El origen del acueducto de Segovia, una de las construcciones más impresionantes que Roma edificó en la Península Ibérica, se sitúa en el valle de la Acebeda, un entorno de una belleza excepcional. ¿Nos acompañas a hacer una caminata desde su origen hasta la capital segoviana? El azud, el origen de la célebre canalización romana toma las aguas en el valle de la Acebeda. © Yolanda Cardo Cuenta la leyenda que el acueducto de Segovia lo construyó el mismísimo Maligno en una sola noche. Sospechamos que algo más les llevó a los romanos edificarlo. Concienzudos y muy pragmáticos, no se asentaban en un territorio sin una poderosa razón. La situación de la actual Segovia , entre los ríos Eresma y Clamores, fue motivo taxativo para establecerse en este estratégico territorio. Asegurar el suministro de agua a sus habitantes suponía, quizás, el factor fundamental y determinante para la ubicación de sus asentamientos. Y no valía cualquier agua, además de un caudal constante y generoso, su calidad debía garantizar la salubridad de las mismas, aunque, para conseguirlas, hubiera que alejarse varios kilómetros. La distancia no suponía un hándicap para sus hábiles ingenieros.
El acueducto de Segovia, una maravilla arquitectónica En 2016 se hizo público un estudio que apunta a que las piedras del acueducto de Segovia fueron colocadas unos años más tarde de lo que se creía, datando el inicio de su construcción hacia el siglo II de nuestra era, seguramente durante el mandato del emperador Adriano, en pleno esplendor del Imperio. Sea como sea, hoy, dos milenios después, esta extraordinaria obra de ingeniería nos sigue maravillando y, por si no lo sabías, se puede visitar casi en su totalidad.
Espectacular vista del embalse de Puente Alta. © Yolanda Cardo Desde Etheria Magazine os proponemos seguir el curso de sus aguas para conocer la cara menos visible del acueducto de Segovia, un monumental conducto pétreo cuyo rostro más conocido preside la capital segoviana. Recorreremos sus tramos más desconocidos o, si os animáis, el trazado íntegro. Cerca de 16 kilómetros que comienzan en el azud del valle de la Acebeda , en la sierra de Guadarrama, que tras recorrer la ciudad (canal soterrado incluido) de este a oeste finaliza en el Alcázar (no os perdáis este artículo) , su digno rival de selfis y de las panorámicas más buscadas. Poneos ropa y calzado cómodo porque nos vamos de excursión.
Hito del Acueducto indicando la dirección hacia la captación de aguas. © Yolanda Cardo Camino del azud, donde nace la leyenda Los primeros pasos de esta aventura nos llevan hasta la localidad segoviana de Revenga . Nada más atravesar la presa de Puente Alta (km 87 de la N-603, Madrid) o de Revenga, a la derecha, encontraréis un tablón informativo junto al primer hito de hierro con el símbolo del acueducto de Segovia (a los que que deberéis estar muy atentas porque os indicarán el itinerario y algunos van numerados) marcando el inicio del sendero en las faldas de las montañas. Esta primera parte del trayecto nos obsequia unas vistas maravillosas del pantano mientras lo bordeamos, además de ser realmente cómoda.
En primavera el paisaje luce espectacular y, si sois afortunadas, el croar de las ranas acompañará vuestros pasos. Atravesaremos puentes improvisados en nuestro camino hacia el azud. © Yolanda Cardo Avanzamos por la pista dejando atrás el embalse hasta llegar a un panel que ilustra el itinerario del acueducto de Segovia en su totalidad. A partir de ahí el camino se convierte en senda, asciende paulatinamente y el paisaje se vuelve más boscoso. Tras atravesar un arroyo, por un rudimentario puente de madera, hallaréis la señal indicativa hacia la captación de aguas, la que debéis seguir, y otra hacia el arroyo Valdeconejos que tomaremos más tarde. En este punto comenzaremos a ver los primeros pozos de registro que también serán constantes a lo largo del trayecto. Un breve y placentero paseo nos conduce hasta el azud, el lugar donde recoge las aguas del río Frío, a unos 1.255 metros de altitud.
Tramo de la cacera a cielo abierto. A partir de este punto la conducción debe salvar un desnivel de unos 500 metros. © Yolanda Cardo Este es un enclave espectacular donde nace esta magnífica infraestructura. Aquí el agua discurre mediante una cacera hacia la presa de derivación hasta alcanzar el que será el primero de los desarenadores, cuya función es filtrar las aguas de posibles impurezas, nada dejaban al azar estos romanos.
Todo alrededor es extraordinario: el sendero entre los árboles, los sonidos del bosque y de las aguas, los paisajes prístinos… Pero aún queda mucho por caminar hasta llegar al origen del acueducto de Segovia, así que toca volver sobre nuestros pasos.
Presa de derivación en el azud. © Yolanda Cardo Entre arroyos, cañadas y vacas Desandamos el sendero hacia el arroyo Valdeconejos para proseguir hacia el de Tilviejo. Seguimos el camino que, siglos atrás, los ingenieros romanos trazaron armoniosamente sobre el terreno, serpenteando entre valles y laderas, buscando la ubicación perfecta, la inclinación ideal que no erosione el canal ni deposite sedimentos. A medida que avanzamos el paisaje se torna más tranquilo y despejado, regalándonos fantásticos miradores a la sierra de Guadarrama, alguno con nombre propio, como el de la Arqueta Alta, espectacular…
Paso del arroyo de Valdeconejos. © Yolanda Cardo Veréis la correspondiente señal indicando la dirección del sendero y también la del retorno a Revenga o al embalse de Puente Alta, vosotras decidís. Si os animáis a continuar, una gran parte del siguiente tramo discurre, por encima, en paralelo con el histórico camino natural de la Cañada Real Soriana Occidental , bajo la atenta mirada de las simpáticas vacas que pastan a sus anchas, mientras en la lejanía ya se vislumbra la difusa silueta de la catedral de Segovia. En el hito nº 13 el conducto discurre de nuevo a cielo abierto sorteando una pronunciada pendiente hasta encontrarse con el arroyo Tilviejo. Este, en mi opinión, quizás sea el punto de no retorno. Deteneos unos minutos para reflexionar si regresáis a Revenga a disfrutar de un merecido descanso o bien si como dice el refrán “os liáis la manta a la cabeza” y ¡hasta el final! ¿Qué habéis decidido? ¿Seguimos?
El sendero atraviesa parajes extraordinarios. © Yolanda Cardo Peregrinando junto al Camino de Santiago ¡Seguimos! Descendiendo para salvar el desnivel de unos 74 metros durante aproximadamente 500 metros. Bajad atentas, sin prisas, porque el sendero aquí se ha desdibujado (debe ser un tramo poco transitado) y caminamos rodeadas de vegetación arbustiva y hierba. Salvada la pendiente el terreno se allana, el paisaje y la ruta se abren de nuevo y encontraremos las ruinas del esquileo de Iturbieta o de Santillana. Tras converger con la carretera que va de Riofrío a La Granja de San Ildefonso , la cual toca atravesar con mucha precaución, el ancho camino enfila ya hacia las afueras de Segovia. Pero contened la alegría y las ganas de comer… que aún tenemos por delante un buen trecho.
Tras atravesar la carretera de Riofrío a La Granja de San Ildefonso se vislumbra Segovia al fondo. © Yolanda Cardo Si antes era la Cañada Real Soriana Occidental nuestra compañera de viaje, ahora peregrinamos junto al Camino de Santiago. Un mojón de piedra con el símbolo de la vieira así nos lo indica, justo antes de atravesar el puente que cubre la línea de alta velocidad.
Si miráis al fondo, a vuestra izquierda, veréis la estación de tren, sí, allí donde llegan esos confortables vehículos climatizados en los que habríais llegado en un pispás a disfrutar del tradicional cochinillo …, de frente apenas 3 kilómetros os separan de la meta y de un suculento manjar. Encaramos la recta final entre campos y praderas, hasta el barrio Nuevo de Segovia, la última etapa y la entrada a esta asombrosa localidad.
El tramo más visible y famoso del Acueducto. © Yolanda Cardo Bienvenidas a Segovia Ya en territorio urbano, y tras haber recorrido cerca de 13 km, la mayoría bajo tierra, las aguas se adentran primero en la “Caseta de Piedra” donde pierde velocidad, se regula el caudal y se filtra nuevamente antes de fluir a superficie. A continuación discurre sobre un muro de mampostería hasta alcanzar un segundo desarenador, el de “San Gabriel”, en la avenida Padre Claret, un pequeño depósito rectangular donde tras una segunda decantación la conducción aflora transformada en la espectacular obra de arcos de piedra que en su altura máxima alcanza los 28,10 metros a su paso por la célebre plaza del Azoguejo. Un total de 120 pilares sustentan los 167 arcos del magnífico acueducto de Segovia, catalogado, junto a la ciudad, como Patrimonio de la Humanidad en 1985.
Un total de 120 pilares sustentan 167 arcos. © Yolanda Cardo Quedaos con esta espectacular imagen porque al final de la escalinata que nos lleva hasta la plaza del Seminario, esta sensacional infraestructura hidráulica vuelve a desaparecer bajo el subsuelo segoviano. A partir de aquí, durante los 1.220 metros que lo separan del final, el canal continuará soterrado. Unas pequeñas placas de bronce , con el relieve de su silueta, sobre el pavimento nos indicarán los puntos de interés de este oculto recorrido, que atraviesa calles y plazas, hasta concluir en el monumental Alcázar.
El Acueducto finaliza a puertas del famoso Alcázar. © Yolanda Cardo Consejos para hacer la excursión del acueducto de Segovia Sobra decir que cualquier excursión precisa planificación. Ropa y calzado cómodo, protección solar, agua y comida. Pensad que podéis hacer solo un tramo, el del azud es una maravilla, o todo el recorrido que os llevará entre 5 o 6 horas dependiendo de vuestro ritmo y vuestra forma física. Si es así, y no habéis ido en dos coches, un taxi desde Segovia a Revenga (unos 9 km) entre varias no es muy costoso. A no ser que queráis repetir la ruta a la inversa… todo es ponerse.
En la oficina de turismo de Segovia encontraréis toda la información necesaria, así como planos y rutas descargables para organizar vuestra visita.
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