Tanto si ya eres una enamorada de Marruecos como si estás buscando una primera experiencia, un viaje a Casablanca y Marrakech te permitirá conocer dos ciudades muy dispares pero igual de frenéticas. Te contamos cuáles son los puntos fuertes para que elijas si quieres visitar las dos o solo una.
Interior de la mezquita de Hassan II. © Pepa García Hay países que enamoran poco a poco, son de cortejo largo, y Marruecos es uno de ellos. La primera vez que vas lo haces por curiosidad y no siempre el contraste con nuestra visión europea llega a convencer. Tras ese primer fin de semana llega otro, quizás más largo, sales de las ciudades y llegas al desierto o a la playa… cada vez te sientes más cómoda. Y, sin darte cuenta, termina convirtiéndose en tu destino favorito. Te enamoras de su arquitectura, de sus sabores, de su artesanía, de sus aromas, del silencio del desierto y de las playas solitarias donde eres el protagonista absoluto.
Ya decía Alí Bey en sus diarios de viaje, allá por el siglo XIX, que traspasar el estrecho de Gibraltar era como entrar en otro mundo, y, en cierto modo, lo sigue siendo. Si bien, más que verlo como una desventaja deberíamos sentirnos afortunados de tener tan cerca una cultura tan rica y, en muchos aspectos, diferente a la nuestra.
Por qué elegir Casablanca y Marrakech Las propuestas y posibles combinaciones para un viaje a Marruecos pueden ser casi infinitas, pero en esta ocasión te sugerimos conocer Casablanca y Marrakech, por el interesante contraste que presentan. La primera, una urbe moderna, de amplias avenidas, centros de negocios, arquitectura Art Déco y beach clubs . La segunda, custodiada entre murallas de adobe, con una impronta marcada por la tradición y cierto toque teatral. Ambas se complementan para brindarte una escapada llena de sorpresas.
✅ Además, se pueden encontrar vuelos a ambas por debajo de 100 euros por lo que, si buscas una escapada low cost para 2023 , es muy interesante que las tengas en cuenta.
Edificio del Rick’s café de Casablanca. © Pepa García Casablanca es otra película Aunque se pierda un poco de magia, tienes que saber que la película Casablanca lo único que tiene de Casablanca es el nombre, porque se rodó en Los Ángeles, y el ambiente que retrata era más propio de Tánger que de esta ciudad. La buena noticia es que no necesitas ver la película antes del viaje porque, a nivel turístico, te servirá de poco. Lo único que encontraremos en relación a esta mítica cinta es una reproducción del Rick’s Bar, que unos avispados empresarios crearon hace algún tiempo. Tomar allí una cerveza ‘Casablanca’, aunque sólo sea para hacer la foto y subirla a Instagram, no es una idea que, a priori , haya que descartar… Esta será la única desilusión que tengas en esta frenética urbe, la más europea de Marruecos.
La primera sorpresa que se obtiene al pisar esta ciudad de negocios, con más de 3 millones de habitantes –el doble de población que Rabat, la capital–, es su desarrollo urbano. La ubicación de bancos, industrias y grandes empresas es una evolución lógica de su pasado como puerto comercial. Su posición ha facilitado el contacto con otras culturas, y también ha despertado la codicia de algunos países… De esas idas y venidas de portugueses, españoles y franceses surge una mezcolanza que ha propiciado un destino turístico que combina el concepto de ocio internacional y la esencia marroquí.
Mezquita de Hassan II, en Casablanca. © Pepa García Entre rezos, tiendas y beach clubs Aunque la expresión “ciudad de contrastes” esté tan manida que parece no significar nada, en el caso de Casablanca la define perfectamente. Algunos ejemplos muy claros son: la espiritualidad de la mezquita frente a la diversión en los beach clubs , la vida comercial de los zocos no tiene nada que ver con los modernos centros comerciales, y la arquitectura del distrito financiero es totalmente opuesta a la de la medina.
Mezquita de Hassan II La mezquita de Hassan II, la gran atracción de la ciudad, es la tercera mayor del mundo. Esta increíble obra arquitectónica fue levantada sobre el agua, y no porque no hubiese lugar sino porque (según dicen) responde a un pasaje del Corán donde se menciona que el trono de Alá se alzaba sobre las aguas. No dejes de admirar la estampa con las olas rompiendo sobre este complejo de mármol que cuenta con sala de oración, de abluciones, madraza, museo, biblioteca y sala de conferencias. Para su edificación no se escatimó en materiales ni en profesionalidad, ya que en ella se emplearon a fondo 2.500 obreros y más de 10.000 artesanos.
Sólo es preciso mencionar algunos datos para verificar la magnificencia de dicha obra: la sala de oración está sostenida por 78 pilares de granito, mármol y ónix, puede albergar 20.000 fieles, tiene techo corredizo y suelo con calefacción. En la explanada exterior, que tiene capacidad para 80.000 personas más, no hay que dejar de observar su minarete de 210 metros, el más alto del mundo. Del mismo sale por las noches un gigantesco rayo láser que apunta a La Meca.
Beach club en La Corniche de Casablanca. © Pepa García Paseo marítimo La Corniche Pero sólo un poco más allá de la mezquita, donde termina el paseo de Hassan II, nace el boulevard de La Corniche . Esta avenida junto a la playa es un lugar de vacaciones eternas, donde se concentran los beach clubs privados, que dan acceso a la playa, y que ofrecen cultivar el hedonismo con sus hamacas balinesas, piscinas y buenos restaurantes. Para visitar la playa pública hay que dirigirse al final del paseo.
Elegante tienda de calzado del Morocco Mall. © Pepa García El mayor centro comercial de África Casablanca tiene zoco, como todas las ciudades árabes, pero también el mayor centro comercial de África: el Morocco Mall . No es comparable en dimensión a los de Oriente Medio, pero también exhala un toque de glamour , dispone de marcas internacionales, restaurantes, cafeterías, heladerías e, incluso, un acuario gigante con tiburones que hace las delicias de los niños.
De zoco en zoco Si prefieres las compras a pie de calle, tienes la opción de visitar la Nueva Medina o Habous , un barrio residencial construido en las primeras etapas del Protectorado francés, sobre el año 1916. Esta zona concentra algunos monumentos importantes y un zoco muy interesante –y bastante ordenado–. Las tentaciones comienzan a aparecer en la calle de Sidi Okba, donde la mercancía se agolpa en las tiendas, y continúa en el Zoco de las Aceitunas , una verdadera delicia visual y aromática.
Zoco de las Aceitunas, en Casablanca. © Pepa García Barrio Art Déco En relación a su arquitectura, Casablanca es difícil de definir porque está compuesta de barrios que son pequeños micromundos engarzados. Las zigzagueantes callejuelas de la medina, donde se palpa el día a día de parte de la población local, nada tienen que ver con el bonito barrio Art Déco , jalonado de edificios monumentales y recorrido por el tranvía, los alrededores de la plaza de Mohammed V o el barrio de los Consulados con sus lujosas viviendas ajardinadas.
Marrakech Aunque la distancia entre Casablanca y Marrakech es de solo 240 kilómetros, el paisaje cambia tanto que la sensación es la de haber atravesado un túnel del tiempo. La luz blanca y el olor a salitre de la primera se transforman en el cálido abrazo del desierto y de las tradiciones.
En Marrakech, uno de los destinos turísticos más demandados del país, los contrastes también son evidentes si se compara la medina, en el interior de la muralla, con la exclusividad de los barrios residenciales que acogen lujosas viviendas y hoteles.
Plaza Jemaa El Fna (Marrakech). Plaza de Jemaa el Fna La tarde noche hay que reservarla para conocer el universo de la plaza de Jemaa el Fna. En este espacio privilegiado de Marrakech se produce cada día, como por azar, una gran representación donde los vendedores, encantadores de serpientes, aguadores, artistas de la henna, etc. son los actores principales. Al viajero sólo le quedan dos opciones: admirar esta sinfonía desde una terraza de los alrededores o integrarse en ella.
Durante el día, la imagen de la plaza es muy distinta, y carente de encanto, por lo que es mejor cobijarse en los palacios, en las galerías de arte que jalonan la medina o en sus famosos zocos. Una visita a estos últimos te pone doblemente a prueba: te permite conocer tu capacidad de orientación y tus habilidades negociadoras. Si ambas son escasas, deja que otra persona lleve la voz cantante o dirígete a las tiendas y galerías del barrio de Gueliz donde se puede practicar shopping con “menos estrés”. Entre las compras más frecuentes están las especias, las lámparas de latón, las alfombras y las babuchas.
Flores secas en el zoco de Marrakech. © Pepa García Palacios, giraldillas y jardines Aunque el atractivo de la medina invita a deambular sin rumbo fijo, es interesante reservar algunas horas para conocer mezquitas, palacios y jardines.
Entre las primeras, la más importante es la Koutubia , que te resultará familiar porque sirvió de modelo a la Giralda de Sevilla. No está permitida la entrada a los no musulmanes, pero merece la pena verla externamente, con su altivo minarete de 77 metros (visible hasta 25 kilómetros).
La Mezquita de Koutoubia de Marrakech sirvió de inspiración para la construcción de la Giralda de Sevilla. © K. Robles Además de esta mezquita y la plaza de Jemaa el Fna , los jardines de la Menara , con sus hileras de olivos y su estanque, son la tercera visita imprescindible de Marrakech. Más pequeños son los Jardines Majorelle , un sueño que inició el pintor francés Jacques Majorelle y que continuó Yves Saint Laurent. En su interior se pueden visitar dos museos: el de Arte Islámico y el del propio diseñador. Eso sí, hay que procurar acudir a las horas de menor afluencia.
Fuente de los Jardines Majorelle. © Pepa García En los palacios no suele haber tantas zonas ajardinadas pero sí numerosos patios y fuentes. Uno de obligada visita es el palacio de Bahía , donde residía el visir Ba Ahmed Ben Moussa con sus 4 esposas, 24 concubinas y numerosos vástagos. Este complejo tardó siete años en construirse. De hecho, hay una expresión marroquí, “Ya se terminó el Bahía”, que se aplica a asuntos que se retrasan en exceso.
Si queda tiempo libre, otras propuestas son el palacio el-Badi , edificado por el sultán Saadí Ahmed al-Mansur para celebrar la victoria sobre los portugueses en el siglo XVI; el Museo Dar Si Said , situado en la increíble residencia de Si Saïd B. Moussa; y las Tumbas saadíes , donde está enterrado el sultán Ahmad al-Mansur y su familia.
Museo Dar Si Said, en Marrakech. © Pepa García Para terminar de forjarte una imagen completa de la ciudad debes conocer el barrio de Gueliz , que corresponde al centro colonial nacido más allá de la medina, y también el de Hivernage, donde se localizan exclusivos hoteles, teatros, discotecas y tiendas de lujo.
Preguntas Frecuentes | Etheria Magazine Cómo llegar a Casablanca y Marrakech Para visitar estas ciudades existen muchas opciones. La más habitual es volar hasta Casablanca y llegar por carretera a Marrakech. Aunque también se podría hacer al contrario. Consulta las ofertas de Iberia a Casablanca y las de Ryanair a Marrakech (vuelos desde 20 €).
Dónde comer cocina tradicional En Casablanca, La Sqala (www.sqala.ma). Este restaurante situado en un patio ajardinado, ofrece una rica comida tradicional. Las ensaladas marroquíes y los tajines son deliciosos.
En Marrakech, La Maison Arabe (lamaisonarabe.com). En un riad de la medina se encuentra este restaurante que ofrece cocina tradicional en un ambiente relajado.
Visitas imprescindibles en Marrakech El Jardín Majorelle, el ambiente de la plaza Jemaa el Fna, el zoco Attarine (el del cobre), las tiendas de lujo de Gueliz y una excursión al desierto de Agafay, donde disfrutar de una cena en una jaima.
Visitas imprescindibles en Casablanca El interior de la mezquita de Hassan II, un paseo por La Corniche y el Rick’s Café para rememorar la mítica película Casablanca.
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