Al primer golpe de vista, el conjunto de colinas que rodea la bahía de Valparaíso parece un pantone donde no falta ningún color. Pero lo mejor viene cuando te internas por sus calles empinadas contemplando los murales que cubren fachadas y tapias. Más de 200 obras maestras efímeras han convertido a la ciudad en la capital mundial del arte callejero.
Texto y fotos: Menchu Redondo
Murales en Valparaíso. © Menchu Redondo En 1540 Pedro de Valdivia fundó Santiago como la capital de Chile y cuatro años después construyó el puerto mercantil de Valparaíso desde el que partían los barcos hacia España. Inicialmente, la ciudad se asentó en las orillas de la bahía pero, además de las incursiones piratas de Francis Drake, la población tenía que soportar constantes tsunamis.
El mas terrible, el de 1730, asoló las costas de medio mundo, y en Valparaíso no dejo piedra sobre piedra, tragándose cualquier vestigio de la arquitectura colonial de la época de su fundación. Solo la iglesia Matriz sobrevivió en el Barrio Puerto, restaurada, eso sí, múltiples veces. Así que la población, harta de piratas y desastres naturales, fue trepando por las 42 cerros que rodean la bahía dando lugar a tres zonas bien demarcadas: el Puerto, el Plan y los Cerros .
Valparaíso es una mezcla de arquitectura colonial, porteña y victoriana que junto con el centro histórico de El Plan le valió su entrada por la puerta grande en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2003.
Fue durante los siglos XIX y principios del XX cuando la ciudad se convirtió en el puerto mas importante del Pacífico disparando una bonanza económica jamas conocida y que atrajo a colonos alemanes, franceses e ingleses, quienes dejaron su sello de identidad en una hermosa y variopinta arquitectura.
El Street Art es característico de la zona de Los Cerros. © Menchu Redondo El Barrio Puerto Al pie de los cerros y a orillas de la bahía se encuentra el Barrio Puerto, donde esta la terminal marítima de barcos mercantes con sus inmensos contenedores, transatlánticos de pasajeros y los grandes buques de la armada chilena. Para disfrutar de una visión general del trajín de este puerto tienes que dirigirte a la bahía y coger un barco que sale desde el Muelle del Prat. Anímate a dar un paseo entre los gigantescos barcos y contemplar el divertido espectáculo de los leones marinos solazándose en los pantalanes y las quillas de los cargueros.
Como en todos los lugares de costa, aquí no podía faltar el puerto pesquero y su lonja , además del mercado donde puedes comprar pescados y mariscos recién salidos del mar o incluso comerlos en los restaurantes de la zona. El Mercado de Portales se encuentra en la carretera que conduce a Viña del Mar. Tras él, se extiende una playa con los barcos varados mientras son calafateados por sus patronos y los pescadores arreglan las redes, siempre importunados por gaviotas y pelícanos que compiten con los enormes leones marinos por los desperdicios que arrojan los vendedores de pescado.
Puerto Pesquero de Valparaíso. © Menchu Redondo Centro histórico de El Plan Delante del puerto se encuentra El Plan, donde se levantan la mayoría de edificios públicos y la zona comercial Plaza Sotomayor , conocida popularmente como la Plaza de la Aduana. Recibe este nombre porque alberga el edificio de la Dirección General de Aduanas, presidido por el Monumento a los Héroes de Iquique y rodeado por el edificio de la Armada de Chile, junto al Tribunal de Justicia y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Una mezcla arquitectónica de lo más variopinta, aunque nada discordante.
Plaza de Sotomayor con el Monumento a los Héroes. © Menchu Redondo Desde allí puedes seguir la calle Cocharane hasta la plaza Echaurren, en el barrio más antiguo de Valparaíso. En este lugar es mejor guardar la cámara de fotos –si la llevas– porque, aunque Chile es un país muy seguro, nadie esta a salvo de los descuideros. Acércate al bar Liberty , que abierto en 1879 es el más antiguo de Valparaíso. Allí se mezcla el ambiente portuario con la joven bohemia de la ciudad, que intenta recuperar el lugar organizando conciertos y tertulias.
Bar Liberty. © Menchu Redondo Subir es fácil en ascensor Cuando en el siglo XIX la ciudad se extendió por los cerros se construyeron funiculares y ascensores para hacer más llevaderas las subidas desde el puerto y El Plan. Por desgracia solo quedan siete ascensores operativos y en perfecto estado de los más de treinta que llegaron a existir. En tu paseo por los Cerros incluye una subida en algunos de ellos, aunque caminar es la mejor opción para disfrutar deel arte callejero.
Los siete están incluidos en la lista Patrimonial ademas de ser Monumentos Históricos Nacionales. Tanto el ascensor Cordillera como el de Astilleros son funiculares que se elevan por vías. El de Astilleros, que sale del puerto, tiene unas vistas espectaculares de la bahía y el ascensor Polanco, construido en 1915, sigue en perfecto estado operativo. Un pasillo de 150 metros llega hasta el ascensor que sube 60 metros hasta cerro Polanco, donde se hallan algunos de los mejores murales de Valparaíso.
Ascensor de Artillería. © Menchu Redondo Los Cerros, paraíso del color Hasta 42 cerros rodean la bahía de Valparaíso, todos cubiertos por un manto de pequeñas casitas pintadas de colores chillones. Aunque nadie sabrá decirte con certeza donde empezó todo, lo importante es que la idea se extendió por toda la ciudad hasta conseguir este impresionante panorama multicolor. Y da lo mismo que sean grandes mansiones victorianas o humildes casas de muros de uralita, todas lucen coloridas y, desde hace años, artistas y graffiteros han convirtieron sus paredes y fachadas en lienzos pintados de obras maestras para hacerla todavía mas bella.
Bonitos colores en los murales de Los Cerros. © Menchu Redondo Ruta del Street Art Cerro Concepción, cerro Alegre, cerro Bellavista o cerro Polanco son los mayores exponentes del arte callejero que conforman la ruta del Street Art . Al Cerro Concepción puedes subir en el ascensor homónimo y desde allí hay que hacer otra subida, pero esta vez a pie, por la escalera Fischer que desemboca en el Pasaje Gálvez donde vas a encontrarte un montón de murales.
Cerro Alegre. © Menchu Redondo Continúa por el paseo Gervasoni y el paseo Atkinson, dos miradores bordeados por preciosas casas coloridas. En este cerro están el Hotel Brighton, de estilo victoriano inconfundible por su tono amarillo canario. En cerro Alegre se encuentra la pintada de la ‘mamie’ de Valparaíso, una abuela que desde su esquina observa el devenir de la ciudad. Fue creada por el colectivo francés Ella&Pitr cerca del Palacio Baburizza , de estilo Art Déco, que alberga el Museo Municipal de Bellas Artes y, frente a él, está el Palacio Astoreca transformado en hotel de lujo. Continúa por la calle Miramar hasta la calle Lautaro Rosas donde se han instalado talleres de artistas y galerías de arte muy interesantes.
Palacio Barburizza, sede del Museo de Bellas Artes. © Menchu Redondo Neruda y el mar desde La Sebastiana “El océano Pacífico se salía del mapa! No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana”. Este fragmento de Una casa en la Arena del poeta chileno Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura en 1971, define la relación que el literato tenía con el mar, por el que nunca le gustó navegar pero sí contemplar desde su ventana.
Casa La Sebastiana, de Pablo Neruda. © Menchu Redondo Las tres casas del poeta en Chile, la de Isla Negra al sur de Valparaíso, La Chacona en Santiago y La Sebastiana en la ciudad de Valparaíso, tienen una cosa en común: grandes ventanales desde los que se divisa el océano Pacífico.
Neruda se instaló en 1961 en La Sebastiana, su casa en el cerro Bellavista de Valparaíso. En su interior todo sigue intacto: su habitación, que compartió con sus tres esposas; el salón con la mesa siempre dispuesta para agasajar a sus amigos con grandes comilonas; y, por supuesto, el bar donde no tenía permitido a nadie traspasar la frontera de la barra considerada sus dominios y donde le encantaba ejercer de barman. En poco tiempo el cerro se convirtió en un imán para escritores que buscaban la inspiración cerca del maestro y hoy sigue siendo foco de la intelectualidad chilena , que ha convertido este lugar en uno de los más alegres y animados de la ciudad lleno de bares, restaurantes y bistrós encantadores.
Barra de bar de La Sebastiana, la casa de Pablo Neruda. © Menchu Redondo Una escapada a Viña del Mar Es recomendable hacer una escapada de un día a la ciudad balneario de Viña del Mar siguiendo la carretera de la costa. La ciudad es un lugar de veraneo muy ‘chic’ desde finales del XIX, cuando la familia Vergara-Álvarez, una de las mas adineradas de Chile, construyó un balneario y el casino para atraer a la ‘jet set’ de Valparaíso.
Playa en Viña del Mar. © Luis Villasmil Su fama mundial le llego en 1960 con el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar que se celebra todos los febreros en el Anfiteatro, ubicado en los terrenos de la Quinta Vergara donde se conserva el Palacio de Vergara. Este palacete, construido en 1910 por el fundador de la ciudad en estilo gótico veneciano, alberga el Museo de Bellas Artes . En la ciudad puedes visitar también el Jardín botánico , con más de 3.000 especies de plantas; el Museo Fonck , presidido por un moai traído de Rapanui; y el reloj de Flores , regalo suizo en 1962 e icono de la ciudad.
Más información en la web oficial de Turismo de Chile .
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