M.M. Ahí no acabó la cosa, pues la joven aspirante a periodista rechazó la jugosa oferta de trabajo en el Canal 2 de Tv para no perderse ni una sola audiencia del Juicio de la Moncada contra Fidel Castro, juicio que cubrió con absoluta exactitud: cada detalle de la declaración de Melba Hernández detenida y acusada, a quien acababan de torturar y asesinar a su hermano, los grilletes que llevaba Fidel, su forma de revelar los acontecimientos, hasta la famosa frase del joven abogado Fidel Castro “la Historia me absolverá”.
‘El juicio de Moncada’ Más tarde, cuando ya Fulgencio Batista había huido a la República Dominicana y se había establecido el nuevo régimen al mando de Fidel, pudo ser publicado su libro ‘El Juicio del Moncada’ , con un prólogo escrito por Alejo Carpentier.
Así es el lugar donde escribe Marta Rojas. ©M.M. El escritor apuntaba en el mismo como “ningún testimonio podría avalar con mayor autoridad la exactitud de los hechos descritos por Marta Rojas, incluidas las acciones de los militantes de la Revolución que tomaron parte activa en la toma del Moncada, lo cual constituye un respaldo para muchos historiadores”. Igual de bien considerados están sus libros de relatos históricos, crónicas de viaje y novelas que han sido ampliamente divulgados en Cuba y el extranjero. Hace un inciso en la conversación y vuelve de nuevo al pasado al evocar ‘Buenos días Tristeza’, de François Sagan, que la llevó a escribir su primer libro ‘El Dulce Enigma’.
Periodismo de investigación Y así, en su propia ciudad, yendo a divertirse y escribir sobre los carnavales, comenzó un episodio crucial en la vida de esta joven estudiante, que siguió su oficio de reportera con el mismo entusiasmo y responsabilidad desde aquel 26 de julio de 1953.
Marta ha estado siempre unida a la revolución, sintiéndose parte integrante de ella. Aunque su forma de vivir es modesta, desprende la seguridad de los grandes, de aquellos que han sido fieles a su creencia.
Fue precioso el momento en que la escritora sacó sus álbumes de familia y allí aparecía una pequeña Marta con trajecitos de ganchillo rodeada de familiares, más tarde una atractiva joven envuelta en las 200 hojas que supuso su crónica de la Moncada. Otro álbum estaba dedicado a su etapa como reportera en Vietnam , de hecho pertenecía al Comité de Solidaridad presidido por Melba Hernández, activa participante en los hechos del Moncada, más tarde embajadora en Vietnam y Camboya. Las dos corresponsales mandaban sus crónicas a Hanói y de allí a Cuba.
La casa de Marta Rojas es un recorrido por su prolongada vida. ©M.M. Recuerdos de la guerra de Vietnam Esta valiente escritora pertenece a la raza de reporteros a los que homenajeaba Hemingway, precisos, con capacidad de observación e investigación y poder de síntesis. Cuenta horrores de la guerra, del Napal, pero también enfatiza como el vietnamita la ganó gracias a su conocimiento del terreno. Recuerda como llegó cargada con cámara de fotos, botas, cuadernos, a lo que sus compañeros vietnamitas le dijeron que solo le hacía falta una linterna colgada del cuello y sandalias. Las botas en el trópico acaban pudriendo los pies y la cámara no le iba a servir para nada.
Habla sobre aquella vez que presenció un ataque escondida tras las cañas de un arrozal, y todavía se conmueve al recordarlo. Intercala en la tertulia el hecho de que Bertrand Russell organizó el Tribunal Russell sobre los Crímenes de Guerra , tribunal en el que participaron Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, entre muchos, y cómo en él, ella, Marta Rojas y otros escritores como Alejo Carpentier denunciaron los horrores de la guerra vietnamita.
Fue corresponsal en Argentina, México, Chile, Perú y Bolivia para la revista Bohemia.
Periódico Granma. © M.M. Desde el 75, Marta es Jefe de Información, Redacción y Cultura del periódico Granma al que acude día tras día en su pequeño coche a velocidad de Fity Paldi . También es fundadora de la revista Verde Olivo y colaboradora de la revista Trabajo. Marta cierra los álbumes de su vida, y al tiempo que abre la puerta, regala otra gran sonrisa de la que se desprende el orgullo de un recorrido pleno y consecuente.
📌 También te puede interesar:
Prepara tu viaje a Cuba: libros y películas recomendados
‘Una casa en Amargura’, la esclavitud doméstica en Cuba contada por Elisa Vázquez de Gey
Viaja al corazón de Cuba: Villa Clara y Sancti Spíritus