La Navidad en Alemania no es solo un periodo del año, es un sentimiento capaz de llenar todos los rincones y vestirlo de luces, ilusión, aromas y música. Aunque no haya mercadillos este 2020, los hogares alemanes seguirán fieles a unas tradiciones centenarias que se siguen perpetuando de padres a hijos. Preparando galletas navideñas. © GNTB/ Getty Images/ GMVozd
Cada país conserva en la memoria colectiva un puñado de tradiciones que es legado de generación en generación, a veces de una forma íntegra y otras con pequeñas matizaciones adaptadas a los tiempos. En Alemania el legado navideño está compuesto de una serie de elementos que aislados podrían no tener sentido pero que juntos componen una sinfonía maravillosa. Ese conjunto está formado por el misterio de los calendarios de Adviento, los regalos de San Nicolás, los dulces especiados que animan el paladar, la luz de las velas de la corona de Adviento o el árbol navideño. Te contamos la historia que guardan algunos de ellos y cómo en conjunto se compone la melodía de la Navidad en este país.
Calendario de Adviento. © GNTB/ Getty Images/ Nils Hendrik M. 1. Calendario de Adviento, la cuenta atrás Aunque nos puede parecer un elemento nuevo o un objeto más de consumo, el origen de los calendarios de Adviento se remonta a mediados del siglo XIX. En aquel momento no eran tan sofisticados como ahora sino que, simplemente, se iban quitando hojas de un calendario. Hoy día se ha convertido en una pieza esencial en los hogares con niños, ya que ellos son los que más disfrutan de la dulce cuenta atrás que se inicia el 1 de diciembre y se prolonga hasta el 24. Algunas familias alemanas elaboran sus propios calendarios, aunque cada vez hay opciones más sofisticadas en el mercado.
Si vais a la población de Hanau (Hesse) durante el periodo navideño podréis ver el Ayuntamiento convertido en un gigantesco calendario de Adviento, donde cada día se abre una ventanita que muestra motivos iluminados de los cuentos de los hermanos Grimm.
Bizcocho tradicional de Núremberg. © GNTB/ Knut Pflaumer 2. Aromas de canela, clavo, vainilla y anís Galletas, bizcochos, pastas, almendrados… en Alemania no se puede negar el gusto por la repostería navideña. Desde el mes de septiembre los escaparates empiezan a poblarse de galletas, mazapanes y pastas. Las familias suelen esperar a mediados de noviembre, pero cuando empiezan ya no paran hasta Navidad. De sus cocinas comienzan a salir aromas de canela, clavo, vainilla y anís que luego se concretan en figuritas navideñas de masa quebrada, medias lunas de vainilla, estrellas de canela, pastas y almendrados.
Las Aachener Printen son un tipo de galletas de Aquisgrán. ©GNTB/ Stockfood/ Kramp+Gölling Cada región aporta su propia especialidad. Podemos encontrar el Stollen de Dresde, que es un bizcocho de mazapán; las Lebkuchen de Núremberg, unas ricas galletas especiadas; y, cómo no, los Printen de Aquisgrán, unos pasteles rellenos de nueces, almendras o cerezas. Igual de apetecibles son los Bethmännchen de mazapán de Fráncfort y las Springerle, unas galletas suabas con dibujos en relieve. Sin duda, un espléndido surtido con el que peligra mantener la dieta en Navidad.
Corona de Adviento. © GNTB/ Getty Images/ Gzorgz 3. Las velas de la Corona de Adviento La estética de las coronas de Adviento puede haber sufrido cambios a lo largo de los años pero su luz sigue acompañando en casi todas las casas. La primera corona fue realizada de una forma muy sencilla por el teólogo y educador evangélico-luterano Johann Richard Wichern en 1839. En su corona colocó cuatro grandes velas para pedir la protección divina para los niños huérfanos o sin hogar del norte de Alemania, una por cada domingo de Adviento. Actualmente, además de esas cuatro velas, se suelen colocar otras más pequeñas para encender una cada día. El antiguo diseño realizado con ramas de abeto también se ha modernizado introduciendo otros elementos como metal, madera o paja. Sea como fuere, las coronas de Adviento son otro elemento navideño que entretiene en la cuenta atrás para el gran día de Navidad.
San Nicolás acompañado de sus ángeles. © Getty Images/ Westend 61 4. San Nicolás y sus regalos en las botas No es una estampa con la que estemos familiarizados en España y por eso mismo nos gusta aún más. ¿Sabéis que en Alemania San Nicolás reparte regalos a los niños el 6 de diciembre? Este santo que lleva tanta alegría fue un obispo, en el siglo IV, de Myra, una ciudad de la actual Turquía. Hoy día se pasea con su ayudante, el mozo Ruprecht, dejando mandarinas, nueces y pequeños regalos junto a las botas que los pequeños dejan en las puertas de sus casas. En las zonas alpinas hay otra figura menos benévola, el terrorífico Krampus, que castiga a aquellos que no se hayan portado bien, así que habrá que comportarse para que no sea este el que acuda…
Algunos villancicos se dedican a los árboles. © GNTB/ Istock/ Aleksandar Nakic 5. Canciones a un árbol de Navidad Puede parecer raro (y lo es) pero en Alemania existen villancicos dedicados a los árboles de Navidad. Cuando escuchéis algo así como “Oh Tannenbaum Oh Tannenbaum” (Oh, árbol de Navidad) se dirige especialmente a ellos. Ese cariño por los árboles se traslada a la esfera urbana y a la más íntima de los hogares. Grandes árboles iluminados y con todo tipo de detalles lucen en plazas, iglesias, edificios públicos, etc. Esta costumbre, que se inició en el siglo XIX, no ha hecho más que afianzarse con el tiempo.
El árbol se decora en familia. © GNTB/ Getty Images/ Westend 61 Las familias alemanas suelen comprar los árboles en los mercadillos o en parcelas donde se plantan para esta ocasión, a veces los decoran a principios de diciembre o bien los colocan para la cena de Nochebuena. Decorar el árbol es un momento importante que se suele hacer en familia, y muchas veces con adornos heredados que guardan un significado especial.
Desfile de mineros en Annaberg-Buchholz, en los Montes Metálicos (Sajonia). © GNTB 6. Mineros y pesebres para acortar la espera Cuando la Navidad entra en los hogares a principios de diciembre la espera hasta el día 25 se puede hacer demasiado larga. Para que ese período sea más llevadero se puede recurrir a abrir ventanitas en los calendarios o a encender velas de Adviento, pero lo más efectivo es divertirse con juegos y costumbres regionales. Si vais por Sajonia no os sorprendáis si hay mineros paseando por las calles, salen todos los años para recordar los tiempos dorados de la minería. En cambio, en el Alto Palatinado , es la Virgen María quien va de casa en casa hasta el 24 de diciembre que vuelve a su templo. Una costumbre típica de Renania , que nos parece muy tierna, es la de regalar paja a los niños cuando se portan bien o sacan buenas notas, ellos la van colocando en el pesebre durante todo el mes para que cuando nazca el Niño Jesús tenga una cama blandita.
Y terminamos con la costumbre más divertida, en Baviera y en Baden-Wurtemberg , los vecinos practican el “elogio del árbol de Navidad”, que consiste en ir de vecino en vecino diciéndole piropos a los árboles. Los más agradecidos les regalan, a cambio de las lisonjas, una botella de aguardiente u otro detalle.
Cena de Nochebuena. © GNTB/ Getty Images/ Álvarez 7. Cena, misa y regalos del Niño Jesús o de Papá Noel El 24 de diciembre es la jornada más intensa del periodo navideño en Alemania, es el día en el que las familias se reúnen en torno a la mesa. Tras la cena van juntos a la misa del gallo, aunque no hayan acudido en todo el año, suenan las campanas por toda la ciudad y los villancicos crean una armonía perfecta para celebrar el nacimiento del Niño. En el interior de los templos se suelen colocar belenes con bonitas figuras, y a veces incluso belenes vivientes.
Tras la misa se vuelve a casa para recibir una visita muy especial. Al norte del país suele llegar Papá Noel, pero en la zona sur es el Niño Jesús el encargado de distribuir a los pequeños sus regalos más ansiados.
Más información Oficina de Turismo de Alemania .
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