Recorrer en invierno los paisajes gastronómicos de La Rioja nos permite profundizar en sus productos y tradiciones, adentrarnos en los hogares riojanos y saborear, amparados por el calor de la chimenea, pucheros reconfortantes, quesos, vinos y aceite de oliva. Un viaje perfecto para hacer con amigas, en pareja o con toda la familia.
Plato de caparrones de Anguiano. © Restaurante Cachetero, Txebiko. Cuando el frío aprieta y no da tregua, el consuelo suele llegar en forma de potaje, caliente y humeante. El paisaje gastronómico de La Rioja en invierno nos ofrece durante esta estación un abanico de productos que son la expresión de los territorios que lo producen. Basándonos en ellos, transitaremos por la región visitando cuatro zonas muy diferentes, pero con un producto gastronómico que la define y que relata su origen.
Valle del Najerilla: el caparrón de Anguiano Las recetas tradicionales de La Rioja tienen nombre y apellido. Una de las más reconocidas es la de los caparrones de Anguiano . Para quien no le tema a la estación más fría, el viaje hasta el fondo del Valle del Najerilla , uno de los más recónditos de la región, tendrá premio asegurado.
Los viajes, en numerosas ocasiones, están motivados por el acercamiento a la gastronomía. Esto tiene especial sentido a lo largo del invierno, cuando el paisaje queda dormido a la espera de una nueva primavera que llenará de vida los bosques y las sierras de la región.
«En el valle del Najerilla, situado en el suroeste de la región, el paisaje es uno de los valores más apreciados»
Pueblo de Anguiano. © Carmen B. Saliendo desde Logroño por la carretera en dirección Nájera, seguiremos las indicaciones hacia los monasterios de San Millán y Valvanera, atravesando Baños de Río Tobía , un pueblo de carácter chacinero que fundamenta en la producción de embutidos gran parte de su modo de vida. Adentrándonos en la Sierra de la Demanda, poco a poco, a través del valle del río Najerilla, iremos contemplando el paisaje cubierto de bosques de hayas y robles, junto a ciertas masas de pinares.
Atrévete a recorrer en un frío y soleado día de invierno cualquiera de los senderos trazados en la Sierra de la Demanda . De una belleza espectacular, especialmente en otoño, son los hayedos que rodean el municipio de Tobía. En el invierno, la desnudez de la montaña confiere un aspecto mágico al recorrido a pie, siempre mantenido por el silencio que envuelve la montaña en esta época.
El monasterio de Valvanera forma parte de la identidad riojana. © Carmen B. Monasterio de Valvanera De fácil acceso, y ganando altura, son los senderos situados en el entorno del monasterio de Valvanera, al que se accede desde el término de Anguiano. Este es un espacio singular y simbólico para los riojanos porque forma parte de su identidad. Acoge a la patrona de la región, la Virgen de Valvanera, y no son pocas las romerías que, desde todos los puntos de la región, se acercan a lo largo del año.
El monasterio de Valvanera cuenta con hospedería, restaurante y cafetería, lo que permite a senderistas y viajeros descansar en un entorno natural al abrigo de la sierra.
En el comedor del monasterio, o en cualquiera de los establecimientos del valle, se puede degustar y disfrutar de nuestro plato de cuchara invernal. El caparrón de Anguiano (alubiadeanguiano.com) es una marca colectiva regional que ampara a esta legumbre roja, de pequeño calibre, para asegurar sus características y calidad. El grano se recolecta tras haber dejado secar la planta en el campo y se trilla de forma cuidadosa cuando ha alcanzado su grado de humedad óptimo. Por esa razón disfrutamos de una exquisita fineza en los platos de caparrones, guisados con tocino, chorizo y un refrito de ajo, cebolla y pimentón.
Caparrones de Anguiano. El cultivo de esta legumbre entró en decadencia hace unos decenios pero, gracias a la iniciativa de un Grupo de Acción Local, se inició un proyecto de recuperación para mejorar las técnicas de producción y, sobre todo, para agrupar a los agricultores y construir esta marca colectiva. En noviembre se puede asistir al Festival de la Alubia en Anguiano y en febrero a las jornadas gastronómicas que se celebran por todo el valle.
Rioja Media y Valles del Cidacos y el Alhama: el aceite de oliva En otras zonas de la región, el producto agroalimentario de invierno también dibuja su propio paisaje. Nos desplazamos ahora a la zona de la Rioja Media y los Valles del Cidacos y el Alhama para contemplar un horizonte cuajado de viñedos , sí, pero también de olivos y almendros .
Olivos y viñedos en la Rioja Media. © Carmen B. La Rioja más mediterránea, situada en la mitad oriental, produce un aceite de oliva (aceitedelarioja.com/es) reconocido y amparado por la D.O.P. que, sobre todo, trabaja con variedades autóctonas y con la implantación de técnicas ecológicas. La oliva es un fruto de invierno y, como tal, tiene su expresión en las festividades populares de las sociedades agrarias como la riojana, en manifestaciones como las Fiestas de la Pringada , que gira en torno al cultivo del olivo, la producción del aceite en trujal y a su fragante degustación sobre rebanadas de pan tostado. Entre las más célebres, y durante los tres primeros meses del año, podemos citar las de Calahorra, Arnedo, Préjano o Santa Eulalia Bajera.
Cañón de Leza. © Asociación Altura Sierra de Cameros: el queso Si hay un producto que esté bien definido por el nombre de su sierra, ese es el queso de Cameros . Viajamos hasta los valles más meridionales de La Rioja para conocer unas sierras muy singulares por su valor paisajístico, natural y cultural. El Camero Viejo , surcado por el río Leza, es Reserva de la Biosfera y nos permitirá descubrir un espectacular cañón, un desfiladero de siete kilómetros que alberga una gran colonia de buitres leonados. Desde el mirador, o recorriendo el sendero que lo transita, podremos observarlos. También se pueden recorrer conjuntos de arquitectura tradicional como Soto, San Román o Laguna de Cameros.
En el Camero Nuevo , el río Iregua marca la vida del Parque Natural de la Sierra Cebollera , donde una gran red de senderos están trazados para disfrutar de la naturaleza. En Ortigosa de Cameros podremos, además, contemplar las cuevas, unas espectaculares muestras de estalactitas , estalacmitas y otras formaciones calizas que el tiempo se ha encargado de construir con eterna paciencia.
Quesos cameranos, fresco y curado. © Quesos Los Cameros. La ganadería y la trashumancia tuvieron su razón de ser hasta el siglo XX en estos rincones serranos. De aquella tradición se conserva, amparado también por una D.O.P. el queso camerano (quesocamerano.com/es/). Este distintivo de calidad protege el queso fresco, tierno, semicurado y curado elaborado con leche de cabra alimentada con vegetación natural arbustiva y subproductos de la región. Tradicionalmente se elaboraba con la leche de las cabras que vivían en Cameros y en invierno se desplazaban a los valles en busca de pastos. Ya en el siglo XI, el poeta Gonzalo de Berceo, documentó la existencia de este tipo de queso. Si os apetece saber cómo se elabora y características, podéis acercaros a Haro para visitar una quesería (loscameros.es/es/visita-queseria).
Sierra de Moncalvillo: neveras y vino supurao Terminamos nuestro viaje invernal en La Rioja conduciendo hasta la zona media de la región, para descubrir un entorno de suaves colinas en la proximidad de la Sierra de Moncalvillo.
A solo unos 15 km de Logroño se encuentra Sojuela , un municipio muy singular que ha recuperado un patrimonio etnográfico relacionado con el invierno: las antiguas neveras donde se generaba y conservaba, hasta no hace tanto tiempo, el hielo desde la época medieval. Situadas en la zona norte de las cumbres de la sierra de Moncalvillo, se pueden visitar cinco neveras de forma troncocónica . También pueden observarse restos de carboneras cerca de las cañadas de trashumancia que rodean la zona.
Los hayedos lucen espectaculares en otoño. © Carmen B. Las neveras, excavadas en la tierra, estaban recubiertas de piedra seca y se tapaban con una cubierta. El uso de la nieve con fines terapéuticos y domésticos para la conservación de alimentos fue muy importante desde la Edad Media para evitar enfermedades y alcanzar mayores cotas de salubridad. En febrero se realiza una Jornada, en la que, entre otras actividades, se pueden visitar.
Y si queremos terminar estos días de recorrido de una forma muy dulce, en el mismo término municipal de Sojuela podremos acercarnos a conocer un proyecto joven que recupera una de las tradiciones más singulares del mundo del vino en la región.
Miguel Martínez ha logrado recuperar la tradición del vino Supurao. © Ojuel. La elaboración del vino Supurao En 2010, un joven viticultor, Miguel Martínez, comenzó a construir todo un proyecto de vida gracias a la recuperación de este vino tan especial. Por su trabajo, dedicado y minucioso, por su entrega a la tierra y la naturaleza, por su pasión por la elaboración y las técnicas ecológicas en sus viñedos, Ojuel (ojuelwine.com) está siendo reconocido a nivel nacional e internacional.
Esta forma de elaboración es de antigua tradición en muchos pueblos riojanos donde se hacía vino con las uvas que se habían vuelto pasas. “Era un vino para celebraciones especiales. En algunas familias, el padre hacía supurao cuando nacía una mujer en casa y lo guardaba para consumirlo en el día de su boda”, nos relata Miguel. Esta costumbre deriva, en realidad, del hecho de que era el colectivo de mujeres el que tradicionalmente se responsabilizaba de recoger las uvas destinadas para este vino y pasificarlas en las colgaderas aireadas de las casas, para que hiciese efecto el paso del tiempo y la deshidratación, consiguiendo así la materia prima para elaborar un vino de dulzor natural.
Racimos de uva colgados para el secado. © Ojuel. Si este es un proyecto que muchos considerarían “romántico”, aún lo es más por el hecho de que Miguel ha decidido etiquetar todos sus vinos con imágenes de mariposas. Y no es por casualidad.
Sojuela es el municipio con la mayor diversidad de mariposas diurnas que existe en España, debido a la diferencia de desnivel que existe en el mismo término (de 600 a 1.400 m), lo que genera esta abundancia de especies. Todo ello, unido a un valor natural del entorno y al tratamiento agrícola de forma respetuosa con el medio ambiente. Coherencia y arraigo con la tierra y el entorno. El valor de la biodiversidad en su máxima expresión.
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