A la marginación que sufren las personas con problemas de salud mental hay que sumarle el efecto de la pandemia sobre este tipo de trastornos. Pero no sólo este tipo de enfermos están entre los grupos de riesgo, las mujeres también se ven sometidas a condiciones sociales adversas. Ellas son las que asumen una mayor responsabilidad en situaciones de crisis, y también sobre las que más violencia se ha ejercido. La salud mental, una afectada invisible durante la pandemia. © Önder Örtel Quién no ha sentido miedo, quién no ha llorado durante esta pandemia, quién no se ha sentido culpable de no contagiarse?” La pregunta se la hace Roberto José Sánchez Sánchez, presidente de nogracias . En la plataforma han observado que la COVID-19 ha aumentado la carga de sufrimiento entre la población.
Más del 60% de españoles se siente más preocupado por su salud que antes de la pandemia y más del 55,6% ha sentido mucha preocupación, sin poder hacer nada para controlarla. Lo dice el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas realizado entre el 19 y el 25 de febrero de 2021. Es el primero que aborda nuestra salud mental desde que el coronavirus llegó a nuestras vidas para quedarse. Uno de cada tres admite que “ha llorado debido a esta situación”.
Por edad, los jóvenes de 18 a 24 años son los que más reconocen que han llorado desde el inicio de la crisis sanitaria, casi la mitad.
Siete de cada diez españoles (70%) vivieron el año 2020 con mucho miedo a que muriese un ser querido por COVID-19, y el 85% ha experimentado esa preocupación alguna vez; el 23,4% de la población ha sentido mucho o bastante “miedo a morir debido al coronavirus”, menos de la mitad de quienes lo admitieron en noviembre (58,4%). El 19% teme «mucho» contagiarse y un 39% que un familiar o ser querido contraiga el coronavirus. Por edad, los más preocupados son las personas de 55 a 64 años y por género, las mujeres se preocupan más que los hombres.
La salud mental, causante de marginación social. © Marcel Strauß “Hay pacientes que tienen miedo de salir de la UCI o del hospital” Si durante la desescalada te ha costado volver a salir y socializarte, es posible que padezcas el “síndrome de la cabaña ”. Es el rechazo a volver a salir a la calle tras pasar un largo periodo en casa. Incluso “hay pacientes que tienen miedo de salir de la UCI o del hospital, porque allí están muy controlados”, explica Gabi Heras, médico intensivista creador del Programa HUCI de humanización de los cuidados intensivos y autor del libro En primera línea .
La ansiedad social no se ha detectado tanto en la población general como en las personas con un diagnóstico previo clínico. Al haber pasado tanto tiempo en casa, muchas de ellas han sufrido recaídas. La situación ha afectado especialmente a las personas con trastornos mentales graves, que sufrieron descompensaciones durante el confinamiento.
El aislamiento provoca un mayor deterioro en la salud de los ancianos Desde Médicos sin Fronteras han observado que “al inicio de la pandemia, el confinamiento generó mucha ansiedad, miedo e incertidumbre”. Cristina Carreño, responsable de salud mental en el Departamento Médico de la ONG, explica que “la situación afectó sobre todo a personas mayores que viven en residencias o con deterioro cognitivo: el aislamiento deterioraba su salud y ha aumentado la mortalidad, además del sufrimiento”.
Durante el estado de alarma, sin embargo, muchas personas con fobia social, agorafobia o depresión experimentaron una leve mejoría . Ello se debe a que gracias a los confinamientos, pudieron hacer una pausa en sus vidas y poner freno a algunos de sus problemas psicológicos. Al disminuir la vida social, es como si el mundo se ajustara a tu ritmo. Esto no quiere decir que el problema desaparezca, sino que se produjo una sensación de alivio en algunas personas.
La presión sobre la mujer en tiempos de pandemia es mayor. © Külli Kittus Las situaciones de violencia han aumentado “Donde trabajamos, quien lleva el peso del cuidado de la familia y la casa suele ser la mujer. Cuando la vida social se reduce solo queda lo que hacen ellas, con lo cual se sobrecargan sus responsabilidades y disminuye su sistema de apoyo, que encuentran en otras mujeres o recursos”. Es la situación que se han encontrado en Médicos Sin Fronteras durante la pandemia en algunos lugares.
“Sin duda, lo más grave es cuando además hay una situación de violencia intrafamiliar, con toda la presión de la pandemia y las tensiones en la familia, aumenta la violencia y disminuye el acceso al mecanismo de apoyo, no hay donde ir a pedir ayuda”, explica Cristina Carreño. Este es un reto cuando se hace atención telefónica, porque en muchos sitios las mujeres no pueden disponer de un espacio para hablar con privacidad. “Lo que intentamos es trabajar con protocolos de seguridad, acordar un código cuando la mujer está libre para poder sacarla de esa situación o ayudarla”, nos cuenta la responsable de salud mental.
Durante la pandemia, “las situaciones de violencia han aumentado, con sus consecuencias negativas para mujeres y niños . Estos estaban más inquietos y les costaba concentrarse” durante las primeras semanas. La situación se ha mantenido en los lugares donde los colegios han permanecido cerrados, lo que ha tenido un impacto en la salud mental de niños y adolescentes.
“Trabajar con niños en salud mental es más complejo, porque no aguantan mucho tiempo al teléfono y hay que adaptar mucho los tiempos de las consultas. Sin estar en un espacio físico se pueden hacer cosas, pero requiere una adaptación mayor y se trabaja mucho con el juego”, explica Carreño. Recuerda que “en muchos sitios, los niños no tienen voz propia. Aunque la consulta sea para atenderles porque tienen problemas emocionales, es habitual que los adultos intervengan en ella” y ello supone otra dificultad añadida según la responsable de salud mental en el Departamento Médico de MSF.
Los adolescentes también sufren de ansiedad y estrés. © Elisa Ventur Las mujeres y los jóvenes han experimentado los sentimientos más negativos Durante la pandemia, los sentimientos más negativos habrían sido experimentados por las mujeres y los jóvenes de las generaciones Z y Millenial . De hecho, las personas más jóvenes y las que se sentían solas antes de la pandemia mostraron un mayor riesgo de sufrir depresión durante el confinamiento. Esto lo ha revelado un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid y el CIBERSAM en el que han participado más de mil adultos de Madrid y Barcelona.
La pandemia ha agudizado los trastornos en la población joven. El 52% se ha sentido sin ganas o con pocas energías; el 42% ha tenido problemas de sueño; el 39% dolores de cabeza; y el 38% de espalda, entre otros problemas como taquicardias, mareos o desmayos. Un 52,2% de los padres con hijos menores de edad con los que han vivido durante la pandemia han notado cambios en su personalidad o comportamiento. Un 72,7 % asegura que han sufrido “cambios de humor”, un 78,6% en los hábitos de vida y un 30,4% en el sueño. El 76,4% de los menores está más irritable , el 60% tiene ansiedad, el 50% se muestra triste, el 55% inquieto físicamente y otro 55% es más exigente cuando pide algo.
La violencia durante la pandemia se ha incrementado en los hogares. © Sydney Sims La pandemia afecta especialmente a las personas con trastornos mentales graves Para las personas con problemas de salud mental, la pandemia no solo ha tenido un impacto negativo, sino que ha aumentado la dificultad de acceder a los servicios. “Hemos hecho un estudio interno para ver cómo se ha hecho la transición a la atención telefónica y cuáles eran las principales barreras; y eran niños, ancianos y personas con enfermedad mental a las que más cuesta llegar. De los pacientes que atendemos, ha sido un reto”, reconoce la responsable de salud mental en el Departamento Médico de MSF, Cristina Carreño. El impacto ha sido mayor en las personas que ya presentaban alguna vulnerabilidad, según el III Estudio de Salud y Vida Aegon .
Las personas con trastornos de salud mental suelen ser las más marginadas y vulnerables de la sociedad. Las mujeres, que están sometidas a unas condiciones sociales más adversas, son las que en situaciones de crisis asumen una mayor responsabilidad. También están muy expuestos algunos grupos de riesgo, como las personas con enfermedades físicas o mentales previas.
La pandemia, por ejemplo, podría aumentar la incidencia de la patología dual. Ésta se produce cuando coexisten un trastorno mental con otro de la adicción. La mayoría de pacientes con una enfermedad mental grave suele ocultar que también sufre una adicción a sustancias y ello dificulta el correcto abordaje de la enfermedad. “Han aumentado la ansiedad, las situaciones de violencia por la situación desesperada y el abuso de sustancias, que en situaciones de tensión o dificultades es una manera de evadirse”, según Cristina Carreño.
Pacientes y personal sanitario son propensos a sufrir depresión. © Sharon McCutcheon Más ansiedad, depresión o estrés postraumático en pacientes hospitalizados “En algunos sitios, dependiendo de la gravedad, entre las personas con trastornos mentales entre leves y moderados hay gente muy afectada por la posibilidad de morir, contagiar o contagiarse, el miedo a desarrollar la enfermedad… También hay gente que una vez se recupera tiene problemas de ansiedad, depresión o estrés postraumático, que se ven más en pacientes que han estado hospitalizados”, explica la responsable de salud mental en Médicos sin Fronteras.
Los trabajadores de la salud, las mujeres, personas con trastorno mental preexistente y con condiciones de vida más desfavorecidas “constituyen grupos vulnerables que de cara al futuro necesitan ser tenidas en cuenta en los sistemas de salud mental para prevenir y minimizar las consecuencias de la pandemia”. Así se ha visto en RESPOND, un proyecto europeo que busca identificar colectivos vulnerables: personas de clase sociocultural baja, mayores, profesionales muy expuestos al virus, como sanitarios y trabajadores sociosanitarios, a quienes se prevé que van a impactar más los estresores en su salud mental.
Favorecer la comunicación con su gente cercana y seres queridos y permitir que las personas ingresadas vean a sus familiares tiene un impacto muy positivo en la salud de las personas afectadas por la COVID-19. “Entre los familiares hay mucha preocupación, así que lo que se hace es ofrecer mucha información médica diaria de cómo evoluciona su familiar y darles apoyo psicológico”. Todo ello tiene un impacto positivo en opinión de Cristina Carreño . Para la responsable de salud mental en el Departamento Médico de la ONG, “en la respuesta a la pandemia se tiene que integrar una respuesta psicosocial”.
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