Como puerta a los Pirineos, Huesca es una escapada que siempre apetece. Es una delicia callejear por sus bucólicos pueblos sin perder de vista las imponentes montañas que cierran el valle. Sentiremos que tocamos el cielo recorriéndolas entre flores alpinas, asomándonos desde sus vertiginosos miradores o al llegar a la orilla de preciosos lagos de montaña. Sigue leyendo para conocer todos los secretos del valle de Chistau. Bordas junto al refugio de Viados. Entramos en un país de montañas al pisar la comarca aragonesa del Sobrarbe. Tanto más si vamos lo más al norte posible, al valle de Chistau o Gistaín que el río Cinqueta perfila entre cumbres que superan los 3.000 metros. Un lugar que nos contagia de un acento especial, el chistabino.
En su mayor cumbre, el Posets , se funde la nieve que alimenta al río y nutre la vida de sus pueblos y las actividades de sus gentes. Con sus 3.375 metros es la segunda cima más alta de la cordillera pirenaica. En este imponente paisaje montañoso hemos buscado unas pistas imprescindibles para tu próxima escapada al valle de Chistau .
Desfiladero de La Inclusa. Pueblos de piedra del valle del Chistau Al entrar en Chistau, se empieza a desplegar un valle de grandes montañas y pequeños pueblos a medida que avanzamos siguiendo la carretera A-2609. Después de atravesar los túneles el desfiladero de La Inclusa , el angosto paso y única entrada al valle que lo mantuvo aislado hasta los años 60, el rotundo macizo de Cotiella nos da la bienvenida montañesa al llegar a Plan . Este pueblo es famoso desde hace 36 años por la caravana de mujeres que organizaron los mozos del pueblo con fines matrimoniales después de ver la película “Caravana de mujeres” en el bar Casa Ruché . En el conjunto urbano, rodeada de casas de arquitectura tradicional pirenaica con agudos tejados de pizarra y algunas fachadas blasonadas, asoma la iglesia de San Esteban , que aún deja ver sus trazas románicas.
Ibón de Plan. Ruta al refugio de la princesa pirenaica No podemos visitar Plan sin buscar su lugar más legendario: la Basa de la Mora , como se conoce a un lago o ibón –así se denomina a los lagos de montaña en aragonés– encantado. Entre paredones calcáreos, el ibón de Plan, situado a 1.900 metros de altitud, es donde llegó una princesa mora que huía de los continuos enfrentamientos entre moros y cristianos. Su espíritu quedó atrapado entre las frías aguas del ibón.
Según la leyenda, al amanecer del día de San Juan hay quienes, al lavarse la cara con sus aguas, han visto la imagen de la legendaria dama de las cumbres. Eso sí, han de ser puros de espíritu para contemplarla danzando entre velos en el centro del lago. Para llegar hasta allí se puede caminar desde Plan unas 3 horas salvando un desnivel de 960 metros. También es posible aproximarse en coche hasta el refugio de Labasar , donde comienza la senda que conduce al ibón en apenas 30 minutos de recorrido.
Paisaje ganadero en San Juan de Plan. La magia de Pirineos Cuando se llega al pueblo de San Juan de Plan se despliega la típica estampa pirenaica de casonas de piedra y enormes chimeneas troncocónicas culminando su conjunto urbano ordenado alrededor de la iglesia. Entenderás cómo han vivido sus gentes ante un entorno de pura montaña si visitas el museo Etnológico . Entre enseres y elementos de la vivienda típica, llama la atención la fuerza de las tradiciones rurales.
También entran ganas de regresar en sus dos celebraciones más populares y arraigadas: los carnavales y el día de San Juan, cuando tiene lugar la fiesta de la Falleta . Los vecinos van hasta la borda de San Mamés y en la Planeta de la Falla comen y beben alrededor de las brasas. Cuando llega el atardecer vuelven al pueblo en fila, cada cual con una antorcha, creando una llamativa imagen de luces serpenteando por la ladera.
Río Cinqueta. A las puertas del cielo, ruta entre lagos y flora alpina Una de las rutas más encantadoras que realizar desde San Juan de Plan es la que conduce hasta la ermita de San Mamés . Sigue el viejo camino entre el valle de Chistau y Benasque hasta alcanzar la ermita, entre bordas, que es como se llama a las cabañas de montaña utilizadas por los ganaderos de San Juan en las tareas de campo veraniegas.
De regreso al pueblo, a medida que la carretera se hace más sinuosa valle arriba, hacemos un alto en el Puente de los Pecadores o Puen Pecadó como lo denominan localmente. Aquí se puede llegar caminando desde San Juan de Plan en una amena ruta familiar de 1,5 kilómetros por la ribera fluvial. Desde lo alto de su arco de piedra cuentan que se ajusticiaba a los pecadores siguiendo las leyes chistabinas.
Nos acercamos a la cabecera del valle, que forma parte del área más oriental del Pirineo aragonés integrándose en el parque natural Posets-Maladeta.
En San Juan de Plan se halla el Centro de Interpretación donde podemos informarnos de las numerosas posibilidades montañeras que ofrece este parque distinguido por algunas de las cumbres más altas de la cordillera pirenaica –Aneto, Maladeta y Pico Perdiguero–, así como de sus glaciares –los más meridionales de Europa–. Y de las mejores rutas para disfrutar de la espectacular flora alpina en primavera o para descubrir el centenar de sus lagos glaciares.
Quesos artesanales de Saravillo. Comerse las montañas: quesos y carnes asadas del valle de Chistau No hace falta tocar cumbre en el Posets para disfrutar plenamente de esta bella montaña pirenaica, basta con seguir la ruta circular entre los tres refugios –Viadós, Angel Orús y Estós– para contemplarla desde todas sus caras. Antes hay que reponer fuerzas y nada mejor que con los productos de la tierra, como los de Chistau Natural, fruto de una ganadería apegada a los ritmos que marcan las estaciones en la montaña. Si prefieres degustarlos a la mesa haz un alto en Gistaín, el pueblo más alto del valle de Chistau, concretamente en Casa Petris , y saborea el paisaje con sus carnes asadas. No menos inolvidables son los Quesos artesanales de Saravillo hechos con leche de cabras y vacas que has visto alimentándose en estas altas montañas.
Quebrantahuesos en el valle de Chistau. Reyes del cielo, el reino del quebrantahuesos En Gistaín o Chistau, el pueblo escalonado en la ladera del que sobresalen tres torres (las de su iglesia y las casa Tardem y Rims), se abarcan espectaculares vistas panorámicas desde miradores como el de la Cruz del Grau o la Cruz de Puyadase . Este pueblo es donde acaba la carretera, a partir de aquí es pura montaña y el reino del quebrantahuesos. Estás en el mejor sitio del mundo para ver a un ave de las más amenazadas de Europa. Su territorio es la montaña, los cortados y paredes escarpadas a los que ha regresado gracias a un proyecto de reintroducción desarrollado por la Fundación Quebrantahuesos en colaboración con los ganaderos del valle.
Vista de La Comuna y Serveto. Un regalo de despedida Antes de abandonar el valle, después de atravesar de nuevo el desfiladero de La Inclusa, una desviación nos lleva hasta La Comuna . Así se conoce a una pequeña comunidad de municipios –Sin, Señes y Serveto– situados en un barranco recóndito, pero unidos desde el medievo para gestionar sus montes y reparto de pastos mediante una junta o xunta de vecinos. La población de Sin es el núcleo más grande de este pequeño valle y guarda las casas más imponentes con sus grandes chimeneas y tejados de pizarra rojiza. Está separado de Chistau por las peñas de Artiés y San Martín. Señes es el que sufrió la mayor despoblación. Desde Serveto , el pueblo que sirvió de refugio a monarcas del reino aragonés, se puede realizar una bonita ruta que, en 6,5 kilómetros, nos lleva por los tres núcleos con un bello panorama del rincón más remoto de Pirineos.
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