Si tenéis espíritu marinero, buscáis una experiencia diferente, didáctica y divertida junto a genuinos “lobos de mar”, tomad nota, echad una camiseta de rayas y protección solar a vuestra maleta. ¡Zarpamos para pescar en la Costa de Azahar! La actividad de Pescaturismo es una experiencia real que se aleja de cualquier «turistada». © M. Antolí ¿Qué os parece si comenzamos este viaje por el final? Imaginaos en cualquiera de los numerosos restaurantes que existen en España, hay muchos donde elegir. Una cena con amigas , un buen vino para acompañar animadas charlas, sobre la mesa unas sepietas a la plancha, unos mejillones al vino blanco, un arroz con carabineros o bogavante, un pescado fresco de lonja, unas sardinas ahumadas sobre tomate…
¿Os habéis preguntado alguna vez cómo llegan los ingredientes hasta vuestros platos? Por ejemplo, los pescados y mariscos con los que se elaboran estas suculentas recetas que estamos a punto de compartir. Pues si además de unas foodies entusiastas sois curiosas aventureras esta actividad os encantará.
Amanece en el Mediterráneo. © Yolanda Cardo Pescaturismo en Castellón, un plan muy madrugador Una jornada de pesca-turismo en Castellón a bordo de “El Paraíso”, un barco pesquero de 28 metros de eslora, es una experiencia única e inolvidable. No se trata solamente de pasar unas horas en altamar, sino de experimentar en primera persona una jornada laboral junto a los pescadores. Muchas horas en las que aprenderemos, comeremos, dormiremos y disfrutaremos. ¿Listas para embarcar?
Pero antes de subir a cubierta debéis saber que tendréis que daros un buen madrugón, y no me refiero a saltar de la cama a las 6 o las 7, no, hay que levantarse mucho antes porque a las 4.30 h Pedro Guzmán, uno de los dueños y patrón de la embarcación os estará esperando en el puerto del Grau, armado con una reconfortante sonrisa, una bolsa con pan, magdalenas y algún que otro dulce para desayunar.
¡Zarpamos! Ya a bordo conoceréis al resto de la tripulación: Pablo, Enrique, Paco y Javier, tus compañeros durante este intenso y largo viaje. Mientras ellos inician las maniobras para zarpar, desde el puente de mando, Pedro junto a su hermano Lorenzo fijan las coordenadas que hoy nos llevarán hacia los caladeros del sur, frente a las costas del litoral valenciano. Lentamente nos alejamos dejando atrás las tenues luces del puerto, avanzando mar adentro rodeados de la más absoluta oscuridad.
Una jornada de pesca en ‘El Paraíso’. © Yolanda Cardo Aún faltan horas para atisbar la salida del sol. Momentos en los que no hay nada, absolutamente nada que hacer… Así que se impone matar el tiempo por ejemplo desayunando más de una vez, que el crepúsculo da para mucho, echar una cabezadita si el madrugón nos pasa factura, arrepentirse de no haber tomado una alta dosis de Biodramina … o para charlar. “Ya veremos cómo se da hoy. Ayer se dio muy bien, pero era el primer día que se abrió la veda y eso siempre se nota” nos cuentan.
Un tiempo para las reflexiones como la de Pedro sobre la salud del Mediterráneo: “para que sus aguas se recuperasen en serio se tendría que hacer una veda de al menos dos años sin pescar, para que de verdad se regenerase el caladero.” Y, cómo no, para las confidencias: “ahora no se faena con la dureza de nuestros antepasados, pero del mar no se gana mucho dinero y el que puede huye como de la peste de este oficio”, y de eso los Guzmán saben mucho ya que ellos son la cuarta generación de una estirpe marinera originaria de Peñíscola.
Quizás por ese motivo, desde hace tres años, algunos días la tripulación de El Paraíso se refuerza con grumetes ocasionales, los turistas. Es una buena forma de dar a conocer la cultura y tradición marinera en un sector muy amenazado y, además, de mejorar las duras condiciones de vida aportando unos ingresos extras.
Preparando las redes para lanzarlas. © Yolanda Cardo ¡A pescar! Un par de horas después, el alba da la bienvenida al sol. Con él la calma llega a su fin. Hay que lanzar las redes. El barco reduce su velocidad a dos nudos, los marineros, perfectamente sincronizados, ocupan sus puestos. Dos, soltando la gruesa soga que gira en enormes bobinas; otros dos, en la popa lanzando las redes, colocando las boyas y asegurando que la boca de red permanezca abierta durante aproximadamente las dos horas que dura el arrastre.
Nos abandonamos de nuevo en el placer de la contemplación. La inmensidad del mar, atisbar algún que otro delfín si tenéis buen ojo y suerte o disfrutar de la sinfonía de charranes y gaviotas. Pero os garantizo que todos estos bucólicos escenarios serán invitados secundarios, de lujo eso sí, cuando de repente sin daros cuenta aparezcáis en la cocina guiadas por los aromas que llegan desde allí. Y es que Javier aparte de marinero es el responsable de preparar el rancho como un experto chef. No tiene estrellas pero se las merece. Lo mismo te prepara una fideuá con langostinos y cigalas que un guiso de volaores y potas con salsa de tomate y cebolla o un ajoaceite adictivo. Tiene ese preciado don de apañar un manjar con cualquier “cosita” que tenga a mano, exactamente lo mismo que me pasa a mí cuando me asomo a la nevera… pura envidia. Y lo remata diciéndote que “en el mar no hay pescado malo, solo hay que saber cocinarlo”, pues será eso.
Javier, el cocinero, prepara deliciosos guisos. © Yolanda Cardo Y aquí seguimos acunados por el persistente vaivén de las aguas y el constante run run de los motores.
Tras varias horas y kilómetros de arrastre, toca retomar la actividad. La tripulación ocupa de nuevo sus puestos para iniciar la recogida. Es el único momento en el que los motores se detienen. Tened preparadas las cámaras que comienza el espectáculo. Bobinas girando a la inversa, metros y metros de gruesa soga, cadenas y redes afloran a la superficie y van desfilando por la cubierta del barco. Empezamos a ver algunos pececillos que han quedado atrapados, son solo el aperitivo de lo que está por llegar. El colofón viene cuando una enorme grúa arranca de las aguas el copo de la red y libera el contenido sobre una plataforma en cubierta: langostinos, salmonetes, quisquillas, sepionet de la punxa , gambas, gatet , cigalas, pulpos, bacaladillas, rapes, molleras y una especie lamentablemente demasiado habitual y que no corre peligro de extinción: plásticos, una lástima.
Tras la captura se procede a la clasificación por talla y especie. © Yolanda Cardo A continuación se clasifica por especie y talla, una labor que hacen casi con los ojos cerrados. Colocarlos en bandejas cubiertas de hielo para guardarlos en cámaras frigoríficas hasta la llegada a puerto.
Este ha sido el fruto del primer lance, pero hoy habrá otro más. Nos cuentan que a veces ejecutan hasta cinco lances . Todo dependerá de la distancia y del tiempo, ya que tienen que llegar a puerto antes de las 5 de la tarde si no quieren ser penalizados. Así que no os preocupéis si se os ha escapado algo en el primer lance porque de nuevo comenzará el espectáculo, misma precisión, misma coreografía, ¿misma recompensa? A ver si hay suerte.
Una jornada inolvidable a bordo de ‘El Paraíso’. © Yolanda Cardo Termina una intensa jornada de pescaturismo El camino de vuelta tras esta jornada de pescaturismo en Castellón repite guion: los guisos de Javier mientras disfrutamos del sol, interesantes conversaciones… Así nos enteramos que hace algo más de un año colaboraron con Ecoembes en la elaboración de un mapa de residuos en la zona del Levante o que su “parte”, es decir su sueldo, depende de lo que pesquen, el día que no hay pesca no reciben nada.
Puntuales llegamos a puerto escoltados por nuestros incansables compañeros de viaje, gaviotas y charranes, a ver si pillan “parte”. Tras el amarre, y bajo la atenta mirada de algún que otro pescador jubilado, se descarga la preciada carga que, en apenas unos minutos, estará lista para ser subastada, no sin cierto secretismo, y siempre a la baja, en el interior de la lonja. “El lunes es el mejor día, luego va bajando y el viernes se paga muy mal”.
La lonja, última parada de un viaje inolvidable. © Manel Antolí Y volvemos al restaurante donde iniciamos el viaje ¿Saben ya que van a pedir? Pregunta el camarero. Y entre risas y gratas conversaciones, en las que arreglamos el mundo, le pediremos un minuto más y echaremos un vistazo a la carta, esta vez, con otros ojos. Da igual si la velada transcurre en el ReLevante o en Casa Lola , cualquier restaurante puede ser el decorado de esta escena tan nuestra. Más allá de escoger entre el pescado del día, la ensalada de langostinos del Grao, las sepietas a la plancha o las puntillas de calamar, apreciaremos el valor de un oficio ancestral cuyo esfuerzo diario no está valorado ni tampoco reconocido.
CONSEJOS ETHERIA • La actividad de pesca-turismo está disponible todo el año, salvo los periodos establecidos de veda y las jornadas que el patrón considere no seguras. En su web Pesca-turismo El Paraíso , encontraréis toda la información que necesitéis. Hora de recogida, precio, ropa, calzado, etc. Desde 75 €/ persona (grupos de 3 o más) con todo incluido: excursión, comidas, visitas, etc.
• Tened en cuenta que es una jornada completa sin posibilidad de regresar una vez que hemos zarpado. Es una actividad única e inolvidable pero recordad que no es un barco de recreo y que ellos están trabajando.
• Como el madrugón no os lo quita nadie, mejor alojarse cerca del puerto. El hotel NH Castellón Turcosa es una excelente opción ya que se encuentra justo enfrente.
• Castellón de la Plana es muy desconocido. Merece la pena recorrer sus calles en las que descubriremos muchas joyas, entre ellas, la panadería centenaria el Forn Adell, abierta desde 1875 en la calle Alloza.
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