Subirte a un ferry con todos los servicios a bordo puede ser una gran manera de viajar sola y disfrutar de los paisajes y de la cultura de la Patagonia chilena. No te pierdas los detalles de un crucero por los fiordos de la Patagonia chilena en este artículo de la escritora Elisabeth G. Iborra.
Vista desde la cubierta del ferry de Navimag. Allá en Puerto Natales , un pueblo encantador y rústico con bellas casitas de madera en la punta más austral de Chile, se embarca en uno de los cruceros más bonitos que puedes hacer en tu vida. Mi recomendación es volar a Punta Arenas e ir en autobús hasta este pueblito patagónico para hacer el check-in en las oficinas de Navimag , antes de embarcar en los equipadísimos ferries que recorren los fiordos y canales chilenos. Un misterioso regalo de la naturaleza.
Los barcos de Navimag Los barcos tienen habitaciones de varias categorías, incluso para compartir a modo de albergue, pero también puedes reservar la doble para ti sola, que da gusto con su baño privado y hasta escritorio y calefacción. Entre las zonas comunes, hay un comedor general con self-service y un salón VIP donde pagas más pero te sirve una amable camarera.
Para empezar a disfrutarlo, esto es un must : el paisaje hay que salir a verlo afuera, llueva, hiele, truene o haya marejada; porque es un escándalo, escalofriante, y no sólo por el frío que puede llegar a hacer en según qué estación del año.
Los paisajes desde la cubierta de los ferries de Navimag son sorprendentes. Charlas de especialistas a bordo Pero tranquila, no es cuestión de ir todo el tiempo a la intemperie, dentro del barco pasan muchas cosas interesantes, como charlas de programación y temáticas diarias. Por ejemplo, en la primera charla, el guía nos cuenta curiosidades como que en este área hubo una glaciación hace unos 16.000 años y que los canales son más anchos (pero no por ello menos bonitos) y tienen dos salidas, mientras que los fiordos solo tienen una y, por tanto, es necesario volver sobre la estela que deja el barco a su ida.
El buque de Navimag atraviesa los canales chilenos. Este crucero, en concreto, transcurre por canales todo el tiempo, a excepción de una incursión en el fiordo Amalia para avistar el glaciar Skua y sus delfines. En ciertos puntos clave del trayecto, el transatlántico atraviesa estrechos pasos como el de White, donde te volverás loca haciendo fotos, o por la Angostura Inglesa , que no se llama angostura por casualidad.
Puerto Edén y travesía por el golfo de Penas Un día, a primera hora de la mañana, te despiertan para embarcar en una pequeñas lanchas que llegan de Puerto Edén para pasar unas horas en esta villa. De sus escasas decenas de habitantes, quedan unos aguerridos supervivientes indígenas de la milenaria cultura Kawashkar. Aprovecha para conocerlos porque dada su avanzada edad puede que no tengas otra oportunidad –y no parece que vayan a dejar descendencia que continúe con sus tradiciones–.
El paseo, que dura una hora, transcurre por sus pasarelas de madera, que te abocan hasta el cerro para que puedas obtener una amplia panorámica del Paso del Indio y luego desciendas hasta el nivel del agua mientras merodeas entre sus cabañas de madera de colores y sus porches. Fíjate en el suelo, compuesto por cáscaras de mejillón a fin de impedir que se forme barro cuando llueve sobre la tierra. Con esa climatología, no me extraña que muchos hayan emigrado a territorios más habitables, ahí no podrían sobrevivir si no fuera por la artesanía, los turistas que se la compran y la pesca que les da de comer.
Paisaje de la zona del Parque Nacional de Torres del Paine. La Estela Marinis y el barco Capitán Leónidas De nuevo a bordo, en las tres horas siguientes te enseñan la Estela Marinis , la figura de la virgen protectora de los marineros, y el barco Capitán Leónidas , que se quedó encallado en pleno canal. Te dará pereza moverte del bar para salir a fotografiar el paisaje con el frío y lloviendo a mares, pero abrígate, ponte el chubasquero y sal, luego ya te termorregularás con una buena comida y un vino chileno.
Eso sí, no olvides equilibrarte antes de atravesar el golfo de Penas, porque la travesía dura doce horas por el océano Pacífico, que es de todo menos pacífico.
Cuando sientas las olas de tres metros entenderás lo mal que le pusieron el nombre, creéme. De modo que vas a necesitar Biodramina y truquillos contra el mareo como el de la tirita en el ombligo o poner una almohada bajo la esquina del colchón para que no temas caerte si la nave salta.
Los ‘chilenismos’ Para entretener a los pasajeros durante el día, los guías van contando sus conocimientos sobre la fauna y flora patagónica o sobre los ‘chilenismos’, es decir, los modismos que conforman el peculiar idioma coloquial de los chilenos, que es para partirse.
Fundamental: ‘Altiro’, o sea, del tirón, el comodín para todo y para todos. Pero no lo traduzcas por ‘inmediatamente’, hazte el favor para no crearte falsas expectativas, es más bien el equivalente del ‘ahorita’ en el resto de Latinoamérica, es decir: ‘en algún momento, ya si eso, cuando surja’.
Durante la travesía se puede aprovechar el tiempo para realizar distintas actividades, como una clase de gimnasia. También te conviene ir al loro porque los chilenos acostumbran a buscarle el doble sentido a cualquier vocablo. Así se les ocurrió ‘aperrar’, sinónimo de apechugar, arrimar el hombro con amigos o en situaciones graves. Nuestro guay es su ‘cachay’, pero si te lo preguntan, significa que si lo entiendes, si te estás enterando, y proviene del verbo to catch en inglés. Y un ‘carrete’ es lo que celebramos la última noche del crucero, un fiestón que te deja en tu pequeño globo resaquil cuando desciendes a tierra en Puerto Montt.
Puerto Montt, un puerto y puerta hacia otros destinos Puerto Montt, denominada antiguamente Melipulli y la capital de la Región de los Lagos , se encuentra ubicada entre cuatro colinas. Tras la colonización española, ante lo complicado de poblar esta esquina del mapa, el presidente Vicente Pérez Rosales hizo un reclamo prometiendo tierras a los exploradores de todo el mundo que vinieran a establecerse en torno al lago Llanquihue y que colaboraran con la construcción de la ciudad. Los únicos que le hicieron caso fueron los germanos y Puerto Montt fue fundado en 1853. Hoy día ya cuenta con unos 200.000 habitantes.
Barcas en Puerto Montt. © Yannes Kiefer. Para honrar a Pérez Rosales por obrar el milagro, se le puso su nombre al parque nacional más popular y antiguo del país, datado en 1926. Es lo que más destaca de la ciudad, junto a la costanera, que te permite ver máquinas de trenes de antaño así como embarcaciones de todo tipo que acuden a una regata muy conocida a nivel mundial. Los paisajes son espectaculares tanto por la costanera como desde la habitación del hostal Los Navegantes a la Marina. Impresionante la paz que se disfruta desde el balcón donde se sirve el desayuno.
Dónde comer en Puerto Montt Para comer tienes varias opciones: la Feria artesanal, probar sur rica centolla o el marisco en general de la pequeña bahía de Angelmó , con su especialidad en ‘pailas’ marineras y unos ‘chupes’ deliciosos como el de jaiba. Otra opción es el mercado local situado frente a la estación de autobuses.
Y lo más interesante para una ruta completa es que este puerto es el origen hacia muchos otros destinos como Frutillar o Puerto Varas. O incluso a Argentina, a la altura de Bariloche, Torres del Paine y toda la zona de los lagos hasta el Nahuel Huapi, pero de esa belleza ya hablaremos otro día.
Frutillar. © William Justen de Vasconcellos. Información práctica · Esta travesía se realiza con Navimag que es una compañía de ferries, no de cruceros, que transporta pasajeros y vehículos. Ofrece un tipo de viaje como los de antes, perfecto para los slow travelers , y las travesías son de una semana desde Puerto Montt a Puerto Natales y viceversa. Puedes compartir cabina o reservarla completa para ti. Los precios van desde 400 dólares en cabina compartida (4 días y 3 noches cada trayecto).
· Más información sobre los destinos en Turismo de Chile .
Fotografías cedidas por Navimag.
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