Algunos de los árboles del bosque de Bialowieza ya estaban allí cuando se conquistó América. También los bisontes, que una vez ocuparon Europa de extremo a extremo. Hoy, este bosque polaco conserva algunos de los patrimonios históricos (vegetales y animales) más valiosos de nuestro continente. Nuestra propuesta es que viajes sola o con amigas amantes de la naturaleza a este rincón tan poco conocido.
Amanecer en Bialowieza. © Kris Ubach En el rincón de mapa que comparten Polonia y Bielorrusia se extiende Bialowieza , el último bosque primario de Europa . Es el único reducto que nos queda de los extensos bosques que un día cubrieron la gran llanura europea desde Francia hasta Rusia. Es, para entendernos, la versión europea de las selvas del Amazonas. No solo hablamos de arqueología viviente —un bosque primario tarda un mínimo de 1.000 años en evolucionar— sino de toda una enciclopedia vegetal que cuenta con unas 1.100 especies de plantas vasculares y 4.000 especies de criptógamas entre las que se incluyen unas 400 especies de líquenes y 165 especies de musgo.
«En un centímetro cuadrado de suelo de Bialowieza se han llegado a catalogar esporas de 3.000 especies de setas diferentes. Con eso queda todo dicho»
Barbara Banka, artista polaca que ha encontrado la inspiración en Bialowieza. © Kris Ubach Para conocer más a fondo esta naturaleza milenaria me instalaré en el corazón del bosque, dentro de cuyos límites y pegada a la frontera bielorrusa se levanta la escueta aldea homónima de Bialowieza . Un pequeño hotel familiar —en el que sirven contundente cocina casera y cerveza lituana— será una base de operaciones más que perfecta para adentrarme en la reserva durante las mejores horas de luz, es decir, muy pero que muy de madrugada. Antes de empezar el trabajo de campo me acerco a las oficinas centrales del Parque Nacional, donde aprenderé sobre los límites de territorio en el que me voy a adentrar y donde descubro que muchos de los árboles que componen Bialowieza ¡superan los 600 años!
Ruta entre gigantes La siguiente jornada, antes de que amanezca, he quedado con Barbara Banka (barbarabanka.com), una artista polaca enamorada de los bosques que ha encontrado en este rincón de Polonia su particular fuente de inspiración. Ella me hará de guía por estos parajes que tan bien conoce y que tantas veces ha plasmado en sus acuarelas.
A oscuras, abrigadas hasta las cejas y pisando sobre terreno congelado, nos ponemos en marcha para tratar de fotografiar (y dibujar) a la esquiva fauna local. ¿Nuestro objetivo? Encontrar a los últimos bisontes europeos en libertad.
Estos animales casi míticos —el mayor de los mamíferos terrestres de nuestro continente— son el emblema del parque y también de una Europa que ha perdido y, probablemente, perderá en breve a otras tantas especies endémicas. Hace dos mil años los bisontes europeos habitaban en todo el territorio comprendido entre la Península Ibérica y las actuales Rusia, Kazajistán y Mongolia. En la Edad Media ya únicamente ocupaban Europa Central. En 2016 se contabilizaron 578 individuos salvajes en la parte polaca de Bialowieza y unos 500 en el sector bielorruso del parque. Pero eso es, tristemente, todo lo que queda de ellos.
Huellas sobre la nieve en el Parque Natural de Bialowieza. © Kris Ubach Tras varias horas caminando y acechando entre hielo, niebla y árboles totémicos, avistamos un nutrido grupo de hembras pastando bajo unas coníferas. Están demasiado lejos para la foto y no podemos acercarnos más, pero esa primera visión de los animales en la distancia, entre la neblina, moviéndose con semejante parsimonia, alimenta nuestras ansias de búsqueda al día siguiente. En el camino de regreso también nos cruzamos con corzos, ciervos y lobos. A estos últimos no les vemos pero están. Les oímos y observamos sus huellas frescas en la nieve.
La reserva estricta de Bialowieza Otro día de madrugón, Barbara me lleva hasta el más inaccesible de los rincones de Bialowieza. Es la zona “prohibida”, la sección del parque que goza de mayor protección, una reserva estricta en la que solo intervienen las leyes de la naturaleza y donde el ser humano no puede realizar ni la más mínima injerencia. Ni siquiera se permite la entrada a los turistas, salvo por una pequeña franja de cuatro kilómetros a la que solo se puede acceder acompañado de un guía con licencia.
El Parque Natural de Bialowieza deja constancia de lo que una vez debió ser Europa. © Kris Ubach Es un caos vegetal extraordinario. Cientos de árboles en todos sus estadios de vida desde incipientes ejemplares hasta viejos decrépitos milenarios. Troncos vencidos a medio morir y colosos muertos cubiertos de musgo, de hongos, de insectos… Charcas congeladas que dejan ver a los anfibios bajo el hielo, aves chillonas, ciervos que apenas se asustan… En definitiva, la estampa de lo que una vez debió ser Europa.
“La mayor parte de los bosques que conocemos han sido creados por el hombre, están altamente humanizados. Por eso este lugar nos parece tan milagroso”, cuenta mi guía, que está perdidamente enamorada de este rincón del mundo. Nos adentramos entre el verde y blanco que domina el paisaje y cada una, a su manera, se entretiene durante horas en plasmar su particular visión del bosque.
Los bisontes de Bialowieza La jornada siguiente nos ponemos en marcha otra vez antes del amanecer, prismáticos en mano y cámaras en ristre. La presencia de bisontes no se hace esperar. Vemos a un grupo de cuatro ejemplares jóvenes en un claro del bosque y nos movemos muy despacio, en paralelo a ellos y manteniendo cierta distancia para no asustarlos. Finalmente tomamos posiciones y logramos fotografiarlos a una distancia más que aceptable: sin irrumpir en su zona de confort y sin ponernos en peligro.
Uno de estos animales puede llegar a pesar unos 900 kilos por lo que preferimos que semejante mole no decida pasar por encima de nosotras. La jornada da mucho de sí y también conseguimos inmortalizar a ciervos, a corzos y a muchos árboles centenarios.
En Bialowieza están los últimos bisontes en libertad de Europa. © Kris Ubach Regresamos muy felices al calor de la casa rural, a la sauna que la acompaña y prometemos hacer todo lo posible por ayudar a conservar este inmenso tesoro vegetal que se esconde en este rincón de Polonia. Darlo a conocer, con nuestras pinturas y nuestras crónicas, será un primer paso.
Guía de viaje de Polonia Cómo llegar La compañía aérea Ryanair tiene vuelos directos a Cracovia desde Madrid y Wizz Air desde Barcelona. Consulta en buscadores como Skyscanner, eDreams, Kayak… los mejores precios.
Cómo moverse Para llegar al Parque Nacional de Bialowieza y poder movernos con libertad por sus inmediaciones conviene disponer de un vehículo. Las carreteras están en muy buen estado aunque para evitar percances con la nieve conviene asegurarse de que el coche venga equipado con ruedas de invierno. En el aeropuerto de Varsovia operan las principales compañías de alquiler de coches.
Dormir y más En los alrededores del parque nacional existen numerosas opciones de agroturismo en pequeños hoteles de gestión familiar. En la misma localidad de Bialowieza está Wisniowy Sad , regentado por la familia Chwaszczewski, donde ofrecen la mejor hospitalidad y cocina casera polaca.
Bialowieza cuenta con un museo (bpn.com.pl) sobre la naturaleza en el que se expone de modo muy didáctico todo lo relacionado con el desarrollo de un bosque primario, así como acerca de su específica flora y fauna. Dentro del parque nacional también es posible visitar una reserva para la cría y conservación del bisonte europeo.
Más información
Oficina de Turismo de Polonia .
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