El cementerio de la Almudena es el camposanto más grande de Europa occidental y acoge los restos de folclóricas, toreros, masones y políticos. Si no eres aprensiva, un recorrido por este camposanto puede ser tan instructivo como un libro de Historia. Y recuerda, son más peligrosos los vivos que los muertos. Cementerio de la Almudena, Madrid. © Kelu Robles Act. 18/10/22
Mide lo mismo que ciento veinte campos de fútbol juntos. O como todo el casco histórico de Segovia”. Para Carlos Sanza , el Secretario General de Servicios Funerarios de Madrid, no es fácil plasmar la gran dimensión de este lugar sagrado. Asegura que abrir al turismo las puertas de nuestros cementerios es bueno «para desestigmatizar y derribar tabúes innecesarios». Nuestros camposantos escriben su propio libro de Historia y nos cuentan cómo somos o cuánto hemos cambiado. Con el mantra del respeto hacia quienes lloran a sus muertos, el necroturismo se manifiesta como un valor en alza en todo el mundo.
Mientras el necroturismo es una realidad en otros países de Europa desde hace décadas, en España estamos comenzando a explotar esta faceta de los cementerios.
Panteones antiguos del cementerio de la Almudena. © K.R. Demasiados muertos en poco espacio La creación de la Almudena a finales del siglo XIX respondió a un grave problema de salud pública. El número de fallecidos enterrados junto a las iglesias madrileñas se multiplicaba exponencialmente y los ritos funerarios medievales se quedaban cortos para dar una salida salubre a los difuntos. Con esta situación límite, el monarca Carlos III , apodado “el Político” o “el mejor alcalde de Madrid”, ordenó construir alrededor de la capital madrileña enormes camposantos. Así nació la Necrópolis del Este en el año 1884. Pero mientras se trazaba su estructura y se colocaban sus primeros ladrillos, una oleada de cólera arrasó la ciudad, siendo necesario improvisar un pequeño cementerio al lado de esta gran necrópolis. Se trataba de un pequeño cementerio desordenado, sin el trazado repensado de las necrópolis que el monarca había ideado. Había que actuar. Ese pequeño camposanto se llamó Nuestra Señora de la Almudena y, aunque todo el mundo lo conocía como el cementerio de las Epidemias , uno acabó formando parte del otro. Hoy, ambos forman parte del gran cementerio actual.
La puerta más cercana a este ‘Cementerio de Epidemias’ se encuentra en la Avenida Daroca 103, frente al cementerio civil. Para ubicar la parte más antigua del cementerio dentro de este enorme enjambre de mesetas, nichos y bellos mausoleos, en el Departamento de Información (Avenida de Daroca, 94) se puede pedir un plano en el que se indican y diferencian todas las zonas del camposanto.
📌 También puedes descargar el plano aquí para llevarlo en tu móvil.
📌Horario: Invierno (8-18.30 h) y Verano (8-19.30 h).
Las tumbas de los más famosos Más de trescientas tumbas están protegidas de forma oficial por su interés histórico y artístico, pero más allá del valor escultórico de esos sepulcros, existen otros puntos del cementerio que despiertan la curiosidad de muchísimos visitantes.
Tumba de Lola y Antonio en el cementerio de la Almudena. © K.R. Mausoleo de Lola Flores (1923-1995) El mausoleo familiar de los Flores, formado por un panteón y las esculturas de Lola Flores y de su hijo, el cantante y compositor Antonio Flores , recibe innumerables visitas y recuerdos en forma de pulseras, claveles y pañuelos. Su sepultura se encuentra muy cerca de la del alcalde de ‘la movida’ madrileña Enrique Tierno Galván (1918-1986), cuya losa suele estar cubierta por claveles rojos.
Tumba Yiyo, en el cementerio de la Almudena. © K.R. Sepulcro de El Yiyo (1964-1985) La afición taurina recibió un duro golpe cuando el asta de un toro partió el corazón de José Cubero Sánchez, alias “El Yiyo”, en la plaza de toros de Colmenar Viejo. Una gran estatua le recuerda mientras sujeta una paloma en su mano derecha. Debajo, puede leerse en grandes letras mayúsculas: YIYO. Su sepulcro se encuentra muy cerca del mausoleo de los Flores.
Tumba de la torera, en el cementerio de la Almudena. ©K.R. Sepulcro de Juanita Cruz, la primera torera Juanita Cruz (1917-1981) tenía catorce años cuando se plantó por primera vez ante un toro. Su maestría la llevó a triunfar en las plazas de Sudamérica, pero al volver a España tras su exilio durante la Guerra Civil, se encontró con la prohibición del franquismo que dictaba que las mujeres no podían torear. Apodada ‘la torera roja’, tuvo como compañero de ruedo a Manolete en innumerables ocasiones y su traje de luces con falda cosechó amigos y enemigos allá por donde pasaba. “A pesar del daño que me hicieron en mi patria los responsables de la mediocridad del toreo de 1940-50… ¡Brindo por España!», exclama el epitafio en su sepulcro.
Tumba del circo, en el cementerio de la Almudena. © K.R. Mausoleo de Junior, director del Circo Mundial Conocido por ser el director del célebre Circo Mundial , José María González Cachero (1975-2002), alias ‘Junior’, falleció a los 26 años de edad en un accidente de tráfico. Sus compañeros del circo reunieron los recursos económicos necesarios para encargar el que hoy es uno de los mausoleos más impactantes del cementerio de la Almudena y el único que cuenta con iluminación propia gracias a un pequeño sistema de placas solares.
Panteón de Jesús Gil, en el cementerio de la Almudena. ©K.R. Panteones del mundo del deporte: de Jesús Gil a Fernando Martín Existe un gran panteón familiar situado en una de las principales avenidas del cementerio que alberga los restos mortales de Jesús Gil (1933-2004). Decenas de aficionados atléticos acudieron al camposanto para despedir al polémico político y presidente del Atlético de Madrid . También descansa en la Almudena quien fuera presidente de honor del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano (1926-2014). Cabe destacar la sobriedad de su tumba, que no cuenta con un panteón familiar propio. El sepulcro del primer español que llegó a la NBA —Fernando Martín (1962-1989) falleció en un accidente automovilístico a los 27 años de edad— estaba acompañado por una figura de bronce de un niño que sostenía en sus manos un balón de baloncesto, sin embargo, un año después de su entierro, la estatua fue profanada. El vandalismo y los robos se producen de forma periódica en los cementerios.
Muro de las Trece Rosas. © K.R. El muro de las Trece Rosas Ubicado junto a la puerta principal de la Avenida de las Trece Rosas, el muro original en el que fueron fusiladas por el régimen franquista estas trece jóvenes en el año 1939 —cuatro meses después del fin de la guerra—, hoy forma parte de un memorial repleto de flores, banderas y placas conmemorativas que recuerdan a las víctimas.
Monumento a los héroes de Filipinas. ©K.R. Monumento a los Caídos Quienes hayan seguido las recreaciones literarias y cinematográficas del sitio de Baler, el asedio a los conocidos como ‘Los últimos de Filipinas’ —que se mantuvieron firmes ante el ataque de los filipinos durante 337 días—, encontrarán interesante este monumento funerario que recuerda a éstos y a otros caídos en las guerras de Cuba y Filipinas en 1898.
Dos perras pekinesas en una tumba del cementerio de la Almudena. © K.R. ‘Las Pekinesas’ y ‘La Tetas’ Dos pequeñas perritas protegen una de las tumbas ‘anónimas’ más célebres entre los trabajadores del cementerio de la Almudena. La leyenda cuenta que a pocos días de ser enterrado el finado, sus dos mascotas aparecieron a los pies del sepulcro de su amo. Cuentan los trabajadores del camposanto que la hermana del fallecido, al tener constancia de este suceso, encargó construir esta escultura como homenaje y como recuerdo a la fidelidad animal de sus pekinesas. ¿Leyenda o historia real?
La estatua de «Las Tetas» es una de las más tristes del cementerio. ©K.R. Maestros talladores, enterradores y personal de limpieza también reconocen la belleza anónima de ‘La Tetas’ , así es como llaman a una de las esculturas más bellas del cementerio que muestra la imagen de una mujer triste, recostada sobre la tumba de su hija.
El cementerio civil Al otro lado de la avenida Daroca y junto al Cementerio Hebreo, descansan los restos de tres presidentes de la Primera República de España (Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall y Nicolás Salmerón ). También descansan en este cementerio masones y librepensadores, así como el fundador del Partido Socialista Obrero Español, Pablo Iglesias Posse , o la política Dolores Ibárruri, la genuina Pasionaria . La lista es larga y la magnitud y grandiosidad de sus mausoleos también lo son.
En el ‘cementerio civil’ nació una asociación femenina que luchaba por el derecho a celebrar duelos y entierros laicos. ‘Fraternidad Cívica’ fue fundada por Catalina García, la viuda de Nicolás Salmerón en 1916.
Panteón de Nicolás Salmerón en el cementerio civil de la Almudena. ©K.R. También te puede interesar…. 8 brunches asequibles en Madrid para disfrutar del domingo .
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