Escritora y periodista, Manena Munar comparte en Etheria Magazine de forma habitual sus relatos, y hoy también nos permite bucear en su vida viajera y en sus primeros recuerdos por el mundo. Una dama de la que aprender a mantener la chispa de la vida y la ilusión por los pequeños detalles.
Momentos inolvidables en Sudáfrica. © Helena Rodríguez Periodista, escritora, viajera, fotógrafa, soñadora, amante de las buenas historias y, sobre todo, una persona con una vitalidad y una pasión por la vida sorprendentes. Manena Munar, que forma parte de Etheria Magazine desde sus inicios, comparte sus hallazgos y encuentros por el mundo en nuestra publicación y, también, en otros medios de viajes desde hace muchos años. Su prolongada estancia en distintas partes del mundo, como Washington D.C., Polonia o Filipinas, sumada al gusto por la narración de ficciones históricas la impulsaron a escribir una serie de obras donde se mezclan las historias humanas y los cambios sociales.
La trama de la primera novela ‘Y soplará el amihan ’ (nombre de un viento suave y benigno), presentada por la escritora Ana María Matute, se desarrolla en Filipinas. ‘Sol de invierno ’ , la segunda, habla sobre aquellos tiempos de los que fue testigo en Polonia, «cuando el sindicato de Solidaridad tiró la primera piedra que desmoronaría el Bloque del Este”. Y pronto se publicará ‘Todos los caminos llevan a Filipinas’ .
Observadora y curiosa Manena se define a sí misma como una “persona observadora y curiosa, a la par que despistada”, un rasgo que suele ser habitual, por extraño que parezca, en muchos viajeros. Pero ese despiste, en el caso de esta profesional, se compensa con su disciplina y pasión por el trabajo. Os animamos a seguir sus relatos en éste y en otros medios. Mientras tanto, conozcámosla un poco mejor a través de esta inmersión en su trayectoria viajera.
1. ¿Cuál es el primer viaje que recuerdas? El viaje de fin de curso a Roma con las monjas del colegio y mis amigas de toda la vida, cuando en vez de fotografiar los monumentos, disparábamos a los monumentales romanos (nos cuenta entre risas).
Recuerdo del primer viaje a Roma. 2. ¿Cuál es tu principal motivación al viajar? Aromas, colores, sabores, paisajes, culturas, tradiciones, gente, y esas sorpresas del vivir cotidiano de cada país. Los que escribimos de viajes somos conscientes de que, por muy bien que queramos transmitir en letras y fotos lo vivido, los mil y un detalles de cada destino superan con creces cualquier prolepsis . Cuando ya te crees que has visto mucho, MUCHO MÁS te sigue sorprendiendo.
3. ¿Qué consideras que te han aportado los viajes? ¿Por qué los aconsejarías? Los viajes me han hecho quien soy, esa persona a la que todavía la adrenalina se le dispara cuando aterriza en un lugar por primera vez, que cree en todo y en nada, aborrece los fanatismos y disfruta con sus compañeros de viaje como aquella colegiala que se fue a Roma siendo apenas una niña.
Para hablar sobre los beneficios de los viajes, harían falta muchos libros, pero en pocas líneas podría decir que quizás lo mejor de ellos es darse cuenta de las variadas formas de vida, de lo relativo que es todo, de lo distintos pero iguales que somos los seres humanos, y aprender a valorar lo mucho que hay más allá de “lo nuestro es lo mejor”. Es indudable que los viajes enseñan, educan y transforman .
‘Que Buda nos proteja’. © Adam Cyfrowicz. 4. Si pudieses elegir un compañero de viaje (real o de ficción)… Un buen compañero de viaje es alguien inquieto con quien descubrir cosas nuevas, que sepa sacar el niño a relucir. Si tiene sentido del humor, mejor que mejor. No me importaría nada ser un polizón en el viaje de Phileas Fogg y Passepartou , sobrevolando un país tras otro. Un globo tiene la altura ideal para ver los cambios de paisaje y como se va parcelando la tierra con distintos mantos.
5. ¿Sueles planificar con antelación tus viajes o prefieres improvisar? Soy de improvisar, planeo poco, solo lo necesario. El factor sorpresa, tanto en el viaje, como en la vida, me parece esencial. No me gusta demasiado tenerlo todo controlado . A la vuelta, revisando las fotos, escribiendo, comienzo una segunda etapa.
6. ¿Cómo te entretienes en las esperas de los aeropuertos? Leyendo . Es cuando más leo. En nuestra vida de viajes y escritos no queda mucho tiempo para los libros y tanto el aeropuerto como el avión se convierten en unas salas de lectura estupendas. Pero, también, me encanta hacer amigos. Es una relación especial la del amigo “aeronaútico” . Son momentos en “tierra de nadie”, donde lo mismo te cuentas los pormenores de tu vida, entresijos y hasta secretos que no lo compartes con los más íntimos. Se termina el viaje, y a esa “amistad de cinco minutos”, tipo Ortega Spottorno (‘Los amores de cinco minutos’), que parte hacia su destino con el bagaje de tu vida en su memoria, seguramente nunca la volverás a ver.
Escuchando el rugir de las Cataratas Victoria. © Helena Rodríguez 7. ¿Cuáles han sido los mejores viajes de tu vida? Esta sí que es una pregunta muy difícil de responder, hay tantos viajes maravillosos… pero podría hablar de cuatro de los que tengo un recuerdo cálido y divertido. Érase una vez dos chicas muy despistadas que se fueron a Sudáfrica y no perdieron el avión de milagro, ya que salía a las 00.45 horas hora fatal para las confusiones, pues pensamos que era un día, cuando en realidad era el anterior… Tras ese desliz, el viaje fue in crescendo en emociones y risas navegando por el río Zambeze, escuchando el rugir de las Cataratas Victoria o cediéndole el paso a un maravilloso paquidermo de los muchos del Parque Chobe.
El siguiente viaje del que tengo recuerdos imborrables fue un trayecto en el tren Tolstoi, de Helsinki a San Petersburgo en pleno invierno, los campos helados, en compañía de una persona muy muy querida. Por el tren deambulaba una curiosa mezcla de revisoras rusas, con largas coletas, casacas, gorros de piel y tacones de pincha uva (muy adecuados para andar por el hielo…), mientras que el pasaje fluctuaba entre una intelectualidad a lo Dostoievski y la mafia rusa inflándose de caviar y vodka. Nuestra cabina era un mundo y aparte, charlando, escribiendo o hipnotizados, mirando por la ventana como enormes copos de nieve cubrían de blanco la estepa rusa.
Al poco, se rompió el hielo del río Neva en San Petersburgo. © Jorge A. Munar El tercero tiene otro escenario muy distinto. El de los pueblos rojos del Valle de Ourika en el Atlas marroquí . Trekking, comer bajo los olivos, convivir con el pueblo bereber, camping, el sonido del muecín, risas, muchas risas, y un grupo que, recién presentados, nos convertiríamos en amigos para siempre.
En el cuarto viaje de los especiales, también en compañía de otra persona muy querida, recorrimos Tailandia a bordo de un tren, el Eastern & Oriental, viendo como la selva se colaba por la ventana mientras Buda nos protegía de todo mal en esos carruajes metálicos que nos acogieron durante siete días en el más onírico de los cobijos.
8. ¿Y tu último viaje? ¿Qué es lo que más y lo que menos te ha gustado de ese destino? En mi último viaje, destinado a descubrir las Juderías Gallegas de la mano de Red de Juderías de España, me ha gustado mucho conocer la faceta hebrea de Monforte de Lemos, Ribadavia y Tui. Un pasaje entrañable del viaje fue el encuentro con Herminia, una mujer dulce, irónica, fuerte e inteligente que lleva años horneando pastas judías en La Tahona de Herminia, en Ribadavia. Lo que menos, aunque necesario e informativo, aprender del triste pasado reflejado en el Museo Diocesano de Tui, que alberga aquellos tétricos telones que les colgaban a los judíos conversos si en su familia alguno se había desmandado, motivo por el que la gente debía repudiarlos al ver como deambulaban con “el sambenito” a cuestas.
Herminia, de La Tahona de Herminia, Ribadavia. © Manena Munar 9. ¿Qué tres viajes que hayas realizado recomendarías especialmente a una viajera? Disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor embarcando en Bergen para navegar por los fiordos noruegos . Botsuana , donde disfrutar de la vida salvaje del Delta del Okavango, Parque Chobe y Savuti, dando un salto a su vecinos Zambia y Zimbabue para ver las Cataratas Victoria desde ambas perspectivas. Por último, la ciudad de Buenos Aires me sorprendió y fascinó.
Tres viajes pendientes: Me encantaría ir a la Antártida, conocer Vietnam y pasar unos días en Nueva Orleans.
10. ¿Qué país te ha ganado con su gastronomía? ¿Destacarías algún plato o producto? Cada vez que voy a Polonia, que es muy a menudo, por cierto, me maravilla como a su rica gastronomía tradicional se van añadiendo platos de cocina de autor, con acierto y gusto. Un plato fuera de serie es el rodaballo con chantarelas del Atelier Amaro –la primera estrella Michelin de Polonia–, una más de las exquisiteces del chef Wojciech Modest Amaro.
Un momento de relax en Bostuana. © Adam Cyfrowicz Mi medio de transporte favorito es el tren, sin duda. Maravilloso transporte para ver el paisaje, estirar las piernas y hacer amigos.
11. ¿Qué hotel te ha impresionado más y por qué? Tengo que reconocer que he tenido el privilegio de estar en muchos y maravillosos hoteles. Me gusta especialmente la colección de Preferred Hotels . Expertos en absorber la esencia de los enclaves, la estancia en sus hoteles es un agradable paseo por la cultura, el arte y la gastronomía del lugar que ocupan. Uno de ellos, del que tengo recuerdos imborrables, es Finca Cortesín en Casares, Málaga. Entre olivos, jazmines y con el mar de fondo se esconde un lugar exquisito, donde a pesar de estar lleno, siempre pareces el único huésped por la tranquilidad del entorno y el mimo con que te tratan. A su cuidada decoración, piscinas, campo de golf y club de playa, le acompañan restaurantes de la categoría de Kabuki, El Jardín de Lutz y Don Giovanni.
En su bolsa de mano no falta un poco de maquillaje. 12. ¿Qué es lo que nunca falta en tu bolsa de mano? Un blog de notas que suelo perder y recuperar en cada viaje… Lexatín por si hay turbulencias aéreas, una novela, un lápiz de ojos y una barra de labios.
13. ¿Escribes un listado antes de hacer la maleta? ¿Cuáles son tus imprescindibles? La verdad es que no escribo listado pero siempre meto en la maleta mi bolsita de aseo que se cuelga de cualquier gancho y donde cabe de todo, regalo de mi tía Julita. El traje de baño y un impermeable que abulte poco. Tengo un gorro de goma tipo Capitán Pescanova que me traje de Bergen, y que también suelo meter con alguna que otra gorra de visera por si hace sol…
Un gorro para la lluvia nunca sobra en el equipaje. Me vine de Nicaragua con una hamaca , con la que me paseé por el aeropuerto de San José, Costa Rica, envuelta no se sabe como, que no cabía en ningún lado y le sobraban palos por todas partes y que al final logró llegar a Barajas y terminar en el árbol de navidad como regalo exótico.
15. ¿Hay alguna mujer en el sector turístico que admires y que te gustaría proponer para entrevistar en esta sección? Admiro y quiero a Elena del Amo . Aparte de docta en la materia tiene un primoroso sentido del humor.