Sania Jelic concluye su viaje por Sudamérica y Centroamérica después de más de cinco meses recorriendo diversos países. Lo hace en la costa caribeña de Guatemala, concretamente en la ciudad de Livingston, y en Belice, donde vuelve a disfrutar de su afición al buceo. Un broche perfecto para un itinerario lleno de lugares increíbles y personas que recordará para siempre y que nos ha contado en primera persona en Etheria Magazine. Ya estamos deseando conocer su próxima aventura.
Sania en South West Caye Marine Reserve, en Belice. © Sania Jelic Cuando estaba en Guatemala decidí no ir al yacimiento arqueológico Tikal porque me parecía demasiado alejado, pero me suscitaba curiosidad la ciudad de Livingston, situada en la costa caribeña, ya que tiene una historia muy interesante. Así que emprendí el camino, que duró treinta horas. Salí de Panajachel, en el lago Atitlán a las nueve de la mañana y llegué a Antigua. Ahí tomé un Uber hasta la terminal de autobuses de la ciudad de Guatemala. Tuve que esperar un poco hasta subir al autobús que llevaba a Río Dulce (me parecía mejor opción que Puerto Barrios, cuya reputación es peor).
Por la mañana me quedé asombrada al ver el magnífico paisaje del río. El recorrido por el Río Dulce es de ensueño. Agua turquesa, bosques primarios, manglares, islotes con colonias de aves, embarcaderos, villas, cabañas, hostales escondidos en la maleza… Me hubiera gustado explorar el delta unos días para desconectar completamente del siglo XXI. Pero iba camino de Livingston.
Navegación por Río Dulce. © SJ Livingston, ¿quieres hablar garífuna? El garífuna, también conocido como garínagu , es el idioma de los caribes negros descendientes de africanos, de los aborígenes caribes y de los arahuacos de varias regiones del Caribe, que tienen la reputación de no haber sido esclavizados jamás. Hay unos 600.000 y viven principalmente en Honduras y Guatemala. En Livingston son la mayoría de los 80.000 habitantes. Se celebra su cultura, su idioma y su danza, que fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Unesco.
A Livingston se puede llegar sólo por vía acuática. Es como una burbuja de población negra en Guatemala. Las conexiones en lanchas con Río Dulce, Puerto Barrios y Punta Gorda son aleatorias y la hora de salida depende sobre todo de la cantidad de pasajeros. Pero llegar, se llega. En algún momento.
Al llegar a Livingston me hablaron de Diana, que lleva el restaurante Las Tres Garífunas y fui a buscarla. Tuve que esperar porque estaba reunida con representantes de Naciones Unidas debatiendo las posibilidades de reconocimiento y preservación de la cultura garífuna.
Sania con Diana Martínez Leiva de Franzua, creadora de “Livingston Emprende” y propietaria del restaurante “Las tres Garífunas”. © SJ Diana Martínez Leiva de Franzua es todo carácter y, junto con su madre, ha dedicado su vida al reconociendo de esta cultura. Ella está en la Escuela de Formación Política Garífuna y ha creado ‘Livingston emprende ‘, un proyecto que actualmente cuenta con 25 mujeres emprendedoras. Hay mucho orgullo y ganas de crecimiento y empoderamiento. La entrevista con ella está en el canal de YouTube @timelesstalesSania
Una cultura en riesgo En el Centro Cultural Garífuna hay una exposición interesante de objetos pertenecientes a esta cultura. Lo mejor es que a diario acuden grupos de escolares de hasta 150 alumnos a practicar el idioma, cocinar, diseñar vestimentas y aprender sobre sus tradiciones. Es importante ya que hay peligro real de su desaparición debido al estilo de vida moderno.
Casa de la Cultura Garífuna. © SJ En los años 60 y 70 hubo mucha inmigración al extranjero y los garífunas que viven fuera envían dinero y ayuda a sus familias. Eso, combinado con las limitadas opciones laborales, induce a una cierta pasividad. En los últimos años han llegado guatemaltecos de otras regiones más inestables del país y se han hecho con muchos de los negocios de la principal zona comercial donde antes se vendía artesanía local. Hoy, en vez de arte garífuna, en las tiendas se ofrecen productos importados de China o, como ellos dicen, “de plástico”. Quizás el turismo, bien gestionado, podría ser una buena ayuda.
La pesca garífuna En la playa pude observar una familia de pescadores en plena faena que usaban una técnica de pesca tradicional con redes. Con una lancha colocaban las redes en un semicírculo respecto a la orilla, y, desde ahí, las mujeres tiraban de las terminaciones de las redes, arrastrando la red hacia la orilla con lo que se había enredado en ella. Todos entraban al mar con ropa, lo que en el caso de las mujeres significaba mojar la vestimenta tradicional de tejido bordado y pesado. ¡Me sorprendió la alegría con la que trabajan! A pesar de estar realizando un esfuerzo físico considerable, bromeaban y reían. Creo que es parte de su manera de afrontar la vida.
Pesca tradicional en la playa de Quehueche en Livingston. © SJ Belice y su barrera de coral Quería ver la barrera de coral de este país. Sus trescientos kilómetros (de los novecientos en total que se extienden desde Cancún hasta Honduras) son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y la mitad de los 250.000 turistas que reciben al año vienen aquí para bucear. Y con razón. De hecho, el 36% de su territorio de bosques y manglares está protegido.
Me apetecía muchísimo una inmersión tranquila, con arena blanca y pececillos de colores después de tanto tiburón en las islas Galápagos. Así que decidí ir al punto más cercano donde realizarla: Placencia, en Belice.
Belice fue territorio maya y el sesenta por ciento su población tiene hoy esta ascendencia, con fuerte presencia de criollos, mestizos y garífunas. El territorio no fue colonizado por los españoles al no tener ni oro ni plata, pero sí por los ingleses en 1840. El idioma oficial es el inglés, hablado por el 63% de los 400.000 habitantes, seguido del español y el criollo.
Debido a su posición geográfica y a que su moneda tiene paridad con el dólar americano, leí que se está volviendo un destino popular para el blanqueo de dinero y el narcotráfico. No vi nada de eso durante mi breve estancia en Placencia. De hecho, parecía todo muy seguro. Había expatriados canadienses, norteamericanos, navegantes que hacían escala y un ambiente relajado y agradable.
Inmersión en Punta Gorda Aun así, el trayecto en lancha fue de película de narcos. ¡Hicimos el trayecto a Punta Gorda en menos de treinta minutos, volando y dando golpes sobre la superficie del mar! De ahí en autobús a Mango Creek, en taxi al embarcadero y en lancha a Placencia. Llegué a las 16.30 h y fui al primer centro de buceo que vi en la calle llamado Splash Diving . Allí me dijeron que no tenían disponibilidad para los próximos días, aunque al final consiguieron hacerme un hueco, algo de lo que estoy muy agradecida.
South West Caye Marine Reserve es una isla donde se para en la excursión de buceo en Belice. © SJ El buceo estuvo bien, aunque no eran precisamente pececitos de colores sino más bien tiburones nodriza acostumbrados a ser alimentados por buceadores. Nos seguían como una manada de perros callejeros. Son inofensivos para el humano (tienen dientes pequeños), pero espantaban a los peces de colores que quería ver (pez loro, pez mariposa, pez cirujano…). Aun así, las inmersiones fueron divertidas y se fondeaba en islas de postal. Qué buena manera de rematar el viaje en Centroamérica.
El final del viaje Tuve que regresar a Antigua porque ahí había dejado mi maleta y tenía el vuelo desde Guatemala. El regreso me pareció demasiado rápido y me estaba poniendo melancólica porque mi viaje se estaba acercando a su fin…
Quise grabar un vídeo de “conclusión de viaje” en la Plaza Central en Antigua y pedí a una mujer joven que estaba ahí con su marido e hija que por favor me sujetara el móvil para hacer la grabación. Pero al intentar hacerlo, me venían a la mente recuerdos de las personas que conocí, los paisajes que vi y anécdotas que me emocionaban y me impedían hablar. Terminamos abrazados los tres. Al final conseguí tranquilizarme y pude grabar algo.
No sé cuánto tiempo tardaré en asimilar las impresiones del viaje. De momento estoy repasando las fotos y reviviéndolo para de ahí sacar anotaciones de «tips» y consejos de viaje que compartiré en mi cuenta de Instagram y en Etheria Magazine. Creo que habrá cosas interesantes, además de las fotos y vídeos que se quedaron sin compartir por falta de tiempo.
✅ Lo que sé es que si yo a mis casi 67 años he podido hacer este viaje, ¡tú también puedes! Gracias por acompañarme.
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