Sania concluye en el Cruce Andino, entre los lagos que conectan Chile y Argentina, su viaje por la Patagonia de ambos países. Un lugar de una belleza espectacular como veréis por las imágenes. Tras pasar por Bariloche, finaliza su etapa en El Bolsón, una localidad menos conocida pero con una naturaleza abrumadora. Te lo cuenta a continuación con todo detalle.
Sania en el Cruce Andino. © Sania Jelic La frontera entre Chile y Argentina atraviesa la cordillera. Divide lagos y quiere separar un sistema único. Y complica el viaje por la región. Quería ir a Bariloche desde Puerto Varas en Chile. Se puede ir por carretera (unas 7,5 horas en autobús local, viendo el volcán Osorno y el Cerro Tronador) o navegando lagos y atravesando bosques. Elegí la segunda opción. Es un día largo (12 horas), y caro (295 € frente a los 56 € que cuesta en autobús). Pero sigue leyendo y verás por qué merece la pena.
Cruce Andino a través de los tres lagos La travesía comienza a las 8 de la mañana en la oficina de TurisTour en Puerto Varas donde se entrega el equipaje, un bulto por persona (bulto adicional 25$). Y se sale en autobús hacia el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales , el más antiguo de Chile, declarado zona protegida en 1926, con una extensión de 253.000 hectáreas. Forma parte de la Reserva de la Biosfera de los Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes, protegida por la Unesco desde 2007 y reconocida en 1998 por el Fondo Mundial de la Naturaleza como un punto clave en la conservación de los bosques.
Puerto Petrohué La primera parada después de una hora es en los Saltos de Petrohué (la entrada cuesta unos 7.000 pesos para extranjeros, unos 7 €). Hay varios miradores y al fondo está el volcán Osorno. Bellísimo.
Volcán Osorno. © Sania Jelic Se sigue un rato en autobús hasta el puerto de Petrohué, donde se entra en el primer catamarán. Es la travesía del lago Todos Los Santos de unas dos horas. El lago tiene una extensión de 178 kilómetros, es de origen glaciar y tiene una profundidad de 337 metros. La buena noticia es que se puede salir al exterior del catamarán y observar tranquilamente los paisajes de postal.
Es como estar viviendo un sueño. Los paisajes son tan bellos que no cabe en el alma la belleza que entra por los ojos.
El guía nos cuenta que las muy escasas viviendas que se ven a lo largo del recorrido del parque natural siguen ahí porque se les respetó el derecho de permanencia al haber sido construidas antes de que la zona se declarara protegida. En Peulla se hace parada para comer (no está incluido en el billete). En el Hotel Natura hay un menú por unos 22.000 pesos (25 €) o se puede comer en el bar de tapas de al lado, ¡que tiene unas super ricas papas con ceviche! Curiosa combinación por unos 15 €.
Lago Frías Desde Peulla se sigue en autobús al lago Frías, al que se llega tras una hora de trayecto. Después, aparece una región boscosa, catalogada como uno de los bosques más grandes y ecológicamente más intactos del planeta. Chile y Argentina fundaron la Reserva Binacional en 2006 creando así un área protegida de 4,5 millones de hectáreas. El bosque es absolutamente fascinante. Árboles de más de 500 años con varios metros de diámetro… Araucarias andinas, alerce andino, ciprés de la cordillera, coihue, lenga, arrayan, pitra, rauli… Aunque aún se está validando, puede que el árbol más antiguo de la Tierra, con unos 5.000 años de antigüedad, se encuentre en este sitio.
En algún momento se hace el cruce de frontera, pero resulta poco importante porque el bosque sigue siendo majestuoso.
En Portafrías se continúa la navegación, por el lago Frías en catamarán, una media hora. Para seguir en autobús a Puerto Blest y después navegar por el lago Nahei Huapi durante una hora y media. Nuevamente aparecen paisajes de película. Desde ahí, se hace el traslado en autobús hasta Bariloche, una hora, o lo que dure, según el tráfico.
Barco para realizar el Cruce Andino. © SJ La travesía se hace más amena con las magníficas explicaciones de los guías sobre los entornos, parajes, volcanes (¿sabías que Chile es el segundo lugar del mundo con más volcanes, unos 2.000 de los cuales actualmente 53 están activos?), la flora y fauna que se ve. Realmente, es todo tan intenso como os he contado al escribirlo. Hay que prestar atención a las indicaciones de los guías y hay que decir que merece la pena el tiempo y la inversión. Los paisajes dejan sin palabra. Es uno de esos viajes que hay que hacer una vez en la vida.
Bariloche Después del Cruce de Lagos , por esos tres lagos prístinos y por bosques mágicos, llegué a Bariloche en uno de los picos de temporada. Estaba todo muy lleno, costaba encontrar alojamiento (independiente del precio), había colas por todos sitios, la estación de autobuses estaba a reventar y el servicio era muy lento, a pesar de las tres taquillas… Pero es que había más de cien personas en la cola y los pasajeros se tomaban su tiempo en decidir qué billete comprar, para qué destino, qué día y a qué hora. Las decisiones tardaban a veces 20 minutos, durante los cuales, las colas se hacían más largas…
El Bolsón El Bolsón es un pueblo a unos 80 kilómetros al sur de Bariloche, fundado a principios de siglo XX y con presencia de mercantes sirios y libaneses en sus inicios. Hoy acoge unos 15.000 habitantes, está en crecimiento urbanístico y es conocido, sobre todo, por su mercado artesanal llamado la Feria Regional de El Bolsón . Además, ha adquirido reputación de pueblo bohemio. Desde aquí se hacen excursiones al río Azul y a la laguna el Cajón del Azul. Hay muchas opciones de caminata.
Lago Puelo. © Sania Jelic Unos kilómetros más al sur está el lago Puelo , que curiosamente nace en un lado de la cordillera pero desemboca en el océano Pacífico. A cuatro kilómetros del Parque Nacional y de la Reserva Natural está el asentamiento Lago Puelo. Los primeros pobladores de finales de siglo XIX eran chilenos en busca de pastos para el ganado. Hoy lo habitan unas 10.000 personas, pero es notable el crecimiento urbanístico.
📌 Unas 20.000 personas visitan anualmente el Parque Nacional Lago Puelo. No obstante, hay mucho espacio casi virgen en torno al río Azul y al lago Epuyén. Además de rutas de trekking .
Mujeres emprendedoras en Lago Puelo En Lago Puelo conocí, además, una historia bonita: tres generaciones de mujeres que han construido, y además regentan, los tres locales más bellos que he visto en la ruta.
Detalles de los locales de la familia de Ana Ordóñez. © SJ La señora Ana Ordoñez compró unos terrenos en Lago Puelo a mediados de los años 90. Con el tiempo, su hija Ana del Moro y su nieta Verónica fueron construyendo los locales, uno al lado del otro: La Casa de Té , Sepia , la heladería Jauja y el Patio Cervecero Fidela . Salta a la vista en estos locales el cuidado al detalle, el orden y limpieza, la armonía estética, además de un excelente servicio y muy buena relación calidad-precio. Me contaron que el secreto de tan buena organización y calidad es la unión familiar y el apoyo de los amigos. Tanto es así, que el nombre “Sepia” viene del color de las fotografías familiares antiguas, y los objetos decorativos son del baúl familiar. El resultado es envidiable.
✅ Al igual que en otros pueblos de la Patagonia, me encontré con pinturas y grafitis reivindicando los derechos de la mujer .
Murales reivindicativos de los derechos de la mujer en El Bolsón. © SJ Impresiones finales de la Patagonia Lo que aprendí en este mes y medio por Patagonia: No hay “ruta correcta” para visitar Patagonia. La extensión de 1.060.631 kilómetros cuadrados repartida entre dos países, entrecortada con cordilleras, glaciares, pasos de montaña, lagos y fiordos, con pueblos más o menos conectados, es demasiado grande. Tampoco se puede abarcar todo en un viaje. Ni hace falta hacerlo. Si te gusta, se puede volver.
Cada cual tiene sus “lugares imprescindibles” y ha hecho una elección de sitios que quiere visitar, según el tiempo y la manera de viajar. He visto viajeros con maletas transoceánicas, alojados en hoteles (donde los hay), tomando el aperitivo al lado de la piscina, viajando en tours privados y avionetas. He visto mochileros de todas las edades y de todos los continentes en toda la variedad de alojamientos y servicios turísticos.
A la hora de trazar la ruta conviene tener en cuenta que, después de haber visto quince lagos prístinos fascinantes, es posible que los otros diez sean igual de bellos. Es entonces cuando una tiene que elegir si quiere seguir viendo lagos o quiere dedicar el tiempo a ver otra cosa y hacer otra actividad. Lo mismo se puede aplicar para montañas y rutas de trekking.
Imágenes del Cruce Andino. © SJ ✅ Si el tiempo no escasea durante el viaje, recomiendo seriamente planificar una parada de unos 4-5 días en algún sitio para permitir que se asienten las impresiones. Aquí todo es grande y hay muchas opciones de cosas que ver y hacer, pero hay que darse tiempo para asimilar lo visto. Y después es más fácil decidir los siguientes pasos. No se dejen intimidar e influir por otros con “tienes que ir a ver esto o aquello”. Aquí hay realmente para todos los gustos y se puede elegir libremente.
✅ Importante: Como mujer que viaja sola me resultó muy fácil recorrer este territorio y en ningún momento tuve la sensación de “peligro”. Claro que al hacer trekking hay que tener cuidado, como también en las estaciones de autobuses con las pertenencias o en el camino de regreso al albergue de noche. Pero eso se hace en casa, en el pueblo de al lado y en cualquier sitio. Simplemente hay que tener sentido común. Hay un mínimo de picaresca en la hostelería, sobre todo, a la hora de dar el cambio, etc. Pero eso pasa en España y en otros tantos lugares con turistas y viajeros. Así que nada nuevo.
No sabrás con qué paisaje quedarte de todos los que verás en Patagonia. © SJ Las poblaciones pequeñas son seguras y tranquilas. Las ciudades tienen otra dinámica. Aquí es siempre muy útil tener algún contacto local que se puede buscar a través de amigos de amigos, de personas que se conocen durante el viaje… No conviene ser tímida, es fácil preguntar y las personas salen al encuentro.
Lo que no aprendí en este viaje A controlar mi impulso de sacar fotografías. Cuando veo este paraje tan enorme y bello deseo captarlo con la cámara para poder compartirlo con los que no lo conocen. Y no se puede. Es demasiado grande, o yo no sé hacerlo… Hay que venir a verlo con tus propios ojos.
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