Cuenca enamora, más allá de un eslogan turístico es una emoción que despierta en pleno invierno, cuando la Alcarria se viste de un alucinante color rojo. La sencillez de las plantaciones de mimbre madurando al sol es la culpable de transformar los alrededores de pueblos alcarreños y serranos en un panorama tan ordenado como hipnótico. Prepárate, vas a entrar en uno de los mejores paisajes colorados del mundo.
La poesía del paisaje se manifiesta en la Ruta del Mimbre de Cuenca. (Actualizado 27/12/22)
Es durante el invierno cuando una explosión de color rojo transforma los campos conquenses. Pareciera que el fuego invernal, ese que late puertas adentro del hogar, ha contagiado al paisaje. Se ilumina con las ramas de una resistente variedad de mimbre que crece derecha hacia el cielo hasta alcanzar tres metros de altura.
Cuando el resto de la vegetación parece muerta y sometida a los rigores invernales, las varas de mimbre iluminan el paisaje de una manera que te atrapa. Basta observarlas recortadas contra los limpios azules del cielo invernal o irguiéndose perpendiculares sobre un terreno blanquecino marcado por escarcha o nieve, en los días más duros de la estación para no querer perderlas de vista. No lo hagas, al menos en 48 horas, las que te proponemos que pases en familia o con amigas en la Alcarria conquense siguiendo esta ruta en rojo alrededor de la Serranía de Cuenca.
Campos de mimbre de Priego Los campos mimbreros nos dan la bienvenida al atravesar tierras alcarreñas. Empezamos la andadura con el contraste de cruzar la frontera entre la llana Alcarria y la quebrada Serranía de Cuenca entre campos rojizos y el profundo cañón al que ya nos asomamos en Priego , la puerta de entrada serrana. Decoraciones renacentistas y escudos nobiliarios en palacios de hace 300 años nos escoltan hasta la plaza del Conde, su centro neurálgico donde asoman el palacio de los Condes de Priego –convertido en sede del Consistorio– y las casas de la Inquisición. En el camino seguro que alguna tienda de alfarería, principal actividad artesana de la localidad que tuvo hasta 40 alfareros, nos hace detenernos.
Recogida del mimbre y yemas de una rama de los mismos. Artesanos del mimbre También tendremos nuestro primer encuentro con el arte de trabajar el mimbre. Cada pieza, con infinidad de entrelazados en su fibra vegetal, a diferencia de los productos de procedencia asiática, tienen una huella hermosa y única. La huella que aporta la propia fibra, como el color y la textura, y la que deja cada artesano al elaborar con arte secular –desde el siglo XVI– transmitido entre generaciones para crear objetos cotidianos que siempre han tenido una utilidad en el hogar.
No podemos dejar de admirar la arquitectura religiosa de Priego, y no es solo la torre renacentista de su iglesia gótica de San Nicolás de Bari, sino también sus templos rurales. Alguno en ruinas, como el convento del Rosal, que mantiene un maravilloso claustro gótico, o el convento de San Miguel de la Victoria, que al llegar nos sorprende no solo con la devoción que levanta su Santo Cristo de la Caridad entre los vecinos sino por su decoración barroca.
Río Escabas, a su paso por Priego. El estrecho de Priego Aunque lo que, definitivamente, más nos cautiva del lugar es la vista inmejorable del estrecho de Priego, en cuyas profundidades discurre el truchero río Escabas , de cuyos grandes ejemplares habremos visto fotografías en los bares del pueblo. Al mismo se asoma el torreón de Despeñaperros , la única arquitectura en pie de la fortaleza musulmana que existiera en lugar de paso tan estratégico. En su base se abre una cavidad de roca calcárea conocida como la cueva de la Mora.
La leyenda mantiene que en ella permaneció prisionera una joven princesa musulmana enamorada de un joven conde cristiano. Un hechizo del padre del muchacho la convirtió en serpiente y arrojada al fondo de la cavidad. Dicen que ella era capaz de convertir en piedra a todo el que se adentrase en la oquedad
Cañamares, mimbre y playa fluvial Sin separarnos del río Escabas llegamos hasta Cañamares , pueblo con playa fluvial y que debe su denominación al ancestral cultivo de cáñamo que hubiera en sus tierras. Paulatinamente fue sustituido por las plantaciones de mimbre que vemos creciendo vigorosas y coloristas y que sitúan estos paisajes durante el invierno entre los más encendidos de color del mundo. Hasta finales de febrero no será cortado. Es entonces cuando sus varas, reunidas en haces a modo de grandes conos, permanecen de pie secándose mientras su corteza va oscureciéndose hasta el momento de ser peladas para así lograr la característica fibra vegetal con la que trabajar artesanalmente.
Zona del Tobar (Cuenca). El camino se estrecha junto al río Escabas, y entre los pinares, para llegar al pasaje conocido como la Puerta del Infierno . Después de atravesar sus túneles llegamos a Fuertescusa . Agarrado entre los barrancos que quiebran el paisaje y los pinos ofrece una magnífica vista serrana desde la cima del Cucurucho, un monte al que ascender caminando.
Cañizares, parada básica en la Ruta del Mimbre Buscamos de nuevo las grandes extensiones de mimbreras en contraste con los pinares para lo que hemos de llegar hasta Cañizares. Coqueta y situada sobre un pequeño cerro, resulta una localidad inconfundible por las ruinas del castillo que presiden lo más alto de su cerro, ya a orillas del río Guadiela. A sus pies, recorre el barrio del Castillo, la parte más pintoresca del pueblo y luego échate a la ruta de la hoz de Tragavivos . Uno de los recorridos más vistosos de la Serranía de Cuenca que conduce sin dificultad, a lo largo de 9,3 kilómetros entre bosque de galería y pinares, hasta la Ceja de Tragavivos, un mirador natural con vistas a un hermoso pasaje natural por donde discurre encajado el río Guadiela.
Paisaje de mimbreras. Ríos bravos de la serranía El curso del Guadiela nos lleva como a los gancheros, esos bravíos hombres que surcaron estas aguas conduciendo los troncos de pinos cortados a través de los ríos Guadiela y Escabas hasta las empresas madereras. Lo hacían en los meses invernales, cuando más caudal llevan, requiriendo aún más pericia el manejo de los enormes troncos de pino solo con la simple ayuda de un gancho y su habilidad para mantenerse erguidos sobre los mismos en movimiento. De su pericia hasta el siglo pasado, cuando el transporte por carreteras sustituyó este arriesgado oficio, el escritor José Luis Sampedro afirmó que eran “los pastores de los bosques flotantes” en su libro El río que nos lleva .
Hoz del Beteta, una ruta para todas las edades El profundo tajo en la roca del Guadiela crea la espectacular hoz de Beteta . A lo largo de 8 kilómetros y con una mole rocosa continua sobre nuestras cabezas de 80 metros de altura, la podemos recorrer a pie hasta llegar a la Fuente de los Tilos . Un paseo entre un magnífico bosque de galería y cavidades misteriosas como la cueva de la Ramera (cuevadelaramera.com) colgada de un escarpe rocoso y utilizada por el hombre desde la Edad del Bronce. Se llega hasta ella por una escalera metálica para así admirar sus abundantes estalactitas y estalagmitas.
Pueblo de Beteta, pequeño y coqueto El pueblo de Beteta es uno de los núcleos más antiguos habitados de la serranía conquense y su Plaza Mayor porticada el lugar de más ambiente comunitario. Sus casas señoriales guardan la huella visible del esplendor que poseyó la villa asociado a la ganadería, ya que su lana adquirió tal fama que era de las más preciadas en Italia. Sobre el pueblo, los restos del castillo de Rochafrida son la huella musulmana que refleja la importancia que el lugar tuvo en la vía de comunicación entre Molina de Aragón y Cuenca. Los restos de su muralla descienden hacia el pueblo como única señal de que hace mil años este muro lo envolvía dejando dos puertas de acceso a la villa.
Laguna del Tobar (Cuenca). Las lagunas del Tobar Remontando el río Masegar, afluente del Guadiela, encontramos el secreto mejor guardado del lugar: las lagunas del Tobar . Desde el pueblo del mismo nombre llegamos a dos lagunas rodeadas por las formas caprichosas de la roca caliza. La Grande nos ha cautivado porque se puede caminar por su borde, entre carrizo y mimbre silvestre o masegar, con miradores y vistas a las aves que la frecuentan como las fochas, porrones y simpáticos zampullines. La vegetación envuelve a la laguna Pequeña por lo que es difícil de ver su masa de agua. El aporte ocasional de agua y el crecimiento de la vegetación hizo que la tercera de las lagunas del complejo lacustre, la Ciega, desapareciese.
Lo más curioso de la laguna Grande es la alta concentración de sales que posee en el fondo de su cubeta, a 20 metros de profundidad. Misteriosamente triplica la salinidad marina y no se mezcla con las aguas de la laguna
Antes de partir de El Tobar rellena tus botellas en la fuente del Arca porque te llevarás un agua excelente, la de Beteta. Estas en tierra de aguas con ricas propiedades minerales y de cuyo beneficio te puedes impregnar acudiendo al balneario de Solán de Cabras .
Haces de mimbres. Manojos de mimbre en forma de piras Abandonamos la Serranía volviendo a tierras alcarreñas antes de que comiencen a cortarse los mimbres. Entre finales de febrero y comienzos de marzo , se crean las gavillas o manojos con las ramas frescas recién cortadas para secarlas al sol mientras la planta sigue viva después del corte. Se amontonan en haces y, como si de una pira se tratase, encienden el paisaje de color rojo hasta alcanzar una tonalidad oscura a medida que se van secando.
Afirma el refrán popular que “con estos mimbres no se puede hacer más que este cesto” en honor al antiguo oficio cestero que el mimbre fomentó durante siglos en estas tierras. El uso del plástico y la fabricación de cestos de manera industrial no lo han hecho desaparecer pero es cierto que la demanda ha disminuido notablemente pues estas piezas como sillones, cestos y baúles solo poseen un uso ornamental.
El color del mimbre va cambiando con el paso del tiempo. Villaconejos de Trabaque Nos detenemos en Villaconejos de Trabaque , para ver los campos mimbreros recortados por los campos de cereal todavía dormidos pero también para visitar algunos artesanos del mimbre y ver sus bodegas. Estas se encuentran en cuevas que se abren al otro lado del río e inicialmente, en tiempos visigodos, fueron empleadas como viviendas. Cuando el pueblo se fue extendiendo ladera arriba pasaron a ser las bodegas familiares. Todavía están en uso y suponen un animado lugar de encuentro vecinal y entre la familia, sobre todo en época de vendimia.
Albalate de las Nogueras La fama de su vino artesanal nos lleva hasta Albalate de las Nogueras y también algunos de los campos de mimbre de sus alrededores. Estamos en un pueblo que estuvo habitado por una tribu bereber y, tras la conquista cristiana en el Medievo, sobre la que fuera su mezquita se erigió la actual iglesia de la Asunción que aúna estilos románico y gótico.
Detalle de ramas de mimbre. Valdeolivas Abandonamos la Alcarria conquense admirando campos de mimbre hasta llegar a la medieval localidad de Valdeolivas . En su iglesia nos espera un magnífico pantocrátor de trazas románicas, que permaneció oculto por un retablo barroco hasta que fue destruido durante la Guerra Civil dejando a la vista la mejor pieza de arte románico de Castilla-La Mancha.
Guía de viaje de La Ruta del Mimbre Cómo llegar
Desde la N-320 que comunica Guadalajara y Cuenca se accede a través de la carretera CM-310 y después la CUV-9002 a la Alcarria conquense. Las carreteras CM-210 y la CM-2023 nos introducen en la Serranía de Cuenca.
Dónde dormir
• En un chalet familiar conocido como La Antigua Fábrica (laantiguafabrica.es), donde te puedes alojar en un agradable alojamiento con espacio y naturaleza alrededor. Estarás en plena Serranía de Cuenca junto a la que fuera fábrica de lanas de la familia. Camino del Río s/n. Priego.
• Otra opción es una vivienda del siglo XVIII situada en Valdeolivas. Es la casa de Maese Leonardo con capacidad para 10 personas y situada en el corazón de esta villa medieval. Calle Mayor, 69. Valdeolivas.
Más información
• La Ruta del Mimbre .
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