En época navideña, la ciudad austríaca celebra numerosas tradiciones folclóricas basadas en mitos y leyendas. Una de las más asombrosas es el pasacalle de los krampus, que llena de diabólicas figuras, ruido y fuego las calles de Salzburgo el 5 de diciembre. Si ya visitar los mercados de Navidad durante el Adviento es suficiente motivo para visitar esta ciudad, si le añades el pasacalles del krampus se convertirá en una escapada original y única.
Aterrador Krampus en Salzburgo. © Pedro Grifol. En cualquier época del año la ciudad austríaca de Salzburgo supone un viaje atractivo, pero si hay un momento aún más emocionante es durante el Adviento, es decir, las semanas previas a la Navidad. Los salzburgueses se lanzan a la calle a beber vino caliente y a comer las tradicionales galletas de jengibre; y a pasear por los mercadillos para comprar artículos navideños decorativos que los lugareños tienen a gala decir que estar fabricados por artesanos del país… ¡y no en China!
Pero, durante estos días, no todo será paz y tranquilidad, ya que el ambiente navideño es interrumpido por una tradición sujeta al saber popular: la Krampusnacht (Noche de Krampus ).
Salzburgo bajo la nieve. © Tourismus Salzburg GmbH San Nicolás y el origen de los krampus Las tradiciones que el folclore ha creado para aterrorizar a los niños son numerosas y, muchas de ellas, sobreviven en algunas zonas rurales de países centroeuropeos. Austria es uno de ellos. Si bien, hay que decir que mientras que en remotos pueblos del mapa austriaco –situados en valles inaccesibles–, las costumbres han resistido a la influencia de la Iglesia, en las áreas urbanas muchos ritos han sufrido sincréticas metamorfosis por la influencia de la liturgia cristiana.
El devenir de los tiempos llevó a Salzburgo la figura de los krampus, aterradoras criaturas que aparecen en diciembre en un espectacular pasacalle acompañando a un prócer de la Iglesia Católica: el obispo San Nicolás. La tradición sobrevive hoy en día rememorando una vieja leyenda en la que la Iglesia ha dejado su impronta ¡cómo no!
El propósito de estos diabólicos personajes es llevarse a los niños que se han portado mal durante el año (los niños malos) en contraste con San Nicolás, que premia con regalos a los niños buenos.
San Nicolás y uno de los krampus con el cesto para llevarse a los niños. © Pedro Grifol. El evento, que tiene lugar la noche del 5 de diciembre , consiste en el desfile de una inquietante comitiva, exultante de ruido y fuego, que recorre el centro del casco viejo sembrando incertidumbre, desconcierto ¡y terror! entre niños y papás. Y, si a algún turista le pilla desprevenido, se puede ir preparando…
Una comitiva aterradora Los pavorosos miembros de la comitiva van ataviados con pieles muy peludas y lucen espantosas máscaras provistas de todo tipo de cornamentas. Curiosamente, los krampus arropan a San Nicolás que, sabedor de su papel, resplandece entre la troupe vistiendo su tradicional uniforme blanco y rojo de obispo.
Atención a uno de esos monstruos, el que va montado en el carro de fuego, ya que lleva un gran canasto para raptar a los niños malos. Es el temido ‘hombre del saco’, un ser maléfico que durante todo el recorrido va instigando a los más pequeños con un haz de ramas secas tratando de confundirlos y llevárselos al cesto.
Participantes en el pasacalles de los krampus. © P.G. Al estruendoso cortejo se suma el repiqueteo de las campanas de las iglesias, que voltean con no se sabe bien qué mensaje, mientras que el ruido producido por los gigantescos cencerros que llevan los krampus atados a la cintura sobre sus traseros golpea los tímpanos. Los gritos se suman al espectáculo, y más de un niño, en su desespero, rompe a llorar.
Un krampus, en estado catártico, puede convertirse en un verdadero animal que se trastorna, escudándose, quizá, en la venia que le concede la leyenda que cuenta que hasta el 21 de diciembre –día del solsticio de invierno– no recuperará su forma humana.
Este aspecto de la idiosincrasia del personaje es una característica para tener en cuenta, porque la bestia que lleva dentro cada krampus puede dejarnos desconcertados. ¡El subidón de adrenalina está garantizado!
Premios y castigos La ‘cara buena’ de la fiesta es la que otorga San Nicolás . La tradición por la cual este santo católico trae regalos a los niños se remonta al siglo XVII, pero no sabemos por qué le acompaña en ese pacífico menester ese siniestro ayudante, que es el krampus.
Como el 6 de diciembre –el día siguiente del pasacalle aterrador– es el día de San Nicolás , algunos padres solicitan la visita de ‘un San Nicolás’ en su casa (como nuestra costumbre de que tu primo se disfrace de Papá Noel para entregar los regalos en el salón), con el fin de que imparta un sermón a sus hijos. Así los niños ven en directo como Nicolás apunta las acciones buenas y malas en su libro dorado. La escena sucede bajo la mirada del maléfico krampus, que hace ademanes de meter al inocente niño en el saco que ¡despavorido! trata de esconderse donde puede. Se dan casos de niños que entran en tal delirio de miedo que les causa un trauma para toda su vida… ¡No es broma!
Los krampus amenazan con llevarse a aquellos que se portan mal. © SG El origen de los calcetines en la chimenea está en San Nicolás La leyenda de San Nicolás llega a Europa alrededor de 1555, siendo su país de origen Turquía. Nicolás nació en Patara en el año 245 (d.C.) en el seno de una familia acomodada. Quedó huérfano de padre cuando era muy joven y heredó una gran fortuna que repartió entre gente necesitada, especialmente entre los niños.
El origen de su fama como repartidor de dádivas nació por un gesto de bondad: un noble de su pueblo que vivía con sus tres hijas pasaba por apuros económicos, circunstancia por la cual las chicas no tenían oportunidad de casarse, ya su padre no podía darles la dote. Nicolás lanzó una noche una bolsa llena de oro a la ventana del castillo del noble. Este oro fue suficiente para la boda de la primera hija. La noche siguiente lanzó otro saco, que sirvió para la boda de la segunda hija; pero la tercera noche, como la ventana estaba cerrada, Nicolás subió al tejado y dejó caer la bolsa desde la chimenea. Por la mañana, la tercera hija se encontró el oro en las medias que había colgado en una cuerda para que se secaran en el hueco de la chimenea. Colorín, colorado… la tercera hija también encontró marido.
Y, como todo es cultura, de allí viene la costumbre de colgar los calcetines en la chimenea la noche de Navidad , a la espera de que ‘alguien’ deje regalos. Y, como ya es sabido, San Nicolás tiene sus equivalentes en otros lugares: Sinterkoas en los países nórdicos; le Père Noël en Francia; y Santa Claus en Estados Unidos.
Ambiente navideño en Salzburgo durante el Adviento. © Pedro Grifol. El ying y el yang cristiano Por otro lado, los austriacos son muy conscientes de los elementos paganos que se mezclan con los elementos cristianos en el ritual que une a San Nicolás con los Krampus, y creen que la bestia deriva de un ser sobrenatural, que podríamos asimilarlo con el Diablo cristiano. Nicolás distribuye regalos, que es la acción positiva; mientras que el Krampus, que significa la parte negativa, aplica castigos. Es el bien y el mal, el ying y el yang a la europea, la tensión entre dos fuerzas contrarias como algo irremediable del universo.
Ya sabes, si solo relacionabas a la ciudad de Salzburgo con Mozart o con la película Sonrisas y Lágrimas , ahora puedes incorporar a los krampus como parte de las tradiciones de esta ciudad y otro motivo más para visitarla durante el Adviento. ✅ Más información : Tourismus Salzburg .
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