La imagen de Bolonia es la de una ciudad universitaria donde estudian (y disfrutan) nuestros Erasmus, un destino económico gracias a las líneas aéreas low cost y un rincón de Italia con mucha historia. ¿Por qué deberías valorarlo como tu próxima escapada? Son muchas las razones, además de los bares, pero aquí hemos elegido diez planes que puedes hacer en Bolonia y que justifican el viaje.
En Bolonia es fácil moverse en bicicleta. Bolonia es, para muchos, una ciudad de paso. La llegada de vuelos low cost procedentes de muchos lugares de Europa (también España) y el hecho de estar en un importante nudo de comunicación ferroviario y de carreteras hacen de ella, en el mejor de los casos, solo una parada durante los viajes por el Centro-Norte de Italia. Sin, embargo, merece mucho la pena pasar una noche (o mejor, una escapada de dos o tres días) en la “ciudad roja”, conocida así por el color predominante de muchos de sus edificios y también por el activismo político que la caracterizó durante buena parte del siglo XX y principios del XXI. Si quieres saber qué hacer en Bolonia sigue leyendo porque con estos planes que te proponemos conocerás facetas muy variadas de la ciudad.
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Vista aérea de Bolonia. 10 planes que sólo puedes hacer en Bolonia 1. Ver soportales monumentales Si hay un elemento distintivo de Bolonia, con permiso de la mortadela y otros embutidos de los que hablaremos más adelante, eso son sus soportales (o pórticos) . De hecho le ha valido la inclusión en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, hecho que se produjo durante el verano de 2021 y que, de alguna forma, reconoce no solo esta particularidad urbanística, también el amplio catálogo monumental de la capital de la región de Emilia-Romaña.
Pórticos de la Piazza Cavour. 2. Recorrer sus bares y cafeterías Se puede añadir otro elemento distintivo más de Bolonia que, de alguna manera, tiene también mucha relación con los soportales: ésta puede ser la ciudad con más tabernas, cafés y restaurantes por habitante de toda Italia . Este hecho tiene explicación porque la ciudad alberga una relevante sede universitaria, la más antigua de Europa, y por las ganas de diversión de los muchos jóvenes que aquí residen durante buena parte del año. Y lo explican también esos soportales, que permiten hacer “vida de calle”, incluso en el pleno, frío y neblinoso invierno padano.
Café Gazzeta de Bolonia. En Bolonia el aperitivo , sobre todo el de media tarde y previo a la cena, no se perdona. Spritz o prosecco en mano, aquí todo el mundo encuentra un hueco para encontrarse con los amigos o los compañeros de trabajo en alguna de las muchas y bulliciosas tabernas y terrazas. Muchos prefieren arracimarse (cuando las circunstancias sanitarias lo permiten, claro) en las mesas que ponen en la calle las tascas y tiendas de alimentación que hay en el dédalo de calles en torno al mercado del Quadrilatero , en pleno centro de Bolonia.
Bares del Cuadrilátero de Bolonia. 3. Probar la mortadela boloñesa Este entorno es, sin duda, una buena opción para probar la célebre mortadela boloñesa que, lejos de la mala prensa que este embutido tiene en otros países, aquí se elabora con las partes más nobles, jugosas y sabrosas del cerdo. Obviamente, se puede comer en bocadillo, pero la realidad es que casi todo el mundo la degusta con bastante menos pan y acompañada de salumi (chacinas) regionales. Por ejemplo, el jamón de Parma, el speck (un tipo de jamón curado) y el salami. Todos ellos combinan bien con otros dos productos representativos de Bolonia y su región: los quesos Squacquerone (fresco y bastante graso) y el mundialmente conocido Parmiggiano-Reggiano.
Embutidos italianos en un puesto de Bolonia. 4. Comprar recuerdos gourmet En la zona del Quadrilatero lo clásico es comprar (y degustar) estas delicias en la Salumeria Simoni , una tienda gourmet también muy surtida de licores, vinos y pastas con los más diversos rellenos, además de las salsas precocinadas para acompañarlas. Entre ellas, por supuesto, la célebre boloñesa, a base de carne triturada, verduras y tomate.
Comercio gastronómico de Bolonia. Pero también está la opción de adquirir estos y otros productos gourmet en un lugar, cuando menos, ecléctico: Ambasciatori . Tres plantas de estanterías repletas de libros a la venta y productos gourmet , con un notable restaurante y que, sobre todo, es un indispensable punto de encuentro cultural y social para la ciudad, gracias a las presentaciones de libros, coloquios y conferencias que aquí se celebran.
Ambasciatori, tienda y restaurante de Bolonia. 5. Visitar la Piazza Maggiore A dos pasos está el centro neurálgico de Bolonia, su Piazza Maggiore (Plaza Mayor) , donde los tres poderes civiles (legislativo, ejecutivo y judicial) tienen sus sedes en impresionantes palacios desde el Renacimiento al Barroco. Comparten espacio con la inacabada basílica de San Petronio , del siglo XIV, y con uno de los personajes más conocidos y queridos de la ciudad: la enorme estatua en bronce de Neptuno, que preside la fuente de la plaza contigua. Todo englobado un espacio peatonal abierto muy llamativo y de colosales dimensiones.
Plaza Mayor de Bolonia. 6. Fotografiar la torre inclinada Bolonia tiene su propia torre inclinada , levantada durante la época medieval por el arquitecto Asinelli . Con sus más de 97 metros, es todo un símbolo y un magnífico mirador a la ciudad. De hecho, quien se anime a contemplar las magníficas vistas “sólo” tiene que ascender hasta la cumbre de la torre a través de una angosta escalera de unos 500 escalones. A su lado, y desafiando también la gravedad, se construyó otra torre, Garisenda , de menor altura pero que, por cuestiones de asentamiento del terreno, también acabó inclinándose con un ángulo, cuando menos, inquietante.
Torres Grisenda y Asinelli de Bolonia. © Alfredo G. Reyes 7. Admirar el balcón de la Casa Isolani Aparte de las anteriores torres, de la época medieval se conservan en Bolonia otras construcciones representativas. Entre ellas, la llamada Casa Isolani , con altísimos pilones de madera que sustentan una vertiginosa balconada y que permiten comprender cómo nacieron los soportales en la ciudad: se trató de una forma de aumentar el tamaño de las casas nobles, sin contravenir las normativas municipales, evitando robar espacio a la vía pública.
Casa Isolani. © Alfredo G. Reyes 8. Comer en la Osteria dell’Orsa Muy cerca de la Casa Isolano se encuentra uno de los restaurantes más populares y conocidos de Bolonia: Osteria dell’Orsa . Siempre está lleno, aunque la agilidad con que sus camareros hacen desfilar los platos por las mesas alivia tanto el servicio que, al final, siempre se acaba encontrando un hueco en un tiempo más o menos razonable de espera. Aquí todo el mundo viene a probar los platos de pasta (talgliatelle, tortellini) con salsa boloñesa y las tablas de salumi que, por supuesto, incluyen mortadela. Pero la realidad es que la carta es un buen panegírico de la cocina italiana, con platos como la lasaña al horno o las cotolette (chuletas de carne de cerdo) con ensalada que merece la pena explorar.
Ambiente de la calle Osteria dell’Orsa. © Alfredo G.R. La clientela de esta ostería es una curiosa mezcla entre estudiantes locales y Erasmus, turistas, gastrónomos y buscadores de diversión, en general. Algo que también ocurre en el resto de locales del barrio que, además, alberga varias de las sedes de la Universidad de Bolonia.
9. Curiosear en la Universidad de Bolonia Algunas sedes de la Universidad se pueden visitar, como el Palacio del Archiginnasio , que fue la sede principal de esa prestigiosa institución docente y que hoy lo es de la Biblioteca Comunal. El patio principal de este edificio acoge los que probablemente sean los pórticos con frescos pintados en las bóvedas más impactantes de la ciudad.
Palacio del Archiginnasio. Ya que nos adentramos en el capítulo del arte, merece una prolongada visita la Pinacoteca Nacional de Bolonia . Esta alberga obras de la pintura italiana entre los siglos XIII al XIX, entre las que destaca la amplia colección de Ludovico, Agostino y Annibale Carracci, a los que se considera máximos competidores de Caravaggio y renovadores de la pintura en los inicios del Barroco.
Fuente del Parco della Montagnola. 10. Comer «pinza bolognese» sentada en un banco Un último consejo para relajarse y, de paso, llevarse un buen sabor de boca de Bolonia: comprar el dulce típico, la pinza bolognese, en la pastelería Fiorini Gaetano (Via San Carlo, 53). Pero, en lugar de tomarla en el propio local, degustarla en alguno de los bancos del Parco della Montagnola . Este espacio ocupa lo que en su momento fue el palacio del Papa, construido en el siglo XIV. En el XIX, esta elevación del terreno (de ahí su nombre) fue reformada por orden de Napoleón Bonaparte, construyéndose un jardín paisajístico de estilo francés, que hoy es el parque público más antiguo y uno de los lugares más agradables del centro histórico de Bolonia.
*Fotografías cedidas por Turismo de Bolonia y por el autor del reportaje.
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