Desde hace pocas semanas, un vuelo directo conecta Madrid con Esauira (Essaouira en francés) en algo más de dos horas. Si todavía no la conoces, es un buen momento para deambular por una de las ciudades más hechizantes de Marruecos. Te contamos qué ver en Esauira, uno de los lugares de playa más populares de Marruecos y un destino muy atractivo para los viajeros españoles.
La ciudad amurallada de Esauira. © Pedro Grifol. Patrimonio de la Humanidad, antes paraíso hippie y ahora playa favorita para kitesurfistas, Esauria está más cerca que nunca. Pero, antes de meternos en su Medina, siempre vienen bien algunas pinceladas históricas. En amazigh (bereber), el otro idioma que, junto al árabe, se habla en el norte de África, Essaouira significa ‘la bien trazada’. El motivo es –según cuentan las crónicas– que el sultán Sidi Mohammed ben Addallah (visir del territorio alauí hace 250 años), durante un conflicto militar entre Francia y Marruecos hizo prisionero a un reputado arquitecto francés, de nombre Théodore Cornut, al que puso en el brete de diseñar una nueva ciudad o perder la cabeza. Naturalmente, como la suerte estaba echada, el francés se puso manos a la obra para trazar las coordenadas que determinarían la planta de la nueva ciudad.
Así que ahora podemos comprobar cómo el corazón de Esauira (Essaouira en francés) se ordena en arterias amplias y rectilíneas, con su cardo y decumano, como si de una ciudad romana al uso se tratara. Muchos años después, aquellas avenidas domésticas circundantes al casco antiguo perdieron la simetría cartesiana y aparecieron barrios apelmazados repletos de estrechos callejones que, por otro lado, tanto nos gusta descubrir a los viajeros.
Mujeres charlando en las murallas de Esauira. © PG Un paseo por el centro La ciudad está delimitada por una bien conservada muralla del siglo XVIII que la protege de los vientos alisios. Los mismos que sometían a navíos fenicios, romanos, portugueses y españoles que navegaban a lo largo de la costa marroquí. Ahora esos mismos aires colman las expectativas de los amantes del kitesufing , que alguien lo ha traducido como ‘tablacometa’ y que, por si no queda claro, consiste en deslizarse sobre el agua sujeto a una tabla de la que tira una cometa.
Dentro de la ciudadela se diferencian dos áreas, unidas, eso sí, por las mismas gentes y los mismos gatos ¡cientos! (los gatos). La diferencia estriba en que en un lado los restaurantes sirven vino y cerveza y en el otro no.
Donde no se sirve alcohol es en la Medina , la ciudad antigua, incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2001. Aclaración precisa (lo del alcohol) porque si alguien quiere tomarse un cuscús con una Casablanca, la cervecita local que le ‘pega’, tendrá que ir al lado correcto…
Uno de los restaurantes más recomendables es el Mega Loft (Av. Istiklal, 35) que regenta Othman, un epicúreo lugareño que renunció a seguir con el tradicional negocio familiar de hacer cosas de cuero y ha montado un resto-bar&more con coctelería incluida. Para no perdérselo.
Calle de Esauira y la mezquita de Sidi Ahmed al fondo. © PG Ciudad de cine y música Tras las almenas de la muralla, llamada skala , se alinean los cañones de bronce –que no son réplicas, son los originales– en los que todavía es visible su manufactura Made in Barcelona . Una curiosidad de foto. Esta pasarela pétrea y sus torres cuadradas fueron escogidas por Orson Welles para rodar los exteriores de su Otelo , en 1949. La efigie del cineasta puede verse esculpida en piedra en la puerta del hammam que Welles frecuentaba, que está en el barrio judío de la ciudadela.
La plasticidad y el ambiente de su kasbah aparece en otras películas como en la versión de Alejandro Magno (2005) de Oliver Stone; en El reino de los cielos , de Ridley Scott (2005); y en algunos capítulos de la famosa serie de televisión Juego de tronos .
La furia de los alisios parece que también es inspiradora para la música. En abril se celebra el Festival de los Alisios ; junio trae el Gnawa , festival de música ancestral bereber; en otoño, el Festival de las Músicas Andalusíes Atlánticas , una peculiar fusión entre la tradición del flamenco y los ecos de judíos y moriscos expulsados de España; y también en otoño se celebra el MOGA , el mayor festival de música electrónica del país.
Esauira desde el puerto. © PG Pero el ambiente veraz y autóctono de la ciudad lo encontramos todos los días en el puerto cuando la concentración de gaviotas nos anuncia la hora de la descarga del pescado. Si quieres filmar en tu móvil el griterío de los pescadores y fotografiar el trasiego del ir y venir de las sardinas, llévate baterías de repuesto, te pondrás furioso intentando inmortalizar el vuelo de los pájaros ¡Hitchcock hubiera enloquecido de inspiración!
Al atardecer, percibirás un penetrante olor a sardinas a la parrilla que te conducirá hasta unos chiscones adyacentes al puerto, habilitados con mesas y bancos corridos, donde podrás dar rienda suelta al sentido del gusto.
Excursiones desde Esauira La ciudad se recorre a pie en un par de días, pero una vez ‘peinada’, te darás cuenta de que has pasado dos o tres veces por el mismo sitio. Así que lo mejor es, al tercer día, tomar un taxi para visitar otros lugares interesantes de sus alrededores.
En Diabat se pueden hacer excursiones en camello o a caballo. © PG Diabat El primer sitio es ‘un ineludible’. Se trata de conocer la pequeña aldea de Diabat, situada solamente a 4 kilómetros de Esauira, el lugar ideal para subir y bajar por las dunas de arena del desierto. Podrás dar una vuelta en caballo, en camello o en quad alquilando uno de estos tres medios de transporte en el Ranch De Diabat (ranchdediabat.com). Mustapha, el guía de la excursión, te contará que en las ruinas del palacio del sultán Abderramán Khalifa , el rey de Mogador a mediados del siglo XIX, cuando él era pequeño –allá por 1969– vio como acampaban un grupo de peculiares turistas extranjeros a los que se les conocía como hippies: “Allí dormían, fumaban y hacían ‘de todo’. El hippy más famoso era Jimi Hendrix ”.
A lo largo de los años, el palacio ha sido azotado por tormentas de arena y vientos marinos; también algunos vándalos han robado todo lo que han querido, incluidos los azulejos. Aun así, sus ruinas siguen siendo un lugar fascinante para explorar al atardecer, porque es de esos lugares en los que el ambiente cuenta historias. Puedes sentarte bajo un arco de piedra… y componer una canción, que eso es lo que dicen que hizo el famoso Hendrix. Un viejo restaurant-café, a pie de carretera, recuerda al músico con sus psicodélicas paredes. El té y fumar la shisha son sus especialidades.
Jimi Hendrix Bar, en Diabat. © PG Cooperativa de aceite de argán Otro quehacer interesante es visitar alguna cooperativa de producción de aceite de argán, que se elabora a partir de la semilla aceitosa de la fruta, una especie ciruela de color amarillo. Es muy popular en la cocina marroquí para realzar el sabor de platos de pescado, cuscús o tajines; y también es famosa por las muchas propiedades beneficiosas asociadas al uso cosmético.
Ounagha Nos queda la mayor curiosidad del viaje. A 25 kilómetros de Esauira se encuentra el pequeño pueblo de Ounagha. Allí, un valiente viticultor francés –estamos en un país donde el vino es ‘pecado’–, Charles Melia , fundó su bodega 1994, a la que llamó Domaine du Val d’Argan . Y empezó a elaborar vinos con uva muscat, procedente del Vallée du Rhône francés y cepas corsas (uva nielluccio). Su primera cosecha fue en 1999 y llegó a producir 300.000 botellas ¡no está mal! Y el vino ¡tampoco está mal! Descubre la excepción del viaje.
Y, por supuesto, no olvides que estamos en Marruecos… Así que no tengas prisa para nada: “El último camello de la fila camina tan deprisa como el primero” (Proverbio tuareg).
Vinos en Le Domaine du Val d’Argan. © PG Guía práctica de Esauira/Essaouira Cómo llegar Compañías como Ryanair ofrece vuelos directos en temporada alta entre Madrid y Esauira/Essaouira y el resto del año se puede volar con varias compañías haciendo escala en otra ciudad marroquí.
Dónde alojarse Algunos alojamientos son riads. Pero ¿qué es un riad? Pues son las tradicionales casas marroquís definidas por un patio interior con jardín, alrededor del cual se distribuyen las habitaciones y zonas comunes. En la actualidad muchas de estas casas antiguas se han convertido en hoteles. En el Corán, el Paraíso tiene un jardín. Naturalmente, algunos ‘paraísos’ tienen más encanto que otros.
El Riad Zahra (riadzahara.com), que regenta el catalán Xavier Panadés, que se estableció en Esauira hace 20 años, es uno de los riads con encanto. Situado a un paso de la playa, dispone de un restaurante-grill de primera categoría. Naturalmente se habla español.
El Hotel Le Médina (all.accor.com/medinaessauiran) también tiene muy buena ubicación. Está situado en la carretera de la playa y a cinco minutos a pie del puerto de Esauira. Está diseñado alrededor de una gran piscina y ofrece instalaciones de spa. También es magnífico su restaurante, con un menú fusión muy logrado.
Pero el lujo está ubicado dentro del gigantesco campo de golf llamado Gary Player, cerca del pueblecito de Diabat, y se llama Sofitel Essaouira Mogador Golf & Spa (sofitel.accor.com). Situado en el corazón de 600 hectáreas de naturaleza, ofrece elegantes villas privadas, suites con decoración oriental y todo tipo de caprichos que se te ocurran.
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Paseo en camello y kitesurf en Esauira. © PG Qué hacer Tour en quad y paseo en camello de Civitatis por 45 euros.
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