Si estás organizando tus vacaciones, saca tu espíritu aventurero porque nos vamos a Málaga para conocer el nuevo Parque Nacional Sierra de las Nieves. Descubramos las maravillas naturales y ecoturísticas del que ya es la décimo sexta estrella de nuestros parques nacionales. Montañas escarpadas del Parque Nacional Sierra de las Nieves. 1. Sierra de las Nieves, agrestes montañas Da igual que mires la rotundidad de la Sierra de las Nieves desde la Costa del Sol, a espaldas de la que se sitúa, o hacia levante, desde alguno de los miradores de la ciudad de Ronda, la silueta del nuevo Parque Nacional Sierra de las Nieves es inconfundible con sus perfiles agrestes de montaña recortados con profundos barrancos.
La nieve ya no es su protagonista –tapiza sus cumbres ocasionalmente en invierno– aunque tomara su nombre de ella, ya que antaño era habitual verla durante meses brillando sobre las cimas. De su presencia se beneficiaban los pueblos serranos haciendo acopio en pozos para garantizarse agua de calidad durante el año. Hoy ya no se ven aquellas mulas con alforjas que la distribuían por los pueblos pero sí quedan a la vista el gran territorio que abarcará el inminente parque nacional bajo su abrazo protector.
Pinsapar del P.N. Sierra de las Nieves. 2. Pinsapo, héroe del bosque Son los árboles la auténtica sorpresa en verde que destaca sobre el anaranjado paisaje que la roca caliza da a la Sierra de las Nieves. Aunque tiene maravillosos y centenarios quejigales de montaña –el roble más sureño–, salta a la vista su protagonista: el pinsapo . Una auténtica joya botánica en la que se ha puesto el empeño por su protección desde comienzos del siglo XIX, prácticamente cuando se iniciaba el movimiento conservacionista de la naturaleza europea. Testigo vivo de épocas climáticas más frías es un abeto convertido en héroe con raíces.
Se le conoce como el abeto andaluz por su capacidad de resistir el clima mediterráneo del sur peninsular. Lo consiguió gracias a acantonarse en territorios de montaña influenciados por la cercanía oceánica y con abundante lluvia. Realmente necesita que llueva a mares, aunque luego es capaz de resistir los veranos más secos, como ocurre en determinadas áreas de Andalucía y norte de Marruecos. No tendrás dudas para localizar al abeto más singular del mundo, el verde oscuro de su follaje –debido a sus hojas pequeñas y duras– hacen único el territorio donde crece el mayor pinsapar español .
La Sierra de las Nieves ha sido territorio de bandoleros. 3. Territorio de bandoleros Calienta piernas para recorrer a pie las sendas serranas. A medida que avances no solo descubrirás panorámicas solo para ti, también cómo la vegetación mediterránea va cambiando según la altura. Alcanzarás miradores espectaculares como el puerto Saucillo . A 1.200 metros abarca un panorama inmenso que te lleva hasta la Hoya de Málaga a orillas del mar. Tampoco podrás quitarle ojo a su mayor cumbre, el pico Torrecilla que llega hasta los 1.919 metros.
Aunque te sobrecogerás cuando sepas que bajo tus pies se abren numerosas cuevas y grandes simas como la GESM que, con 1.101 metros es una de las más profundas conocidas. Entre tanta serranía hay barrancos de impresión como el de la Caína, mujer ajusticiada por su prácticas de brujería. Se le obligó a saltar los más de 100 metros de desnivel de este imponente tajo. Hay muchos collados a los que ascender como el puerto de los Lobos, un auténtico cruce de antiguos senderos pecuarios. Algunos, como el puerto de la Mujer, se asocian a famosos bandoleros andaluces. Pasos Largos se escondió en los pliegues de su geografía que, gracias al aislamiento, le dieron un magnífico refugio. Legendarios personajes que pervivieron hasta mediados del siglo pasado entre historias románticas y vidas proscritas.
La Serranía de Ronda está salpicada por pueblos pintorescos como Alpandeire. 4. Trece pueblos reinventados El turismo que ha apostado por valorar la riqueza ecológica de la sierra –desde que se protegiera como parque natural y luego como Reserva de la Biosfera en 1995– ha sido uno de los grandes impulsores de los 13 pueblos que están dentro del Parque Nacional Sierra de las Nieves . Comparten arquitectura blanca de perfiles cúbicos salpicados del colorido de las macetas. Algunos exhiben restos de murallas y castillos de origen musulmán. No solo por hallarse situados en atalayas naturales como la Torre de Escalante , en Istán, sino por mostrar lienzos de la muralla y pasadizos como los del castillo de Tolox , el castillo Al-Mundat , del precioso pueblo de Monda, y el castillo de Alozaina .
Su atractivo cultural se nutre de civilizaciones como prueban las huellas romanas de la calzada de Monda o de imponentes monumentos como la iglesia de Yunquera, denominada la catedral de la serranía por sus notables dimensiones. A los restos medievales, como el yacimiento de Los Villares en Casarabonela o la acequia medieval de El Burgo, se suman invitaciones a admirar los ritmos rurales. No dejes de entrar en sus museos rurales , como el etnográfico del aceite, en Guaro, o el molino de los Mizos, repleto de aperos tradicionales del campo en Casarabonela. Deambular por sus calles y entre las estrechas callejas es aventurarse en el placer de vivir al pie de la sierra.
Cabra Montés en Maro Cerro Gordo. 5. Cabra montés, la estrella del roquedo Cuando veas que algo salta entre el roquedo, afina la vista o echa mano de unos prismáticos porque pueden ser las cabras montesas, los habitantes naturales más apreciados de la Sierra de las Nieves. Una enorme cornamenta caracteriza a los robustos machos como la que contemplas en la escultura que preside el mirador de Juanar, a 900 metros de altura en plena Sierra de Ojén. Las hembras más pequeñas y delgadas se descubren fácilmente, cuando se aprende a distinguir el color grisáceo de su pelaje del tono similar a la roca caliza. Permanecen en grupos de varias hembras junto a sus crías.
La cabra montés es un mamífero tranquilo que se alimenta de vegetación y trisca sobre las rocas más inaccesibles. Si tu visita es entre noviembre y enero podrás sorprender a dos machos de pie sobre sus patas traseras haciendo entrechocar sus cuernas mientras se dejan caer. Las hormonas están en el aire, es la época del celo y todo vale para defender a las hembras del harén.
Pueblo en la Serranía de Ronda. 6. Vecinas de altura Sería injusto decir que la Serranía de Ronda la descubrieron los escritores y viajeros ingleses del siglo XIX, porque con ello olvidaríamos a romanos y árabes, civilizaciones que hicieron de este paisaje montañoso malagueño en el que se prolonga la Sierra de las Nieves hacia el oeste, uno de sus mejores baluartes peninsulares y un maravilloso broche montañoso de la cordillera Bética. Una atalaya natural sobre el mar que la separa de su hermana, la cordillera del Rif. Sobre una gran meseta, de la que descienden tres ríos –Guadiaro, Guadalevín y Genal–, se define su geografía salpicada de pueblos blancos con trazas árabes afincados en los lugares más privilegiados. También está la ciudad de Ronda asomada a su fotografiado tajo sobre el Guadalevín, artífice de tan magna labor erosiva por la que también se le denomina como río Grande.
Su paisaje de montaña ha sido morada humana desde tiempos prehistóricos como demuestran sus cavidades paleolíticas que reúnen el mayor número de pinturas rupestres de la ribera mediterránea. Su naturaleza generosa, debido a la influencia del océano, sobresale junto al extraordinario pinsapar de la Sierra de Grazalema. En la Sierra Bermeja , próxima a Estepona, los pinsapos crecen con la peculiaridad de hacerlo sobre roca volcánica de encendidos tonos rojizos. Esta es una de las razones por las que también, junto a la Sierra Real, quedarán incluidas en los límites del parque nacional como Zona Especial de Conservación.
En el P.N. Sierra de las Nieves se pueden ver especies como el águila azor-perdicera. 7. Aves que surcan el cielo Emblemas de la naturaleza ibérica distinguen los cielos del Parque Nacional Sierra de las Nieves con rapaces como el águila real y el águila azor-perdicera ; mientras que en verano se suman las águilas culebrera y calzada. El buitre leonado utiliza la serranía como área de campeo desde sus colonias en las vecinas serranías de Ronda, Grazalema y Los Alcornocales creando en su conjunto el principal núcleo andaluz para la especie. Las zonas de roquedo son lugar para los vuelos acrobáticos del avión roquero y el vencejo real. Mientras que milanos negros y abejarucos europeos se pondrán a la vista en sus pasos migratorios hacia el Estrecho de Gibraltar.
Hay que adentrarse en la orilla fluvial para escuchar el canto del ruiseñor común, ver el vuelo dorado de la oropéndola, sorprender al martín pescador atrapando a su presa o atisbar al alegre mirlo acuático saltando entre rocas. El cangrejo autóctono es de los habitantes más exclusivos de los ríos, mientras que el más esquivo es la nutria, cuyas huellas se ven fácilmente en el barro húmedo. Caminando por el bosque puede cruzarse el vuelo fugaz del gavilán , el martilleo del picapinos o a la incesante búsqueda de insectos en los troncos del pito real, mientras se escucha el característico reclamo del cuco.
Castaños en el Valle del Genal. 8. Entre castaños y árboles singulares Además de los pinsapares y quejigares excepcionales que el parque nacional protegerá, 10 exactamente, junto a bosques de mostajos como el del Torrecilla y tejedas como la Colada de Los Tejos en Tolox, también incluirá 13 árboles singulares . Inventariados están, entre otros, varios pinsapos y quejigos longevos, el majuelo de la Cueva del Agua en Yunquera y el acebo de la Cañada del Pilar en Tolox o el castaño Santo de Istán.
En busca del pinsapo más antiguo de la serranía (550 años), el de las Escaleretas (que recibe este nombre por los escalones tallados de forma natural en la roca en el antiguo camino que llevaba desde el río Verde a Ronda y al valle del Genal) se llega a Parauta , puerta de entrada al valle del Genal y que se convertirá en el principal acceso meridional del parque nacional. Por sus laderas crecen los castaños , árboles de pocos requerimientos en su cuidado y artífices de que el valle se tiña de dorado en otoño. Introducidos por los romanos, crecen generosos fundamentando una interesante gastronomía local que ha convertido a la castaña en su protagonista.
Olivos en el P.N. Sierra de las Nieves de Málaga. 9. Olivos centenarios Los olivos que se extienden en las laderas dando generosamente sus aceitunas acumulan años en sus troncos retorcidos. En algunas zonas como Alozaina , un pueblo situado en el camino a la Hoya de Málaga, las olivas que se cultivan en las laderas de Sierra Prieta han logrado poseer denominación de origen. Degustarlas con un buen aliño, como los de toda la vida, con hinojo, ajo y romero, es parte de los placeres gastronómicos que se puede añadir a una tradicional sopa hervía o un gazpachuelo de pan y patata .
Tampoco no conviene marcharse de este pueblo con vistas a África sin probar su dulce pan de higos o sus rosquillos de arrope y miel. Si los árboles que veremos por la sierra nos dejan con ganas de admirar más flora, nada mejor que dirigirnos al Jardín Botánico de Mora i Bravard , en el pueblo de Casarabonela, donde gracias a la benignidad climatológica acumula 2.200 especies de cactus y plantas del mundo.
Atardecer en la Sierra de las Nieves (Málaga). 10. Con vistas a la puesta del sol Una vez abandonada la oscuridad de algunas cuevas visitables como la de Ojén , un monumento natural asociado a la vida local tanto como sus museos del molino de aceite y del vino, ubicado en una antigua destilería de aguardiente, es momento de buscar las últimas luces del día. Cuando el sol ya se pierde en poniente, los últimos rayos se reflejan en las cumbres de la Sierra de las Nieves. Una cita relajante con la que abandonamos la geografía caprichosa de las laderas para refugiarnos entre las primeras luces artificiales que se encienden en los pueblos.
Horas de revisar lo recorrido, descansar y hacer la planificación de nuestra ruta para la próxima jornada. Con el canto del búho real llega la noche y la notable naturaleza serrana queda envuelta de silencio. Se extiende como un manto por la gran superficie de territorio que abarcará el parque nacional (22.938,73 hectáreas) sin alteración humana. Así va a evolucionar de forma natural para convertirse en un nuevo guardián de la biodiversidad española.
Si tienes oportunidad, haz una escapada turística al Parque Nacional Sierra de las Nieves .
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