Con casi 370 kilómetros cuadrados de superficie, el lago de Garda es el mayor de los lagos de agua dulce de Italia. Al pie mismo de los Alpes y rodeado de bellísimas localidades de urbanismo impecable, todas conectadas por una serpenteante carretera litoral, es una magnífica opción para hacer una ruta en coche de tres días en cualquier época del año.
Aperitivo en el centro histórico de Riva del Garda. © Carlo Baroni/ Alto Garda Muchos dicen del lago de Garda y su zona de influencia que es el Mediterráneo de los Alpes. De hecho, el microclima que lo caracteriza permite la producción de frutales, como los célebres limones del Garda, olivos y viñedos. Algo imposible en otras zonas del Norte de Italia. Las analogías mediterráneas van mucho más allá de lo meramente climatológico. El lago de Garda parece un auténtico mar interior: las localidades más importantes tienen verdaderos puertos (no simplemente embarcaderos) y desde algunos puntos panorámicos de la zona norte lo que se observa es un horizonte acuático, siendo imposible divisar las localidades del Sur.
Así que, casi como el mar que es, todo el perímetro está salpicado de playas pedregosas que hacen las delicias de viajeros de toda Europa (sobre todo alemanes y suizos), que suelen copar la mayor parte de los alojamientos del lago durante el verano.
Carretera en zona sur del lago de Garda. © Alfredo G. Reyes El punto de partida lógico para esta ruta en coche de unos tres días es cualquiera de las localidades meridionales del lago. Hasta ahí llegan las carreteras más cómodas desde Brescia o Verona y, desde la localidad elegida, resulta fácil planificar excursiones de una jornada por la orilla lombarda o véneta del lago, para llegar hasta Riva del Garda, ya en la provincia alpina del Trentino.
Nuestra propuesta es que ese punto de partida y referencia sea, sin duda, el pueblo más escenográfico y seductor del lago de Garda: Sirmione.
Jamaica Beach, en Sirmione. © A.G.R. Sirmione, punto de partida en la ruta del lago de Garda A esta localidad ya le tenían gran querencia los romanos antiguos. Allá por la época imperial (desde el siglo II antes de nuestra era) la nobleza patricia venía aquí para beneficiarse de los efectos del termalismo, una de las singulares características de esta península. Los restos arqueológicos, entre los que destaca la llamada Cueva de Catulo, dan fe de ello. Esa construcción residencial, por cierto, no perteneció al célebre poeta clásico, que nació bastante tiempo después… Se encuentra junto a la activa (en verano) Jamaica Beach, con un sui generis chiringuito desde donde disfrutar de los mejores atardeceres de la zona.
Continuando con el tema termal merece la pena disfrutar de unas horas de auténtico relax en las modernas instalaciones de Aquaria Thermal Spa y aprovechar los efectos mineromedicinales de Sirmione. Muy cerca está el parque María Callas , en homenaje a la gran diva del bel canto, que disfrutó aquí de varias temporadas de descanso, en los años 50 del siglo XX, mientras mantuvo su relación con el empresario Giovani Battista Meneghini.
Jardín con el lago de Garda de fondo en Sirmione. © A.G.R. Por lo demás, Sirmione es una bonita villa medieval encerrada en los muros de una fortaleza que mantiene sus escenográficos torreones, almenas y portones de acceso. Un entorno ideal para pasear, para reponer fuerzas en sus muchos restaurantes o, simplemente, tomarse un helado junto al puerto y dejar pasar el tiempo observando el trasiego de barcos de pasajeros.
Fortaleza de Sirmione. © A.G.R. Dónde comer Ristorante Risorgimento : es un buen lugar para degustar de una forma contemporánea y creativa los sabores (ingredientes) del lago, muchos de ellos producidos en sus riberas o capturados en sus aguas.
Dónde dormir Hotel Villa Cortine : si te lo puedes permitir es, sin duda, el alojamiento con más personalidad, historia y estética del lago. Y si se sale de tu presupuesto de viaje, siempre puedes venir aquí a tomarte un spritz u otro aperitivo a la italiana. Doble con desayuno desde 280 euros.
Hotel Ca’ Serena : más asequible y más moderno que el anterior, y con bonitas vistas al lago, pues se encuentra, prácticamente, sobre su superficie. Habitación doble con desayuno desde 96 euros.
Panorámica de Desenzano, en el lago de Garda. © A.G.R. Desenzano, la más poblada del lago de Garda Esta es la localidad más extensa y poblada del lago de Garda. Es también la que alberga más playas (si te vas a bañar, cangrejeras o escarpines son absolutamente necesarios) y la que tiene más vida nocturna (sobre todo en la época estival).
Pero Desenzano tiene también un bonito casco histórico, con su pequeño puerto de barcas y barquitos junto a la plaza Giuseppe Malvezzi y sus cafés, terrazas y restaurantes, su puente a la veneciana, sus casas pintadas de colores y su castillo. Desde este último se domina no solo toda la ciudad sino también buena parte de la superficie del lago, con las montañas alpinas al fondo.
Como curiosidad para amantes de la gastronomía y del queso, en particular, Desenzano es la sede de la denominación de origen del grana padano . Y en el entorno del lago también se producen variedades de parmesano, gorgonzola y mascarpone.
Desenzano del Garda. © A.G.R. Dónde comer (o cenar) Santa – La pizza buona e giusta : no solo pizzas (por cierto, bien originales, buenas y, efectivamente, con un tamaño justo); este es un buen local donde degustar pastas diversas, ensaladas y productos regionales (como las distintas variedades de salumi italianos) interpretados en una versión muy actual.
Tagliatelle funghi, en el restaurante Santa (Desenzano). © A.G.R. Saló y Gardone Estas dos localidades vecinas están íntimamente ligadas a la convulsa historia de la Italia de mediados del siglo XX: durante algo menos de dos años (1943-45), Saló fue la capital de la República Social Italiana, infausto gobierno títere al servicio de la Alemania nazi.
Por su parte, en Gardone el escritor y político Gabriele D’Annunzio (para muchos, precursor del fascismo italiano y mentor de Benito Mussolini) construyó un gran complejo arquitectónico homenaje a las víctimas italianas de la I Guerra Mundial (1914-18) y también como exaltación de la obra del propio literato: el Vittoriale degli Italiani .
Más allá de cuestiones políticas, lo cierto es que ambas son unas deliciosas localidades de doble faz (ribereña e interior), plagadas de villas residenciales, pequeños restaurantes y callejones cuajados de flores en los que perderse en un agradable paseo. También merece una visita el Jardín Botánico Fundación André Heller , una ensoñación oriental en la que se pueden pasar horas y horas de auténtica placidez.
Panorámica desde Gardone con el lago de Garda al fondo. © A.G.R. Limone sul Garda Desde el sur es el último pueblo de la ribera lombarda del lago antes de llegar a la región trentina. Rodeado de frutales (fundamentalmente limoneros, de ahí su nombre), el casco urbano de Limone está encajado en las estribaciones de los Pre-Alpes: tanto, que el parking público es un auténtico alarde de ingeniería, distribuido en nueve plantas horadadas en la roca, que conectan la parte alta de la localidad y la zona ribereña, que es la más atractiva y mundana.
El casco urbano de ésta, junto al puerto y una bonita playa pedregosa, está lleno de tiendecitas gourmet (donde adquirir limones, caramelos de limón y limoncino , licor elaborado con ese mismo cítrico), terrazas y restaurantes con vistas al lago.
Dónde comer Scaloni 20 (Via Castello 20): cocina italiana de libro (pasta, pizzas, tablas de embutidos locales). Pero por lo que recomendamos este local es por sus magníficas vistas, por sus spritzs y por su tarta de limón.
Limone sul Garda. © A.G.R. Peschiera del Garda Peschiera del Garda es la localidad más cercana a Sirmione por la parte véneta (provincia de Verona). Es decir, un lugar ideal como inicio de otro día de ruta por las riberas del lago. Aquí es donde éste desagua en el río Mincio que, a su vez, desemboca 75 kilómetros más allá en el Po.
Paseando junto a sus murallas, su pequeño puerto, sus plazas y callejones es imposible no darse cuenta de la influencia que la Serenísima (la histórica República de Venecia) ha tenido en el urbanismo y arquitectura de la zona. Como en el resto de la urbes ribereñas, aquí todo está milimétricamente colocado como para un set de rodaje: desde cualquier adoquín de sus calles hasta las composiciones florales que decoran parterres y jardineras exteriores.
Llegada del ferry a Assenza. © A.G.R. Bardolino Aquí está la sede de una de las denominaciones de origen vinícolas más conocidas de Italia. Muchos de los vinos de Bardolino (consorziobardolino.it), en su mayor parte rosados, aún se embotellan en típicas botellas abombadas, medio vestidas con tejido de caña. Aunque lo cierto es que los bodegueros de la zona apuestan, cada vez más, por nuevas formas de interpretar y ensamblar sus vinos.
En cualquier caso, es una delicia conducir en torno a la localidad, con esa irresistible escenografía que conforman viñedos y haciendas vinícolas. Además, entre Peschiera y Bardolino se encuentran varios parques temáticos que tienen un gran predicamento entre familias italianas y de los países limítrofes: Gardaland (gardaland.it) y Movieland Studios (canevaworld.it), entre otros.
Dónde comer Locanda Al Cardellino . En Cisano, a unos cinco minutos en coche de Bardolino, este negocio tradicional es un auténtico panegírico de la cocina véneta e italiana. Sus platos de pasta (hecha en la propia casa) son una delicia y resulta muy difícil elegir entre tantas variedades y salsas. Por supuesto, la selección de vinos locales es fantástica.
Fortificación en Torri del Benaco. © A.G.R. Torri del Benaco Muy próxima al pueblo de Garda, el nombre de Torri del Benaco viene del que los romanos le dieron al propio lago (Benaco). De hecho, aquí se conserva aún el puerto construido en la época imperial y que, como entonces, es fundamentalmente pesquero.
Destaca también aquí el grandioso Castillo Scaligero (siglo XIV), junto al agua. Muy próximas están las villas, palacios y hoteles históricos en los que residieron por temporadas personajes como (de nuevo) María Callas, Vivien Leigh, Laurence Olivier, Carlos de Inglaterra o Juan Carlos de Borbón, entre otra variada «mundanidad».
Malcesine Malcesine está justo en el lugar donde el Monte Baldo (2.218 metros) entra en contacto de forma vertiginosa con el lago de Garda. Aquí está la estación de partida de una de las atracciones más conocidas de la zona: el teleférico del Baldo que asciende hasta los 1.800 metros de altura. Una auténtica experiencia, no aconsejable para quien sufra de vértigo, que tiene como premio final disfrutar de las que, sin duda, son las mejores panorámicas del lago y las montañas que lo rodean. Además, la estación de llegada la utilizan muchos como plataforma para explorar la diversa naturaleza de este monte y llegar hasta su cima.
Veleros en Riva del Garda. © Fabio Staropoli Riva del Garda y Torbole Hemos dejado estas localidades como última etapa de nuestra ruta en coche, pero hidrológicamente hablando es aquí donde está el origen del lago de Garda: es el agua de los ríos y torrentes que pasan por ellas (fundamentalmente el Sarca), procedentes de las cumbres alpinas, los que lo llenan.
Por la distancia desde Sirmione (unos 70 kilómetros) puede ser la tercera y última etapa de recorrido en coche por el lago y, una vez visitadas estas localidades, regresar a casa o continuar explorando otras zonas del Norte de Italia.
Riva del Garda , con su concurrido puerto, es un buen lugar para practicar deportes relacionados con la vela. Pero también es un señorial casco histórico al que se asoman antiguos palacios señoriales y callejuelas flanqueadas por las inefables casas de colores.
Riva del Garda. © Ronny Kiaulehn En sus restaurantes se puede aprovechar para degustar la gastronomía trentina y alpina, que difiere en parte de la zona más meridional del lago. Por ejemplo, se puede probar la tan norteña polenta y acompañarla de delicias como la carne salada y el speck (jamón curado). Y luego continuar con un risotto al teroldego (con vino tinto) o, en días fríos, unos canederli (albóndigas de carne servidas en un suculento caldo), terminando con un strudel (tarta de manzana) de libro.
Dónde comer Villetta Annessa . Cocina tradicional trentina y del lago, ideal para amantes de la carne bien hecha al fuego de leña. Un lugar cálido y confortable, adonde conviene venir sin prisas y con (muchas) ganas de disfrutar de la comida.
Aperitivo en los jardines del © hotel Villa Cortine. Más información Lago di Garda- Lombardía , Turismo de Brescia y Turismo de Italia .
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